Con tasas de incidencia y positividad de Covid-19 fuera de control desde hace meses, en Puerto Rico el panorama no luce alentador.
Al tiempo en que se confirma otra alza de casos propiciada por las celebraciones de fin de año, la primera Navidad sin restricciones desde la declaración de la pandemia -y sin mandato para el uso obligatorio de la mascarilla ni limitaciones de aforo en lugares cerrados- agrava el panorama.
El umbral recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para considerar la epidemia controlada son 10 casos por cada 100 mil habitantes y un máximo de cinco por ciento de positividad.
Sin embargo, las estadísticas publicadas en el bioportal del Departamento de Salud de Puerto Rico apuntan a que este viernes, 2 de diciembre la tasa de positividad estaba en 23.15 por ciento, casi cinco veces más de lo recomendado, y la incidencia en 214.86, 21 veces más.
Al presente 76 de los 78 municipios de Puerto Rico tienen un nivel de transmisión alto. Asimismo, según el informe de Indicadores para la Semana Epidemiológica número 46, del 13 al 19 de noviembre se reportaron 7,001 casos, siendo el día 14 el de mayor incidencia registrada en ese período, con 1,693.
De las estadísticas oficiales trasciende además que durante el mes de noviembre ocurrieron 110 muertes por Covid-19. Solo en el 21 y el 24 de noviembre fallecieron ocho personas cada día, y el promedio diario de defunciones de los pasados siete días es de tres.
Desde que empezó la pandemia, han ocurrido 5,383 decesos por esta causa.
“De verdad no entiendo para qué recogen los datos y para qué los publican”, puntualizó la epidemióloga y catedrática de la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, Cruz María Nazario.
“Si no los van a utilizar de una manera adecuada, ¿para qué están gastando tanto dinero en este sistema de vigilancia?”, cuestionó además sobre el rol del Departamento de Salud en el manejo de la epidemia, a meses de cumplir su tercer año.
“Los sistemas de vigilancia en salud pública se establecen para tomar acciones de protección y el principio más importante que tenemos en salud pública es primero precaver. Lo más importante es tratar de reducir la tasa de contagio. Y ¿cómo lo hacemos? Utilizando la mascarilla, lavándonos las manos y usando las medidas de precaución”, agregó.
No obstante, denunció que las acciones del Gobierno de Puerto Rico este año evidencian que abandonó la prevención como política pública y que transfirió a los individuos la responsabilidad de protegerse.
“El Estado, al traspasarle esa responsabilidad a las personas, se lavó las manos. Y eso no es salud pública”, sentenció por su parte el epidemiólogo y médico generalista Alberto Rosario.
“Ellos se rindieron. Entonces, ¿cuál es la función del Departamento de Salud si no es velar por la salud?”, continuó.
Estos cambios, sumados a la eliminación del uso obligatorio de la mascarilla, inminentemente propiciarán mayor número de contagios e, incluso, de mayor gravedad al combinarse con otras tras enfermedades respiratorias que afectan actualmente a la población puertorriqueña: la influenza, el micoplasma y el virus respiratorio sincitial.
Como consecuencia, el panorama para esta Navidad luce “tétrico”, a juicio de Rosario.
“Al quitarse todo esto (las restricciones), no solamente está la gente con Covid, sino con micoplasma e influenza. En tres meses, tengo pacientes que les ha dado Covid y micoplasma, o Covid e influenza”, dijo el galeno con oficina médica en Manatí, donde atiende a pacientes de esa localidad y pueblos como Vega Baja, Ciales, Florida y Barceloneta.
Múltiples infecciones simultáneamente
Estas combinaciones, observó el doctor Rosario, culminan con personas tardando más en recuperarse y algunos, incluso, desarrollando Covid persistente.
El Covid persistente, también conocido como Covid de larga duración, puede afectar a individuos durante semanas o meses, con síntomas que les dificultan llevar a cabo actividades diarias, explica en su portal el Departamento de Salud federal.
