Esta semana el gobernador Pierluisi afirmó que dejar sin efecto el contrato con LUMA y volver a la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) sería una película de horror.
El planteamiento del gobernador, sin embargo, desestima el dolor y el sufrimiento que LUMA ha causado y sigue provocando a este pueblo, por su ineficiencia y falta de capacidad para operar el sistema eléctrico de Puerto Rico.
La verdadera película de horror la vive Puerto Rico desde hace 18 meses.
Todavía se están contando los muertes ocasionados por la falta de energía eléctrica tras el paso del huracán Fiona por el Caribe. La tardanza irrazonable para reestablecer el servicio se debe a que LUMA no tiene el personal necesario para hacer el trabajo para el cual se le contrató.
Por eso LUMA nunca ha querido decir cuántos celadores tiene trabajando. Siempre recurre a generalidades. Tampoco ha dicho cuál es la experiencia de ese personal, pues la mayoría son principiantes.
La falta de personal es evidente y pública desde que LUMA comenzó a operar el sistema eléctrico. Nunca el gobernador le ha exigido cumplir con este requisito esencial. Ya van casi dos años y la situación sigue siendo la misma. Ese es el film de terror que vivimos actualmente.
No obstante, el descaro no termina aquí.
Los comentarios del gobernador tienen el propósito de distorsionar, de representar falsamente al país que dejar sin efecto el contrato de LUMA es volver a lo peor de la Autoridad de Energía Eléctrica. Nada más lejos de la verdad.
Ninguno de los grupos que abogan para que se deje sin efecto el contrato con LUMA plantea regresar a lo que teníamos antes. Todo lo contrario: se plantea una nueva compañía eléctrica de Puerto Rico, creada mediante una ley orgánica que establezca una corporación pública que sea totalmente despolitizada, profesional y democrática.
Muchas organizaciones han hecho el diagnóstico de lo que pasó con la AEE. Todas coinciden en que las causas de la debacle y la quiebra fueron la alta politización, el nombramiento de personas a la gerencia sin las competencias adecuadas -y por el mero hecho de pertenecer a un partido político- y la falta de participación democrática de los diversos sectores afectados.
Para colmo de absurdos, los comentarios del gobernador también intentan demonizar a los trabajadores de los sindicatos de la AEE, aun cuando nunca tomaron las decisiones que llevaron a esta entidad a la quiebra económica y operacional.
Todas las decisiones sobre operaciones, proyectos fallidos, emisiones de bonos fraudulentas e impagables fueron empujadas por ejecutivos nombrados por gobernadores de turno y avaladas por los políticos nombrados por el bipartidismo en las últimas dos décadas. Por tanto, es intrínsecamente falso plantear que la culpa la tienen los trabajadores.
Mientras tanto, la película de terror continúa y seguirá con LUMA.
Su incompetencia no va a mejorar. Los constantes apagones y las fluctuaciones en el voltaje que han dañado incontables equipos electrónicos a lo largo y ancho del país continuarán siendo la orden del día. Esto porque LUMA tampoco tiene el personal suficiente y de experiencia para operar la red de manera eficiente.
LUMA tampoco tiene los incentivos ni los controles para reducir los costos operacionales de manera que estos se reflejen en la factura. LUMA está guiada por el ánimo de lucro y por el interés de sus accionistas, no por las necesidades del pueblo.
Ya Puerto Rico experimentó tres veces una privatización similar con la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados. Los tres intentos fallidos costaron millones de dólares. El gobierno no aprendió de esas malas experiencias y de manera testaruda e inconsciente privatizó el servicio eléctrico de Puerto Rico.
Las consecuencias las estamos viviendo y sufriendo ahora.
Los servicios esenciales de un pueblo no pueden estar sometidos a la lógica del mercado y la ganancia por simple y lógica razón: porque eso afecta el bienestar, el crecimiento y desarrollo económico de nuestro país.
El gobernador sigue repitiendo las narrativas falsas que dieron paso a la privatización de la AEE y por eso un conglomerado de organizaciones reclama la celebración de un debate donde se pueda discutir a fondo el problema del sistema eléctrico de Puerto Rico. Es la única manera de aclarar las dudas del país y desmentir a los que defienden la gestión de los accionistas de LUMA Energy en contra del pueblo de Puerto Rico.
El contrato de LUMA Energy expira el próximo 30 de noviembre. El gobernador de Puerto Rico no debe renovarlo y el mundo no se va a acabar si no se renueva.
El propio contrato establece un proceso de transición que puede ser rápido. Durante ese proceso hay oportunidad para crear la nueva ley habilitadora de la nueva compañía eléctrica de Puerto Rico y, de esa manera, se podrá dar continuidad a los proyectos de reconstrucción del país, así como a la transición hacia la energía renovable que dicta la política pública de Puerto Rico.
De paso, LUMA no cree en la energía renovable y solamente le interesa perpetuar la quema de combustibles fósiles. Por tanto, no existe ninguna razón para que ese contrato continue.
Si el gobernador decide extender el contrato de LUMA, será el responsable de los desmanes de LUMA y de los daños que, sin duda, sufrirá y acumulará el pueblo de Puerto Rico.
Muy buena columna como siempre Emmanuelli dando en el clavo !!!!
Estoy muy de acuerdo con lo antes dicho por usted, es cometer los mismos errores anteriores, Luma no ha demostrado nada, es otro problema buscado a los mucho qué ya tenemos..
Hay que destacar que usted ejerce como el abogado de la UTIER… Que se quede LUma.
Muy bien plantado y con un sentido común y de lógica lo que usted dice. Al gobernador no le importa el pueblo. Ya la gente se ha dado cuenta. No ha mostrado ni un pizco de empatía ni de piedad.A él solo le interesa los grandes intereses aunque el pueblo se joda.
En lo personal tengo mejor servicio de luz que en el pasado. Muchas son las personas que me dicen lo mismo. Estoy dudando que Luma sea tan mala como alegan algunos analistos en los medios.
Esta claro que a Pierluisi no le importa el efecto que la presencia de Luma pueda tener en la calidad de vida de los puertorriqueños y la economía del país