¡Un hijo!
Tú sabes, tú sientes qué es eso:
ver nacer la vida del fondo de un beso
por un inefable milagro de amor.
José Ángel Buesa
A la memoria de mi amado hijo Francisco Alfredo “Macho” Ayoroa Franceschi.
Jonathan Connors Mattei es un adolescente puertorriqueño nacido en Ann Arbor, Michigan, el 25 de octubre de 2004, hijo de la boricua Solimar Marie Mattei y del estadounidense Mathew Connors.
Desde muy niño padecía asma, por lo que era necesario medicarle frecuentemente.
A pesar de esa condición, vivía con normalidad, levantaba pesas, caminaba bastante, le agradaba pescar y fue primer sargento en la academia militar en la que estudió.
Cuando cumplió sus 16 años de edad, asistió en su escuela a una actividad promoción de la donación de órganos al momento del fallecimiento, actividad que lo impactó.
Jonathan residía con su padre en Michigan. Viajó a la Florida a vivir durante un tiempo breve con su mamá y regresó a Michigan, y alquiló un cuarto de hospedaje.
Desafortunadamente, olvidó llevar consigo sus medicamentos, tan necesarios para él.
A comienzos del pasado mes de diciembre, con temperaturas tan bajas como 20 y 30 grados Fahrenheit, y en contraste con el clima de la Florida de donde provenía, sufrió un súbito ataque de asma, que le produjo un desmayo.
Las personas que estaban en su entorno inmediato, sorprendidos por el suceso inesperado, no estaban entrenados para reaccionar con toda prontitud.
A su arribo, la ambulancia del 9-1-1 lo llevó a la sala de emergencia de un hospital, ya en estado comatoso.
El personal médico hizo cuanto pudo para reanimarle, pero en el proceso había sufrido un severo derrame cerebral, que -ya en un ventilador- se repitió al día siguiente, 10 de diciembre de 2023, causándole muerte cerebral. El fallecimiento de Jonathan fue oficialmente declarado a las 2:30 de la tarde de ese 10 de diciembre.
Su mamá se trasladó de prisa a Michigan llevando consigo una carta que Jonathan había escrito, en la que expresamente manifestaba su deseo de donar sus órganos al momento de su muerte, que a sus 19 años de edad era de suponer ocurriría mucho después.
Jonathan es nieto de mi querido y admirado amigo Pancho Mattei, con quien yo intercambio continuamente correspondencia y comunicación telefónica, y quien me fue relatando paso sobre paso esta tragedia familiar.
Algo recuperado del impacto inicial de la trágica noticia, el pasado 18 de enero Pancho me escribió una extensa y emotiva carta en la que me dice: “El traslado de su cuerpo hacia otra facilidad médica para remover sus órganos se efectuó con mucha solemnidad”.
“El cuerpo recorrió varios pasillos en una camilla especial, le seguían mi hija, su padre, amigos de la familia, enfermeras, doctores especialistas, seguridad y un pastor”.
“Antes del cuerpo ser trasladado para la remoción de órganos, el director médico habló y le dio las gracias a todos los que trataron salvarle la vida, y a él, Jonathan, por donar sus órganos y eventualmente salvar la vida a otros que esperaban por los órganos donados”.
“La carta escrita por Jonathan, fue leída; seguidamente se escucharon aplausos y brotaron lágrimas de los ojos de muchos que se encontraban presentes”.
“Luego de ser removidos sus órganos, el cuerpo fue cremado. Ya tenemos acá sus cenizas, en Florida”.
El resultado de la donación, según lo relata en su informe Gift of Life de Ann Arbor, fue del modo que sigue:
Una adolescente de 17 años recibió su riñón derecho.
Un varón de 58 años recibió el izquierdo.
Una niñita de 4 años recibió un segmento de su hígado.
Una dama de 57 años recibió el otro segmento.
Un varón de 67 años recibió su pulmón derecho.
Un varón de 57 años recibió el otro.
Finalmente, un varón de 46 años recibió su generoso corazón.
Yo sé lo que es recibir de súbito la inesperada noticia de la muerte de un hijo. Yo lo viví, Solimar.
En consecuencia, son muchas las reflexiones personales y familiares las que provocan este escrito. Prefiero, sin embargo, reflexionar en futuro y en colectivo.
Este hecho de la donación de nuestros órganos vitales es algo de lo que no nos gusta hablar y lo comprendo, pero estamos en el imperioso deber de hacerlo, como también lo hizo en su día el inmenso Churumba.
No hacerlo es un temeroso egoísmo.
Cuando nuestra muerte esté consumada, cuando ya no hay apelación posible, podemos darle vida a siete semejantes: nuestra alma puede vivir en siete cuerpos como lo hace hoy Jonathan Connors Mattei, dándonos con ello un gran ejemplo.
Hacerlo enaltece aún más su venerable recuerdo.
El ejemplo de este joven me provoca esta delicada reflexión. Vaya por delante el enorme respeto que le debemos a la vida en todo momento y ante toda circunstancia.
Ahora bien, cuando se ha certificado médicamente que en ese cuerpo cesó la vida, hay otros seres en espera, otras vidas todavía existentes, pero altamente amenazadas, que reclaman urgentemente el reemplazo de un órgano vital.
En tal caso, el respeto que le debemos a la vida que se extinguió, se transfiere a la que, aunque amenazada, todavía existe.
¿Cómo podemos, éticamente hablando, simplificar y acelerar ese proceso de donación? En Puerto Rico lo podemos hacer a través de nuestra licencia para conducir vehículos de motor. Más simple aún, desde el mes de agosto del año 2022, lo podemos hacer a través de la aplicación CESCO Digital ¡Así de sencillo!
Con este servicio en línea usted no tiene que ir personalmente a un Centro de Servicios al Conductor. Puede hacerlo ahora mismo, si así lo desea, a través de su celular o computadora.
Planteo el tema con toda sensibilidad, agradecimiento y convicción, estimulado por el ejemplo de amor y desprendimiento del nieto de mi querido amigo Pancho Mattei e hijo de Solimar Marie, quienes junto al resto de la familia todavía lloran su repentina ausencia.
Palabras profundas,creadoras de conciencia material y espiritual que surgen de la Fortaleza del alma y el character del autor!
Realmente es lamentable la partida de un joven apenas comenzando a vivir. Creo que el dolor más grande que puede sufrir un ser humano es la pérdida de un hijo. No estamos preparados para eso porque es contrario al orden natural. Uno espera que los hijos entierren a uno y no a la inversa. He tenido la version de primera mano de personas que han perdido hijos; como por ejemplo Juan Mari Bras, Hermes Acevedo Lebron y otros y en verdad es devastador. Ni se diga cuando se trata de un nieto. Pero es sumamente admirable el gesto de este muchacho, que a su edad tuvo la conciencia de donar sus órganos cuando le sobreviniera la muerte. Es un gesto sumamente noble que hay que admirar y que deja patentemente establecido de quien era realmente este joven. Descanse en paz y aunque no tuve el gusto de conocerlo me apena grandemente su pérdida.