“Se les da el tratamiento, se recuperan y después regresan. Los tienes semanas en terapia hasta que se logran estabilizar y hay que dejarlos con medicamentos de mantenimiento, porque no se pueden descuidar”, explicó el médico.
Por su parte, la profesora Nazario añadió que luchar contra más de una enfermedad a la vez es una carga demasiado pesada, sobre todo para los adultos mayores.
“Imagínate que una persona de mayor edad con el sistema inmunológico deteriorado o una persona joven con problemas de salud, tenga dos o tres virus en su cuerpo. Es una carga muy grande para que el sistema funcione y pueda recuperarse”, precisó.
Hasta el 21 de noviembre, los casos de influenza en esta temporada totalizaban 7,971.
A pesar de que esos números ya rebasaron el umbral de alerta y el umbral de temporada, según estipuló el mismo Departamento de Salud, todavía no se ha declarado una epidemia.
Por otro lado, Rosario resaltó que hace falta poner en marcha una vigilancia de micoplasma, pues el país está a ciegas sobre el desarrollo de esta enfermedad.
“Yo quisiera que se comenzara a hacer una vigilancia de los casos de micoplasma, porque son muchos. En base a la experiencia que tengo en mi oficina y con los otros colegas con los que he hablado, son como un 75 por ciento de los casos de influenza. Al haber una vigilancia es más fácil tener control de la enfermedad”, observó.
Llamado al auto cuidado
Debido a que el gobierno ha dejado en manos de cada cual cómo prevenir los contagios por coronavirus, Rosario y Nazario exhortaron a la población a retomar el uso de la mascarilla, que ha probado ser la medida más efectiva.
“Ahora vienen las navidades, vienen las fiestas y hay mayor oportunidad de contagio. La vida tiene que continuar, es verdad. Yo no estoy pensando que vamos a regresar de nuevo al encierro, pero sí creo que la única forma que tenemos para bajar esa tasa de positividad y esa transmisión comunitaria es usar mascarilla, mantenerse separados de la gente, no ir a lugares donde hay muchas personas y con aire acondicionado”, enumeró Nazario.
Rosario, por su parte, recalcó que la pandemia no ha finalizado y que, por ello, es necesario mantener las medidas preventivas.
“La realidad es que la gente se cansó de todo esto, de la vacuna, de las mascarillas, de recibir todo este sonsonete. Pero uno no se puede dejar, uno no puede cansarse, uno tiene que seguir haciendo lo que hay que hacer”, sentenció el médico.
Estadísticas lo confirman
Luego de la ola de Covid registrada al cierre del 2021 e inicio del 2022, los casos se redujeron con medidas colectivas de control y protección. Pocos meses después, en marzo, el gobernador Pedro Pierluisi Urrutia dispuso que el uso de la mascarilla sería opcional y ya no habría limitaciones de aforo.
A partir de entonces, la enfermedad se volvió a disparar y la tasa de positividad alcanzó el 33.70 por ciento el 26 de julio. La respuesta gubernamental, en lugar de encaminar medidas preventivas, hizo lo contrario al flexibilizar aún más el uso de la mascarilla en las instalaciones de salud e instituciones educativas.
Transcurrido el verano, Puerto Rico experimentó una baja hasta octubre, aunque nunca llegó al umbral recomendado por la OMS.
La positividad más baja fue de 13.12 por ciento el 12 de octubre. Noviembre comenzó con una tasa de positividad de 15.03 y cerró en 23.93 por ciento.
Como advirtió la epidemióloga Nazario, la situación puede ser mucho más grave, ya que siempre existe un por ciento de casos que no se recogen en las estadísticas.
“Lo más impresionante de la tasa de positividad es que eso no refleja la verdad, porque la positividad mide solamente a los que dan positivo en la prueba”, puntualizó.
“¿Cuánta gente conoces que se ha hecho la prueba en su casa, ha dado positivo y ha llamado al Departamento de Salud para informarlo? Montones. Sabemos que en ese conteo de positivos no está el número completo”, concluyó.