La inflación en Estados Unidos subió menos en marzo, particularmente por el abaratamiento de la gasolina y los alimentos, lo que dio algo de alivio a las familias agobiadas por los pronunciados aumentos de precios de los últimos dos años.
El gobierno informó el miércoles que los precios al consumidor aumentaron 0.1 por ciento de febrero a marzo, comparado con el alza de 0.4 por ciento registrado entre enero y febrero y la variación más pequeña desde diciembre.
A nivel anual, los precios acumulan un alza de 5 por ciento, comparado con el aumento de 6 por ciento reportado en febrero; el aumento más pequeño en casi dos años. Gran parte de esa disminución se debe a que bajaron los precios de artículos como gasolina, vehículos usados y muebles, que se dispararon hace un año tras la invasión rusa a Ucrania.
Sin contar rubros más volátiles como los alimentos y la energía, la inflación subyacente sigue alta, con un aumento de 0.4 por ciento mensual y 5.6 por ciento anual. La Reserva Federal y muchos economistas consideran la inflación subyacente como un mejor indicador de las tendencias inflacionarias.
Los aumentos de precios en el vasto sector de servicios en Estados Unidos —como por ejemplo alquileres, restaurantes, barberías y seguros para automóviles— están presionando a la inflación subyacente, al menos por ahora. Se prevé que esa tendencia llevará al banco central a aumentar su tasa de interés referencial por décima vez cuando se reúna en mayo.
Los funcionarios de la Fed han proyectado que tras un aumento de cuarto de punto el mes entrante —que dejaría la tasa referencial en 5.1 por ciento, su mayor nivel en 16 años— harán una pausa en los incrementos de su tasa clave, pero estas se mantendrán elevadas lo que resta de 2023. Sin embargo, han advertido que podrían volver a aumentarla si lo consideran necesario para contener la inflación.