Llegó a la plaza pública de Guayanilla, no sin antes detenerse en uno de sus costados para saludar efusivamente a conocidos, estrechando manos y soltando carcajadas, como quien quiere que lo recuerden afable y campechano.
Luego se aproximó a uno de los bancos ubicados bajo árboles, agradeció a La Perla del Sur la oportunidad para expresarse abiertamente y, sin ambages ni retórica, tomó la palabra para subrayar que en ese mismo espacio se estrenó en la política, casi cuatro décadas atrás.
“Te digo más, fue el 10 de enero de 1989, aquí donde estamos, cuando se juramentó por primera vez a Ceferino Pacheco como alcalde de Guayanilla. Yo tenía 19 años y a esa edad me convertí en el portavoz de mayoría de su legislatura municipal”, disparó Héctor Rodríguez Rodríguez, el exasambleísta, comunicador y locutor radial que este domingo reta en primarias al alcalde Raúl Rivera Rodríguez.
Con la misma naturalidad prosiguió, imparable, y lamentó que su pueblo atraviese uno de los peores momentos de su historia, con índices impensables de pobreza, desempleo y fuga de habitantes.
Según describió, lo ve y siente a diario al salir de su hogar en el barrio Jagua Tuna, una comunidad situada al noroeste del centro urbano, cercana al río Guayanilla y a la frontera con el vecino Yauco.
“Vivo desde muy joven en las parcelas viejas de Jagua Tuna, en un lugar humilde”, comentó. “Cuando llegué allí no había el servicio esencial de agua potable, pero gracias a las luchas de aquel comité que se llamaba Comité Pro Mejoras Jagua Tuna, se demandó a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y el tribunal emitió sentencias en favor de la comunidad”.
Esta experiencia, rememoró, lo marcó para siempre.
“¿Qué puede ser más importante para la calidad de vida de una comunidad que tener agua potable, que tener energía eléctrica, que tener acceso a sus carreteras?”, cuestionó.
“Todavía en el 2024 existen comunidades en Guayanilla con el mismo problema. Magas Abajo tiene problemas, Consejo, Llanos, Jagua Pasto, tienen serios problemas, serios problemas de agua potable. Y eso es inconcebible, inconcebible”.
“Como inconcebible es que existan dos agendas, lo que las comunidades necesitan, lo que para ellos son sus prioridades, y lo que los candidatos a alcaldes y gobernantes definen como las suyas”, reprochó. “No, las prioridades tienen que ser las mismas y los gobiernos tienen que trabajar y caminar en base al reclamo de sus comunidades”.
“¿Qué solución propone?”, cuestionó este medio.
“Mi propuesta fundamental no cuesta un peso. Yo quiero integrar a las comunidades en la toma de decisiones”, planteó el aspirante.
“Creo en la creación de las juntas comunitarias, en todos nuestros sectores, en reunirme constantemente con ellos, en identificar esos problemas. ¿Sabes por qué? Porque a la vez que constituimos esas juntas, se nos hace más fácil y real identificar, por ejemplo, una población que a mí me inquieta mucho, el adulto mayor, que va en crecimiento, que está en abandono, donde hay muchos que no están preparados para este proceso, que no ahorraron o que a lo mejor tienen recursos, pero quedaron en el olvido, porque sus hijos y nietos ya se trasladaron a los Estados Unidos y aquí son víctimas de la peor condición en la vida, que es la soledad”.
“Y la mejor manera para identificar esos casos, para extender la mano, es organizarnos como comunidad, saber qué familia está atravesando un problema, saber qué comunidad tiene una necesidad apremiante y hacia eso es que me propongo trabajar”.
¿Con qué capital contempla responder y ejecutar?
“Aquí no se le ha tocado la puerta a las propuestas federales”, ripostó. “Cuando yo era legislador municipal, gran parte del éxito de Ceferino Pacheco en sus tres cuatrienios fue identificar personas con experiencia en la radicación de propuestas federales”.
“Y aquí muchos proyectos, como la escuelita que cuidaba niños a la entrada de la comunidad El Faro, la reconstrucción de viviendas, los servicios a deambulantes, que tenían dónde asistir a diario para desayunar, almorzar, a bañarse, se lograron mediante propuesta federal”.
“Aquí teníamos programas contra la violencia de la mujer, de seguridad en el tránsito, de cuidadores y de amas de llave para nuestros envejecientes que garantizaban un servicio directo a un sector que lo necesitaba y, segundo, generaban ingresos nuevos y creaban empleos”.
“Pero, para eso, los alcaldes tienen que levantarse, tienen que tocar a las puertas, aunque te digan que no, seguir tocando a las puertas. Hay que ir a la esfera federal, hay que ir donde el gobernador, hay que ir donde los legisladores. Y uno no puede ir con una agenda partidista. Eso se acabó”.
Esas propuestas consumen tiempo y burocracia. ¿Propone otro remedio?
“También urge repoblar la ciudad”, expresó. “Aquí falta vivienda desde hace más de 20 años. En Guayanilla no se desarrolla ni un solo proyecto de interés social, ni proyectos privados para clase media, ni clase media baja, ni clase media alta en los últimos veintipico de años”.
“Si caminas a través de la calle principal después del mediodía o cuando ya la gente, el flujo para el banco y la cooperativa deja de existir, parecemos un pueblo fantasma”.
Sobre este tópico, el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico ya ha evidenciado que entre los años 2020 y 2023, Guayanilla se posicionó en el tercer lugar de los pueblos con mayor pérdida poblacional del país, antecedido solo por los municipios de Guánica y Loíza.
Por otro lado, según esta fuente y el Censo de Puerto Rico, Guayanilla contó con 16,813 habitantes el pasado año, en comparación con los 23,072 del año 2000: un decrecimiento de 27 por ciento en dos décadas.
“Hay que buscar la inversión privada, hay que identificar solares, trabajar con el sector privado para impulsar el desarrollo de vivienda. ¿Por qué? Porque la gente está buscando un pueblo de fácil acceso por la autopista, como Guayanilla, un pueblo donde la incidencia criminal esté bajita, como Guayanilla, donde se coma bueno y barato, como en la Playa de Guayanilla”.
“Tenemos los atractivos, pero también tenemos que rescatar y atender nuestros parques, las zonas deportivas, convertir a nuestra plaza en un lugar vivo, en un taller constante de bellas artes”.
“Guayanilla es un pueblo bendecido por Dios, con una naturaleza impresionante, una bahía que no tiene nada que envidiar, una costa preciosa en el mar Caribe. Colindamos con las montañas de Adjuntas, tenemos ríos, tenemos llanos. Por todo eso, Guayanilla puede volver a ser un destino de turismo ecológico y gastronómico como ningún otro”.
“Yo creo en sacarle provecho a las cosas positivas. Y nosotros podemos trabajar en equipo el desarrollo de un plan integrado para que Guayanilla siga siendo visitado. No podemos esperar a que las cosas pasen. Tenemos que trabajar, tenemos que poner sobre la mesa las debilidades y las fortalezas, y yo estoy dispuesto a trabajar sobre esas fortalezas”, agregó.