Tener un talento sobre dotado es importante. Sin embargo, es más importante utilizar ese gran talento para el bien, para lo bueno.
Una figura pública internacional como Henry Kissinger, por ejemplo, tenía un coeficiente intelectual excepcional, pero lo utilizó para la maldad.
Michael J. González Guzmán era un sobre dotado intelectual que utilizó su talento para acciones como sus continuos experimentos para combatir el cáncer con plantas como el anamú y con altas dosis de vitamina C, en la que él tenía entera fe.
Muchos conocemos la peligrosidad del afán de riqueza de la industria farmacéutica, un Leviatán que puede arrasar con todo lo que se le ponga por delante.
Michael, doctor en Química, Física y Medicina Nutricional, además de profesor en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, utilizó esos conocimientos, su saber, internacionalmente reconocidos, para denunciar los artilugios, las artimañas de esa industria voraz, en procura de más y más riqueza y en perjuicio del pueblo consumidor.
Una de sus características más valientes en este sentido era restarle públicamente jerarquía y valoración a la propaganda médica que invade día a día muchos medios publicitario-propagandísticos, a todo riesgo.
Michael era todo nobleza, generosidad y bondad. Era un niño grande, limpio, con la sana ingenuidad que tienen nuestros pequeños.
Era un friebrú del baloncesto y jugando en una liga para adultos sufrió la lesión en una rodilla que, a la larga, fue el detonante que le causó la muerte.
Niño al fin, le gustaba hacer travesuras. A manera de ejemplo, en una ocasión estuvo cerca del lugar donde se le hacía un homenaje póstumo a Pachín Vicéns, junto a su nieto, a quien yo bauticé como “Pachincito” y así se ha quedado.
En reciprocidad, el nieto me llama “Yoya” queriendo decir “Ayoroa”.
En eso, uno de los organizadores del acto póstumo se salió del lugar para acercarse a Michael y preguntarle: “¿quién es usted?”
Él le respondió: “ Yo soy el abuelo de Pachincito”; a lo que la persona le dijo: “Ah, pues entonces usted debe estar adentro, y lo sentó en la mesa presidencial, justo al lado de una monja, María Dolores Vicéns, hermana de Pachín.
Desde allí me llamó para narrarme lo sucedido, con la picardía de un niño que acaba de hacer una travesura.
Cuando el repechaje de baloncesto en el Choliseo, me escribía desde las gradas, donde se encontraba, opinando sobre lo próximo que debía hacer Nelson Colón, dirigente de nuestro equipo nacional.
Así era Michael, espontáneo, sano, cariñoso, con gran picardía y alegría de vivir.
Todos los que lo hemos conocido, hoy lloramos profundamente su repentina partida.
“No perdono a la vida, ni a la nada”, como dice el poeta de Orihuela en su Elegía a Ramón Sijé.
Nuestras más sentidas condolencias a su esposa Enid, a sus hijos y a Pachincito, de parte de “Yoya” y de su esposa Rocío.
Ponce y todo Puerto Rico tienen motivos para estar de luto. Ha muerto el genio de la lámpara, quien satisfizo deseos sin límite.
Su lámpara maravillosa siempre estuvo encendida, el genio siempre estuvo disponible para cuantos lo necesitamos.
El velatorio del doctor González Guzmán iniciará a la 1:00 de la tarde de este viernes, 26 de julio, en la Funeraria Jackie Oliver de Ponce y su despedida ocurrirá este domingo, 28 de julio, cuando la comitiva fúnebre se dirija al Camposanto Cristo Resucitado a las 10:30 de la mañana.
QDEP