Diógenes Ballester es un visionario y un misionero con un corazón especial, un alma bondadosa y un espíritu revolucionario.
Conocerlo y conocer su gesta es una revelación.
Su más reciente obra comprende una complejidad, profundidad y significancia cultural única para nuestra identidad como puertorriqueños, sureños, ponceños y en especial para los playeros.
Desde el 2004, Diógenes junto a su amada esposa Mary Boncher (QEPD) y un grupo de colaboradores emprendieron el desarrollo de La Casa. Escuchar de su voz el proceso, es capturar la narrativa de la vida y evolución de una infraestructura cultural vital que se ha ido haciendo en el diálogo, en la conversación y, como expresa el propio Diógenes, en la unión y armonía de un grupo creciente y evolutivo, de una comunidad de colaboradores y cocreadores empoderados de una organización emergente.
Desde el número 11 del Callejón del Tiro, este contingente ejecuta solidariamente una misión para la cultura.
Este pasado viernes 24 de marzo, en la entrada a una nueva primavera y a 19 años de su inicio, abrió finalmente sus puertas La Casa del Arte y la Cultura de La Playa de Ponce. Nació así en La Playa una nueva institución sui generis: es decir, única en su clase o especie, no solo aquí en Puerto Rico, sino que es ejemplar a nivel caribeño, latinoamericano e internacional.

“Considero que estas instalaciones son parte de mi esfuerzo por rescatar y explorar la historia de la población afrodescendiente, la diáspora en Ponce que está conectada con el Caribe y el mundo a través de nuestras raíces y realidades ancestrales”, expresó Diógenes justo un día antes de la apertura, durante la Cumbre Afro 2023 y en su ponencia El arteologista conectando al pueblo a través de los ancestros.
Y es que Diógenes es un filósofo; un creador de conceptos.
Su genialidad filosófica, su fuerza creadora y su empatía comunitaria se mezclan en la conceptualización de ideas transformadoras que se cocrean con su contingente sinergético. La obra de Diógenes es transcaribeña y transnacional, y en ellas se ponen en práctica visual y escrita las ideas de «apropiación de la historia” para desde aquí proponer una manera alterna de crear sostenibilidad verdadera, para formar parte de una exploración continua de la globalización, la inmigración y la interacción entre culturas en metrópolis como Nueva York y París, ciudades donde el artista vivió y fue testigo de los intercambios globales entre culturas.
“La muerte de mi padre en 1999 reafirmó mi espiritualidad y mi compromiso con mis raíces. Estas experiencias e ideas empezaron a manifestarse en mis expresiones artísticas de instalaciones de altares y capillas para la reflexión sincrética. En los años siguientes, mi obra fue adquiriendo progresivamente símbolos y discursos más transcaribeños y luego transnacionales.
La Playa de Ponce es una comunidad que se abraza culturalmente, sosteniendo y conservando valiosos patrimonios y tradiciones. Es una comunidad empoderada y organizada que gesta con ímpetu y excelencia iniciativas como la Casa Museo del Vejigante, impulsada por el Carnaval de La Playa de Ponce.
Por eso, escuchar a Diógenes contar su trayectoria artística internacional es cautivante. Especialmente, por la forma en que nos cuenta cómo su amada Playa es su lugar referente, su centro y base para una carrera que ha tocado todos los continentes de nuestro planeta.
Sus inicios en los talleres de los Centros Sor Isolina Ferré, sus estudios universitarios en la Pontificia Universidad Católica; esos diálogos con Síster Isolina que lo impulsan a New York y el mundo, y su entrañable regreso para devolver a La Playa lo que La Playa le brindó, es energía pura, fuerza, inspiración y valor.
La fundación de una institución es la aportación de más alto calibre que un ciudadano puede hacer por su comunidad y ciudad. Que la institución sea de base cultural y comunitaria, es aún más encomiable, ya que su gestión impacta la médula de nuestra identidad como pueblo.
