Cuando el exgobernador Luis Muñoz Marín sufrió un accidente cerebrovascular que trastornó su capacidad para comunicarse, su hija Melo Muñoz Mendoza recurrió en auxilio a un doctor recién graduado de la Universidad de Illinois.
Aquel joven de 28 años de edad, quien acababa de asumir la dirección de la Clínica de Patología del Habla de Centro Médico, recibiría del propio líder una encomienda que para el año 1976 cruzaba el umbral de los milagros.
“Ayúdame a hablar, para dar un discurso”, balbuceó entonces quien rondaba los 78 años de edad y pretendía en nueve meses volver a ascender a una tarima para pronunciar un discurso de cierre de campaña electoral y abrirlo con su emblemática máxima “Compatriotas”.
Don Luis lo hizo. Y de esta atípica coyuntura, el doctor Nicolás Linares Orama aprendió que una discapacidad puede advenirle a cualquiera, “a ilustres y a personas comunes”, porque, como ha revalidado a lo largo de su trayectoria, “todos vamos a tener una discapacidad en algún momento de nuestras vidas”.
De aquella causalidad del destino, ocurrida hace casi medio siglo, Linares Orama aprendió además a innovar y a atesorar el trabajo en equipo, herramientas de las que no se ha despegado desde entonces y que ahora confabulan, son génesis y motor, de un nuevo programa doctoral a punto de estreno en el Recinto de Ponce de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR).
Como adelantó el galeno, se trata del primer y único doctorado en Discapacidades Humanas diseñado para capacitar, acreditar e insertar a profesionales -de múltiples disciplinas- en nuevas subespecialidades: todas enfocadas en promover las habilidades de las personas con discapacidad, sus familias y cuidadores.
En este ámbito, recalcó, el universo está huérfano de peritos, mientras que los fondos disponibles -solo para investigación del tema- de entidades como los Institutos Nacionales de Salud en los Estados Unidos rondan los miles de millones de dólares, cada año.
“Lo interesante que tiene este doctorado es que ya puedes tener una maestría o un doctorado en una disciplina y este PHD hace posible que te especialices en discapacidades humanas y te conviertas en el experto en esa discapacidad, donde relacionas tu disciplina con alguna discapacidad”, describió Linares Orama. “Y ese abanico va desde un abogado, hasta un médico, un patólogo del habla, un ingeniero o un artista”.
Sobre las posibilidades prácticas, el gestor del programa relató que ingenieros electrónicos, industriales y mecánicos pueden aprovechar el aprendizaje para aplicarlo a proyectos de asistencia tecnológica y crear aditamentos para personas con discapacidad que, por ejemplo, equiparen su acceso a oportunidades de educación, salud y rehabilitación.
“En el área de las artes también”, continuó Linares Orama. “Hay evidencia de que numerosos niños de Educación Especial como adultos con Alzheimer tienen problemas de conductividad cerebral, con neuronas que no conectan bien, conectan demasiado o no conectan. Y se ha encontrado que la música es un elemento terapéutico importante, que la música ayuda a conectar el hemisferio derecho con el hemisferio izquierdo del cerebro”.
El doctorado también ofrece espacio de crecimiento profesional a estudiosos del Derecho, por sus implicaciones en leyes de educación especial y rehabilitación, así como en disciplinas como la arquitectura y el diseño de interiores.
“Tenemos que empezar a diseñar las casas para cuando estemos viejos”, planteó Linares Orama. “Le llaman el Síndrome de Peter Pan, que creemos que no vamos a envejecer, y tenemos una casa que tiene tres escaleras para el segundo piso”.
Sobre este particular, enfatizó que las potenciales aplicaciones se magnifican. Especialmente, cuando se extrapolan a realidades como el incremento incesante de la población puertorriqueña adulta.
“Estamos envejeciendo y ya lo hemos visto: 16 mil niños nacieron el año pasado de 30 mil que eran hace diez años. Así que vamos a tener una crisis en cuidados a personas de edad avanzada y tenemos que ver cómo somos innovadores con lo que esas personas reciben de ayuda terapéutica, en ayuda social”.
“Y está el otro grupo que son los niños de educación especial”, añadió. “Puerto Rico tiene la prevalencia de niños de educación especial más alta de los Estados Unidos y los maestros están muy retados, porque hay salones de 20 niños donde ocho o diez son de educación especial, las maestras están solas y necesitan nuevos esquemas, porque los nuevos enfoques son a personalizar el servicio”.
“En resumen, el mundo de las personas con discapacidades es muy complejo. Hay elementos biológicos, cognitivos, económicos, sociales, legales, emocionales, y no puedes hablar con un profesional que se pueda especializar en todo eso, porque es imposible”, sentenció. “Ahí radica la importancia de este programa y de la posibilidad de que agrupemos a estos talentos para trabajar en equipo”.
Ese talento, incluso, será entrenado para redactar propuestas de fondos externos, como parte del currículo doctoral, destacó el doctor Mónico Sanabria Mercado, catedrático asociado de la PUCPR y director de la Escuela Graduada en Educación.
“Porque hay mucho dinero disponible para estudios. Se pueden generar fondos para investigaciones más extensas, más a largo plazo, que puedan aportar datos científicos”, indicó.
Sobre este particular, Linares Oquendo dijo además que entre las expectativas de la universidad y el programa doctoral figura el establecimiento de un centro de investigaciones clínicas donde estudiantes y egresados profundicen en sus investigaciones “y puedan escribir una propuesta con la universidad que les permita seguir trabajando con nosotros, haciendo realidad sus proyectos de investigación con fondos externos”.
Como adelantó Sanabria Mercado, el Programa Doctoral en Filosofía en Discapacidades Humanas de la PUCPR hará su estreno el próximo mes de marzo, con cursos vespertinos y sabatinos que abarcarán 52 créditos, entre materias básicas, de especialización y electivas.
“Hay 24 créditos que son los de especialidad, tomando en consideración que el estudiante escoge la discapacidad, y una serie de cursos electivos dirigidos a la especialidad, de diferentes áreas académicas”, precisó el catedrático. Asimismo, “nueve créditos medulares orientados a la investigación y estadística”.
“Se habla mucho de inclusión, y esto es un ejemplo claro de inclusión, de cómo nosotros podemos desde la universidad formar a profesionales que puedan ayudar a que esa inclusión se materialice”, subrayó.
Para orientación personalizada, tanto de forma presencial como virtual, Sanabria Mercado exhortó a que los interesados coordinen una cita, llamando al teléfono 1-787-841-2000, extensiones 1740,1741 y 1742.
“Deseamos que a este programa también se unan alumnos de otros países, para desarrollar la investigación en su país”, puntualizó Linares Orama. “Y este es el único doctorado de este tipo en el mundo”, sentenció.