AES Puerto Rico, la empresa que orquestó con éxito un rescate financiero gubernamental de $200 millones y uno de dos nuevos contratos con valor de $7 mil millones para vender al país energía solar, ha vuelto a violar reglamentos y leyes ambientales al envenenar por sexto año consecutivo el suelo y acuífero del barrio Puente Jobos en Guayama.
Como detalla el más reciente reporte anual de la carbonera, su montaña de cenizas sigue filtrando al subsuelo y agua subterránea químicos como litio, selenio y molibdeno en concentraciones que exceden los límites de seguridad requeridos por normas federales.
De igual modo, en uno de sus pozos de monitoreo se volvió a detectar arsénico en densidades no permitidas, un hallazgo que ejecutivos de la empresa omiten como relevante por tercer año consecutivo.
A pesar de estos datos y el cúmulo de violaciones, la carbonera no ha sido sancionada por la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA), ni el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
El informe de 227 páginas, comisionado y sufragado por AES Puerto Rico, recoge los resultados de las muestras de agua extraídas -entre abril y octubre del 2023- en 12 pozos de monitoreo hincados junto al vertedero de cenizas que la compañía mantiene al sur de su solar industrial y a 900 metros al norte de la bahía Las Mareas.
El pasado 7 de noviembre, ese depósito acumulaba seis millones de pies cúbicos de cenizas de carbón y alcanzaba los 75 pies de altura, el equivalente a un edificio de ocho niveles. Vecinos de la carbonera han advertido que su volumen se ha incrementado aún más en los pasados tres meses.
Aun cuando los acuíferos bajo el solar industrial de AES no son potables, los tóxicos de las cenizas podrían naturalmente migrar al sur, hacia la bahía Las Mareas y el Mar Caribe. Asimismo, a ambos ecosistemas y a los humedales próximos. Esta posibilidad está bajo estudio de la EPA, agencia federal que no ha precisado cuándo revelará los resultados de una evaluación hecha en la zona el pasado mes de marzo.
Catalogado entre los elementos más tóxicos que puedan existir, el arsénico en agua tiene efectos cancerígenos, afirma el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer. Aun en dosis bajas, puede causar irritación del estómago, los pulmones e intestinos, y a largo plazo problemas en el desarrollo, neurotoxicidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, advierte la empresa especializada en el tratamiento de aire y agua Lenntech.
Tanto el arsénico como el litio, selenio y molibdeno también pueden bioacumularse en crustáceos, peces y flora marina, vectores capaces de transferirlos a la cadena alimenticia humana.
Espejo que pocos miran
Las cenizas de carbón que han propiciado esta contaminación no solo permanecen en el solar industrial del barrio Puente Jobos en Guayama. También yacen bajo el suelo de este y otros 11 municipios de la isla, entre los que figuran Salinas, Dorado, Juncos, Caguas, Toa Alta, Ponce y Mayagüez.
Según certificó al Senado de Puerto Rico el ex vicepresidente de la carbonera Ron Rodrique, entre los años 2004 y 2011 dos millones de toneladas de cenizas fueron utilizadas como material de relleno en proyectos residenciales y comerciales, además de carreteras y estanques de retención de agua, sin ningún material protector que impida que los elementos tóxicos del polvo grisáceo se transfieran a la tierra, quebradas y acuíferos, mediante lluvia o escorrentías.
Como evidenciaron en el 2016 La Perla del Sur y el Centro de Periodismo Investigativo, existe prueba irrefutable de que el desecho tóxico fue a parar al menos a 36 comunidades de Santa Isabel, Salinas y Guayama.
Entre ellas, las urbanizaciones Parque Gabriela II, Valles de Salinas, Marbella, Estancias de Dulces Sueños, Mar del Caribe, Villa Serena y Ranchos Guayama. También fue depositado en proyectos comerciales como Arboleda Shopping Court, Portofino Plaza, Los Recreos Plaza y Arroyo Town Center.
Asimismo, en el conector Dulce Sueño en Guayama, una vía de cuatro carriles y dos kilómetros de extensión que se completó en el año 2016 a un costo de $3.2 millones.
Según declaraciones hechas por ejecutivos de AES en vistas públicas, solo allí se emplearon entre 30 mil y 50 mil toneladas de cenizas como relleno: una capa de hasta seis pies de altura evidente en los costados de la carretera, que se desplaza hasta el río Guamaní cuando maquinaria pesada de mantenimiento remueve vegetación y corteza en sus laterales.
El destino de otro millón de toneladas producido por la carbonera hasta el año 2016 es desconocido. Ni siquiera el DRNA tiene constancia de la ubicación exacta de este cúmulo de desechos, como reconoció en una carta al Senado de Puerto Rico la expresidenta de esa agencia, Tania Vázquez Rivera. En Puerto Rico, esta agencia es la principal responsable de velar porque se cumplan normas y leyes ambientales.
Vaticinio cumplido
No obstante, un estudio recientemente completado por el Colegio de Químicos de Puerto Rico podría demostrar que los peores vaticinios ya se están concretando.
Bajo la dirección del doctor Osvaldo Rosario López, la entidad realizó un análisis químico del agua potable que se obtiene de pozos cercanos a depósitos de cenizas de AES Puerto Rico y que se sirve a viviendas en los municipios de Guayama y Salinas.
Según supo La Perla del Sur, en las muestras tomadas se identificó “la huella dactilar de las cenizas”, al constatarse la presencia de sobre una decena de elementos peligrosos, característicos del desecho.
La combinación específica de químicos detectados, adelantó Rosario López, solo se manifiesta en las cenizas de carbón que generan centrales eléctricas como AES Puerto Rico.
En Salinas, donde permanecen bajo tierra sobre 669 mil toneladas de cenizas tóxicas, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados sirve a 25 mil habitantes agua potable obtenida únicamente de pozos hincados en esta localidad, los que a su vez se nutren del Acuífero del Sur.
Los resultados de este estudio serán revelados hoy lunes durante una conferencia de prensa a efectuarse en la sede del Colegio de Químicos en San Juan.