Si hay un campo en el que la inteligencia artificial desempeña un papel esencial es el de la robótica, una revolución equiparable a la industrial que se enfrenta a retos como el de saltar de las fábricas a las casas y que los expertos conciben como una oportunidad, incluso para cambiar el modelo productivo.
En una entrevista conjunta con EFE, los catedráticos de la Universidad de Granada (España) Juan Manuel López Soler, del departamento de Teoría de la Señal, Telemática y Comunicaciones, y Eduardo Ros Vidal, de Arquitectura y Tecnología de los Computadores, analizan la progresiva implantación de tecnologías disruptivas como el 5G y la robótica.
Actualmente, en torno al 95 por ciento de la robótica se circunscribe al ámbito industrial. Aún no ha salido de las fábricas, y para que eso ocurra, para lograr que interaccione con las personas y ayude en otros campos como el sanitario o el doméstico, hacen falta «muchos ingredientes de inteligencia artificial», como por ejemplo el tiempo de respuesta y el desarrollo de movimientos más ágiles, eficientes y seguros, explica Ros Vidal.
«Un robot tiene que saber cada dos milisegundos qué es lo que tiene que hacer. Y si no le llega eso, simplemente se parará», resume. Algo que cobra especial importancia cuando se traslada a aplicaciones como la conducción autónoma, la sanidad inteligente, la agricultura de precisión o la realidad aumentada, agrega López Soler.
Todo ello requiere una alta fiabilidad, porque «¿quién entraría a un quirófano con un cirujano en remoto si va a fallar la comunicación?», apunta este catedrático, para quien la inteligencia artificial ha supuesto un plus en la aportación de esa fiabilidad, uno de los componentes nuevos en 5G y en 6G, generación en la que ya se trabaja.
«Cuando el modelado analítico no tiene una respuesta contundente, cuando la formulación matemática del problema no da una solución final, necesita ir más allá y tirar de la aproximación y la potencia que tiene la inteligencia artificial», señala.
Del ámbito industrial al doméstico
La robótica abarca numerosos campos, por lo que son muchos y variados los retos a los que se enfrenta, como el de evitar, en el ámbito industrial, que las máquinas funcionen de forma aislada, de modo que el operario pueda tener una visión global de todo el proceso de industrialización, explica Ros Vidal.
En el ámbito doméstico, el reto es sin embargo el de la seguridad: «Hoy en día tenemos (el robot aspirador) roomba, que no es potencialmente peligroso porque no se puede levantar, pero tener un robot del mismo tamaño que un humano en casa para ayudarnos en otras tareas no debe fallar, porque la fuerza del golpe de un humano es moderada, pero la de un robot industrial es todo lo contrario».
Por ello, el tipo de robótica que se trasladará al ámbito doméstico es «totalmente distinto» al que ya funciona en el industrial, indica Ros Vidal, para quien el salto de los robots de las fábricas a las casas es el principal reto, algo para que lo posiblemente quedan décadas, porque «la seguridad tiene sus tiempos, no es solo diseñar esa tecnología, sino aprender a manejarla y certificarla».
Frente al recelo y las suspicacias que despierta la robótica en algunos sectores de la población por el temor a que las máquinas acaben suplantando determinadas actividades, López Soler concibe estos avances como «una oportunidad».
«Tanto la robótica como las comunicaciones avanzadas y las redes de última generación posibilitan el nacimiento de un ecosistema nuevo donde surgen oportunidades. Frente a modelos tradicionales donde las empresas necesitaban ser operadores con grandes inversiones, ahora se está vislumbrando la posibilidad de que pequeñas empresas, pymes y ‘startups’ (empresas emergentes) con origen en la universidad o en cualquier otra fuente de conocimiento sean una oportunidad», destaca.
Cualquier transformación requiere de una adaptación de la sociedad a los nuevos avances tecnológicos, «igual que ocurrió en revoluciones industriales anteriores», opina Ros Vidal, que sí cree que el tipo de vida y de trabajo cambiará pero a mejor.
La institución académica colabora en investigaciones internacionales relacionadas con el avance de la inteligencia artificial en el entorno industrial -integrar tecnología de gemelos digitales y utilizarla para el control eficiente y seguro en robots-, o con el estudio del funcionamiento del cerebro desde el prisma de las máquinas computacionales.
Entre otros proyectos, figura uno, comenta Ros Vidal, dirigido a sincronizar distintas máquinas a través de las telecomunicaciones: «Sincronizamos las bolsas de Nueva York, Fráncfort (Alemania) y otras internacionales para garantizar que las transacciones van en el orden adecuado».