Ahí, justo ahí, está la gesta de este enigmático contingente sinergético que une a gestores culturales, artistas y creativos multidisciplinares, historiadores, científicos sociales, trabajadores sociales de todas las generaciones. Un liderato comprometido con la descentralización y la redistribución de recursos, y roles para desde aquí proponer una nueva institución, un liderato comprometido con una agenda apremiante enfocada en la descentralización y redistribución de recursos y roles para fomentar una verdadera sostenibilidad comunitaria y cultural.
“A medida que avanzamos hacia el incierto futuro del siglo XXI como puertorriqueños en la isla y como parte de la diáspora, pero quizás lo más importante como miembros de la raza humana, nos enfrentamos a un sistema capitalista globalizado cada vez más destructivo, a la explotación intensificada de la gran mayoría de la gente al servicio de unos pocos, a la continua degradación miope de la tierra, el agua, el aire y las fuerzas vitales, que son necesarias para sostenernos”, expresa Diógenes en su mirada al presente y futuro de su obra.
“Veo que mi trabajo continúa por el camino de ser un Arteologista. La verdad es que tenemos problemas, al igual que nuestro planeta. Aunque las respuestas al futuro no pueden encontrarse totalmente en el pasado, creo que debemos mirar al pasado y al significado transmitido por nuestros antepasados, si queremos crear un futuro viable para la raza humana que se base en el respeto y la armonía”,
“En este proceso, cada cultura tiene mucho que ofrecer. Mi esperanza es que, a medida que encontremos y nos centremos en el significado común que ha sustentado nuestras diversas culturas, encontraremos la base para trabajar juntos con objetivos colectivizados. Esta es mi labor como arteologista y el tema central de mi trabajo actual”, puntualiza.
Durante la pasada década, nuestra realidad como país ha estado plagada de retos económicos, políticos, naturales y sociales, entronizados en nuestra realidad colonial. En el pasado, hemos errado en adoptar modelos foráneos de revitalización para nuestras ciudades y comunidades.
Con la fundación de La Casa del Arte y la Cultura de La Playa de Ponce estamos ante la oportunidad histórica de fortalecer los procesos endógenos y dotar la comunidad y sus organizaciones de los instrumentos para la descentralización de los recursos y, con esto, procurarnos una justicia socioeconómica verdadera y sostenible: instrumentos como fideicomisos de tierra, bancos comunitarios de tierra y otras capacidades legales de autogestión y mecanismos de fortalecimiento en que se geste un verdadero desarrollo sostenible en unión y armonía.
La Casa del Arte y la Cultura de La Playa de Ponce es un legado en vida.
Un playero con un corazón inmenso nos enseña de qué se trata el bien común, ejemplificando con su práctica creativa la inversión social más innovadora que nuestra cultura haya experimentado en tiempos recientes. Es por esto nuestro llamado a apoyar esta transcendental gesta, para garantizar su sostenibilidad.
Esta es una gran oportunidad, oportunidad de sinergias entre comunidad, academia, organizaciones, gobierno y empresa privada para unir fuerzas apoyando La Casa en sus años fundacionales.
Nosotros estamos aquí para apoyar, colaborar y contribuir a su sostenibilidad. Ese es nuestro compromiso.
El autor es arquitecto, urbanista y presidente del periódico La Perla del Sur.
La Playa de Ponce, es La Playa de Ponce. En ella hay tres espacios maravillosos de arte, cultura, tradición y vida. A saber, el hogar/taller del maestro Antonio Martorell, la Casa Museo del Vejigante del maestro Miguel Pérez y la Casa del Arte y la Cultura del maestro, Diogenes Ballester.
Tres grandes maestros en un solo Barrio, La Playa de Ponce.
Es qué hay nace la riqueza de los pueblos. Está en la personas y si se une por un BIEN en común; es el caminó. En ella está esa sensación profunda llamada la alegría. Felicidades!
Excelente.
Ponce, la tierra de Agüeybaná.
De Diógenes y Martorell.
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