La peste es responsable de las dos mayores y más mortíferas pandemias de la historia de la humanidad y su evolución y propagación siguen siendo difíciles de precisar. Para ahondar en el origen, un equipo científico ha estudiado más de 600 secuencias genómicas de «Yersinia pestis», la bacteria que la causa.
Los investigadores, liderados por la Universidad McMaster (Canadá), han recorrido así miles de años, utilizando datos y análisis exhaustivos para trazar «la complejísima» historia de Y. pestis. Los resultados se publican en la revista Communications Biology.
Con el fin de comprender mejor los orígenes y el movimiento de la peste bubónica, en tiempos antiguos y contemporáneos, los científicos de McMaster, la Universidad de Sídney y la Universidad de Melbourne completaron un minucioso examen de cientos de secuencias genómicas modernas y antiguas, creando el análisis más grande de su tipo.
La investigación presenta un examen de más de 600 secuencias genómicas de todo el mundo, que abarcan desde la primera aparición de la peste en humanos hace 5,000 años, la peste de Justiniano, la peste negra medieval y la actual (o tercera) pandemia, que comenzó a principios del siglo XX, señala una nota de la Universidad de McMaster.
«La peste fue la mayor pandemia y el mayor acontecimiento de mortalidad de la historia de la humanidad», subraya Hendrik Poinar, director del Centro de ADN Antiguo de McMaster.
Cuándo surgió y de qué huésped puede arrojar luz sobre su origen, sobre por qué irrumpió continuamente a lo largo de cientos de años y se extinguió en algunos lugares pero persistió en otros, y en última instancia por qué mató a tanta gente, explica el investigador.
El equipo estudió genomas de cepas de distribución mundial y de distintas edades y determinó que Y. pestis tiene «un reloj molecular inestable».
Según los investigadores, esto hace especialmente difícil medir el ritmo al que se acumulan las mutaciones en su genoma a lo largo del tiempo, que luego se utilizan para calcular las fechas de aparición.
«Como Y. pestis evoluciona a un ritmo muy lento, es casi imposible determinar con exactitud dónde se originó», concluyen.
Los humanos y los roedores han transportado el patógeno por todo el mundo a través de los viajes y el comercio, lo que ha permitido que se extienda más rápido de lo que ha evolucionado su genoma.
Por ejemplo, las secuencias genómicas halladas en Rusia, España, Inglaterra, Italia y Turquía, a pesar de estar separadas por años, son todas idénticas, lo que plantea enormes dificultades para determinar la ruta de transmisión.
Para tratar de abordar el problema, los investigadores desarrollaron un nuevo método para distinguir poblaciones específicas de Y. pestis.
Esto les permitió identificar y datar cinco poblaciones a lo largo de la historia, incluidos los linajes pandémicos antiguos más famosos, que ahora estiman que surgieron décadas o incluso siglos antes de que se documentara históricamente la pandemia en Europa.
«No se puede pensar en la peste como en una sola bacteria», indica Poinar, quien agrega: «El contexto es enormemente importante, como demuestran nuestros datos y análisis».
Para reconstruir adecuadamente las pandemias del pasado, presente y futuro, los contextos histórico, ecológico, medioambiental, social y cultural son igualmente significativos.
Según Poinar, las pruebas genéticas por sí solas no bastan para reconstruir el calendario y la propagación de pandemias de peste a corto plazo, lo que tiene implicaciones para futuras investigaciones relacionadas con pandemias pasadas y la progresión de brotes en curso como el COVID-19.