Mientras los casos de fiebre símica disminuyen en Europa y partes de África, muchos científicos dicen ahora que es el momento de dar prioridad a detener el virus en el continente africano.
En julio, la agencia de salud de la ONU designó la fiebre símica como emergencia global y llamó a que el mundo apoye a los países africanos para que la catástrofe de desigualdad en las vacunas que acompañó al brote de COVID-19 no se repita.
Pero el pico de la atención mundial ha tenido poco impacto en el continente. Ningún país rico ha enviado vacunas ni tratamientos a países de África, y algunos expertos temen que el interés pueda evaporarse pronto.
“Nada ha cambiado aquí para nosotros, el foco de toda la fiebre símica sigue en Occidente”, dijo Placide Mbala, un virólogo que encabeza el departamento de investigación mundial de salud en el Instituto de Investigación Biomédica de la República Democrática del Congo.
“Los países en África donde la fiebre símica es endémica siguen en la misma situación donde siempre hemos estado, con pocos recursos de sobrevivencia, diagnósticos e incluso el cuidado de los pacientes”, señaló.
La fiebre símica ha enfermado a personas en partes del centro y occidente de África desde la década de 1970, pero la enfermedad fue causa de preocupación mundial cuando hubo inusuales brotes en Europa y Norteamérica.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los casos de la enfermedad han caído más de un tercio a nivel mundial y 55% en Europa en las últimas semanas.
El doctor Ifedayo Adetifa, jefe del Centro de Control de Enfermedades, dijo que la falta de ayuda para África recuerda la desigualdad que hubo al comenzar la pandemia de coronavirus.
“Todos velaban solamente por su propio problema y dejaban todo lo demás”, dijo Adetifa, quien lamentó que los brotes de fiebre símica en África nunca tuvieran la atención mundial que hubieran prevenido que la enfermedad se esparciera mundialmente.