Construida entre las décadas del 1800 al 1850, la Casa Madre de las Hermanas Dominicas de Fátima encierra una historia para muchos desconocida: fue la estancia principal de las haciendas azucareras Santa Rita y Desideria, fue ocupada por tropas españolas y estadounidenses durante la guerra de 1898 e, incluso, a partir del 1901 sirvió como cuartel de administración para la Central Guánica.
Su trayectoria dio un giro insospechado en el año 1953, cuando fue cedida temporalmente a la congregación religiosa fundada por madre Dominga Guzmán Florit, quien quiso convertir la estructura de madera, ladrillos y mampostería en convento y casa de novicias, un anhelo que finalmente consumó en el 1962 al adquirirla con la ayuda de benefactores.
Su estado, sin embargo, era precario. Con casi 200 años de edad, el caserón de dos niveles requería la restauración de techos, suelos de madera, plomería y, ante todo, su cablería eléctrica, la cual atentaba con propiciar un incendio al interior de la estructura.
A fuerza de trabajo, peticiones y actividades cruciales de recaudación de fondos, como la Caminata por Amor, la casa grande de la otrora Hacienda Santa Rita recobró su lustre en la década del 1990, tras una restauración que requirió la inversión de cientos de miles de dólares. La gesta, empero, se esfumó en la madrugada del 7 de enero de 2020.
El terremoto que sacudió a Puerto Rico esa madrugada y golpeó singularmente a Guánica laceró porciones del techo y paredes de la Casa Madre, provocando desprendimientos y el urgente desalojo de la estructura, incluyendo el de religiosas postradas en cama. En ese momento, nueve ocupaban la residencia.
Transcurridos tres años del suceso, las posibilidades de volver a rehabilitarla son remotas.
“El costo sería exorbitante”, afirmó a La Perla del Sur la religiosa Luisa Caraballo Ortiz, una de las coordinadoras, administradoras y tesoreras de la orden. “Una cotización que nos dieron es por $3 millones, así que más adelante, esperamos arreglar un poco la fachada, pero por dentro ya no es habitable, no es segura”, continuó.
Estocada insospechada
Como si no bastara, el sismo también inhabilitó la Casa Generalicia, un complejo de estructuras de dos niveles contiguo a la Casa Madre, entonces residencia permanente de otras 30 religiosas, lo que agravó la emergencia.
Como consecuencia, decenas de religiosas tuvieron que ser trasladadas a conventos y residencias en Sabana Grande, Yauco, Ponce y Bayamón. Solo un puñado permaneció en el lugar, ocupando la única vivienda segura, para crear en Santa Rita un centro de acopio de primeros auxilios y persistir como grupo de apoyo, respuesta y recuperación a las comunidades vecinas, igualmente afectadas.
Superada la emergencia, el censo de daños requirió demoler el ala de la Casa Generalicia donde se encontraba la capilla de la orden y en el mismo lugar ya se edificó una estructura de un nivel donde se habilitó un nuevo templo, una sala de recepción, un salón de conferencias, la lavandería y dos dormitorios para huéspedes.
La obra se financió con aportaciones por la emergencia y donativos consecuentes, los que también han permitido pagar por el refuerzo de columnas y paredes en las habitaciones remanentes de la Casa Generalicia, ubicadas en estructuras de cemento armado.
“Pero las demoliciones no han terminado”, aclaró Caraballo Ortiz, ya que otra vivienda ubicada a la entrada del acceso a la Casa Madre, que sirvió como anexo de oficinas, tampoco podrá ser habitada.
Por fortuna, la estructura de dos niveles colindante a la Casa Madre, que décadas atrás ocupó la Autoridad de Tierras de Puerto Rico y que por años ha servido como almacén y oficina central de la orden, logró salvarse con el refuerzo de seis columnas.
“Ahora, lo que planeamos es crear en ese primer nivel una réplica del cuarto dormitorio que utilizaba madre Dominga en la Casa Madre”, agregó sor Luisa. “Ya se está remodelando para colocar allí sus pertenencias y recordarla. También para apoyar la causa para su beatificación”, comentó.
Como puntualizó la religiosa, eventos de recaudación de fondos como la Caminata por Amor -a celebrarse este domingo, 24 de septiembre– permiten que las tareas de recuperación en Santa Rita no solo continúen a un ritmo sostenible, sino que además multiplican la obra social que la congregación religiosa impulsa en comunidades necesitadas de Guánica, Yauco, Maricao, Aibonito, Las Piedras, Yabucoa, Maunabo, Hormigueros y Sabana Grande.