La falta de vivienda asequible no solo impide que se pueda atender el problema de sinhogarismo en Puerto Rico, sino que terminará por acrecentarlo más temprano que tarde.
Aunque existen organizaciones sin fines de lucro dedicadas a gestionar viviendas para esta población -con fondos propios, donaciones y asignaciones gubernamentales- al presente el costo de las casas está muy por encima de lo que estas pueden sufragar.
Por ende, no hay manera de satisfacer las necesidades de alojamiento seguro de estas personas. Belinda Hill, directora ejecutiva de la organización Solo por Hoy, lo ve a diario.
“Hay un desfase entre lo que nosotros como proveedores de vales de vivienda podemos ofrecer y lo que está en el mercado”, afirmó Hill. “Nuestro problema más grande son los vales, porque no hay inventario”.
Esa carencia de inventario, indicó, se debe a factores como la proliferación de casas que se ofertan en plataformas de alquiler a corto plazo, edificios abandonados que nadie rehabilita para convertirlos en viviendas de bajo costo y el hecho de que no se están construyendo nuevas residencias verdaderamente asequibles.
Si bien es cierto que algunas organizaciones se han embarcado en proyectos de construcción y rehabilitación de viviendas -como el Hogar Cristo Pobre en Ponce-, Hill opinó que resulta un trabajo tan burocrático y agotador que puede llevarlas a rendirse.
“A una organización que está acostumbrada a prestar servicios se le hace muy difícil encargarse de desarrollar viviendas nuevas. Y los desarrolladores no quieren construir viviendas asequibles, porque para ellos viviendas asequibles son de $290 mil a $340 mil, que es bien lejos de la realidad que nosotros trabajamos”.
“Así que tenemos un desfase”, continuó Hill, quien también preside el Continuo de Cuidado (CoC-PR502), otra entidad que reúne a organizaciones y agencias que brindan servicios a personas sin hogar en 24 municipios del norte y centro de la isla.
A modo de ejemplo, dijo que casi un tercio de las personas a las que su organización ha provisto un vale para alquiler de vivienda no consigue un lugar para redimirlo.
“Tengo 18 vales de una propuesta y 10 en otra. De esas 28 personas, ocho no logran identificar una vivienda”, sostuvo.
Como no se vislumbra que los precios de las viviendas se reducirán en el corto plazo, Hill mencionó que próximamente iniciarán un cabildeo para procurar que se aumente el monto de los vales otorgados por el gobierno estadounidense.
“A nosotros nos asignan dinero por una fórmula y no por el mercado. Ahora estamos en proceso de recoger la data y sometérsela al gobierno federal, presentarle cómo están las rentas actualmente en Puerto Rico, para mejorar esa posición para nosotros”, señaló.
El problema crece
El panorama, empero, podría complicarse, ya que esa población aumentará en la medida en que un sector siga sin poder alquilar o comprar una casa por los altos costos, y el desempleo o empleo precarizado lleve a más personas a las calles.
“En Puerto Rico, la mediana de ingreso es $24 mil este año para una familia de cuatro personas. Y el 44 por ciento de nuestro país vive bajo ese nivel de ingreso, así que cuando uno de los dos (en la pareja) pierda el empleo y el arrendador quiera aumentarles la renta no tendrán recursos, no tendrán de dónde salvarse”, resaltó.
Hill también alertó sobre el efecto que tiene el desplazamiento de comunidades, especialmente en los centros urbanos.
“Puedo entender que alguien quiera capitalizar sobre sus unidades de vivienda en Condado y otras zonas de alto poder adquisitivo, pero no en las zonas urbanas a costa de desplazar familias. En el casco urbano de Río Piedras ocuparon siete edificios, esos proyectos se cayeron y las familias se quedaron desplazadas”, expuso. “Desplazaron un montón de familias para nada”.
Los números no mienten
Las estadísticas sobre el aumento de esta población alarman, pues confirman que se trata de un núcleo en crecimiento.
“Me preocupa que cada día hay más personas que se están quedando sin hogar”, aseveró.
“El CoC-PR502 hace un avalúo de lo que está ocurriendo en la calle anualmente y en los últimos dos años la mayoría de las personas sin hogar son personas sin hogar por primera vez. Son alguien que perdió el empleo, o su pareja perdió el empleo, o la renta subió y no la puede pagar”, detalló.
Hill apuntó que las personas elegibles a recibir cualquiera de los servicios del programa Derecho a Techo, de Solo por Hoy, oscilaba de 1,300 a 1,700. Esa cifra se disparó en el pasado año.
“En los últimos 12 meses, ese número subió a 2,290 personas que son elegibles a cualquier servicio, que incluye el pago de la fianza para mudarse, que se les ubique en un albergue no restricto en lo que se ponen al día con la renta, o ayudarles con ese pago en retraso, negociando con el arrendador o el juez si el caso está ante el tribunal”, sostuvo.
Asimismo, esos conteos han arrojado que “hay muchas personas durmiendo en sus carros”.
No obstante, Hill mostró confianza en que el país cuenta con los recursos para hacerle frente a este problema y solo se necesita voluntad.
“Este es un problema nacional, no es único en Puerto Rico, pero Puerto Rico sí tiene el presupuesto y las herramientas. Si nos alineamos el gobierno, la empresa privada y las organizaciones sin fines de lucro lo podemos atender”, puntualizó.
También hay que analizar el comportamiento de esas personas y si se aclimatan a la disciplina del lugar para donde se mudan, si respetan las normas sociales y las buenas costumbres. En Ponce durante la década de los años 50’s se construyeron edificios de vivienda pública próximos a la urbanización La Alahambra para ubicar familias de “bajos recursos” y el resultado fue que arrabaluzaron el área: surgió una ola de hurtos, escalamientos, etc. Como resultado, el área devaluó y muchas personas de buenas costumbres se vieron obligadas a mudarse. El ex Presidente Dwight Eisenhower advirtió; “no es sacar la gente de los arrabales, sino los arrabales de la gente”.