“¿Llevamos cuántos años tratando de entender que ya es tiempo que Puerto Rico se haya levantado? ¿Vamos a esperar que llegue otro embate catastrófico y nos coja desprevenidos de nuevo, con las estructuras en el piso? ¿Qué va a quedar? Por eso es lo de Amorfa, porque no tiene sentido lo que está pasando y hay que llamar la atención”.
Con esta entrada, la estudiante, enfermera y artista de 43 años Laraixa Sáez Montalvo, explicó el objetivo de la exposición Alerta. Amorfa., cuya inauguración ocurrió el pasado jueves en el Museo de Arte de Ponce (MAP) y de la cual también formaron parte sus compañeras de clases y también artistas Diana Collazo Hernández, de 22 años de edad, y Briana Rivera Madera, de 23.
Todas son estudiantes de la Maestría en Artes con especialidad en Pintura y Dibujo de la Pontificia Universidad Católica en Ponce, institución con la cual el museo coordinó la iniciativa.
La muestra, a la que acudieron cerca de un centenar de personas, persigue activar las alarmas ante la destrucción y precariedad en la que sigue sumido Ponce y gran parte del sur de la isla tras los desastres naturales de los pasados años. El más reciente de ellos, el paso del huracán Fiona en septiembre de 2022.
“Todo vino después de Fiona”, resaltó Laraixa. “Había caos en Ponce con la falta de luz, las calles hechas un desastre, las estructuras caídas”. Y aún se ve esa destrucción, y se ve inacción. Casi crónicos. Y por eso la alerta, recalcó Briana, “para que el puertorriqueño tome conciencia, tome acción, que decida que ya es suficiente, que ya es hora de levantarse y de hacer un cambio positivo”.

El origen
El proyecto surgió luego que la directora del MAP, Cheryl Hartup, se pusiera en contacto con su amiga y profesora de la maestría, Damary Burgos, un par de semanas después del paso de Fiona, preocupada por la frágil situación que se vivía en la isla y para proponerle que pensará junto a sus estudiantes en un proyecto para ocupar los pocos espacios del museo que permanecían habilitados.
El edificio Durell Stone, sede icónica del MAP, experimentó daños estructurales con los terremotos del 2020, por lo cual permanece abierto solo de manera parcial.
“Era un poco desesperante la idea. ¿Cómo volver a energizarnos, a conectar? Era totalmente decisión de ellas participar y aprovechar la oportunidad, y afortunadamente se pusieron las botas, las faldas y los pantalones y dijimos vamos a hacerlo”, detalló Damary sobre cómo respondieron a la propuesta de Cheryl.
Con el desafío ya aceptado, se propusieron hacer algo importante, que impactara e invitara a un cambio. Que patentizara la destrucción y la emoción que sienten las personas ante las catástrofes.

Primera vez
El saldo fue la exposición, integrada por cuatro pinturas en gran formato, tres de ellas creaciones individuales y una colectiva, resultado del trabajo de las estudiantes durante todo el semestre, donde desarrollaron múltiples conceptos y bosquejos.
“Esta es la primera vez, que yo sepa, que estudiantes de la Universidad Católica exponen en el Museo de Arte de Ponce. En tiempos normales esto no se hubiese dado, es la realidad, pero estos no son tiempos normales, y tanto el museo como La Católica tienen que sacarle el jugo a la anomalía y utilizar toda su creatividad para crecerse”, enfatizó Damary.
“Nos pusimos como finalidad trabajar sobre oscuro”, agregó Diana mientras narraba a La Perla del Sur el proceso creativo. Era su forma de decir que la ciudad, el área y el país estaban en tinieblas.
En su pintura, llamada Shadows, puede apreciarse una icónica casa de madera ubicada en calle Marina, en pleno centro del pueblo, y que poco tiempo atrás fue consumida casi por completo por un incendio. Quedan las ruinas, las mismas que aparecen en el cuadro.
A un costado del lienzo figura un árbol, que simboliza las raíces familiares que siempre son soporte, y unas palomas que ejemplifican la manera de enfrentar las dificultades que -según puntualizó- tienen los boricuas. “Nos conformamos con las migajas, y dentro de todo ese aleteo, de todo ese caos, seguimos conformándonos con lo que nos tiran. Nosotros no estamos hechos para eso, merecemos mucho más”.
Desde esa superficie de tonos oscuros se ven aparecer, a través de la fachada hueca de la casa, tímidos destellos de luz. Un atardecer que nos recuerda que no todo está perdido. “En la obra lo bueno está al final, después de todo lo que tenemos que caminar, y de todo lo que tenemos que pasar, lo bueno está al final. En el futuro vamos a decir que valió la pena”.

Corazón y plátanos
“Mi obra tiene centralizado un corazón”, describió por su parte Briana: un corazón lleno de heridas, todas cocidas con cinco agujas e hilos rojizos que se entrelazan y enredan entre sí por todo el resto del cuadro.
“Por eso se titula Mending, y es para simbolizar de una manera física esas heridas emocionales y mentales que los puertorriqueños están sufriendo tras estos desastres naturales. Que las personas puedan verlas y confrontarlas, que sepan que existen, que no porque las sellaste quiere decir que se fueron, y tienes que hablar sobre eso y buscar la manera de curarte”, continuó.
La pintura de Laraixa, en tanto, tiene en primer plano una siembra de plátano, unas personificaciones en color miel, una ciudad en el fondo con postes y cables caídos, unos changos revoloteando y un montón de cucarachas en el suelo. La tituló Fiesta de cucarachas.
“Lo de los plátanos es porque continuamos teniendo los recursos, tenemos una isla, somos ricos y no sabemos lo que tenemos. Hay un caos por todo el desastre que quedó, todos los cables caídos, sin luz. Está el oportunismo del que quiere saciar su necesidad, pero también está el oportunista del oportunista, que son los changos”.
Al final del estrecho pasillo del museo está la obra culmen, la colectiva, que le da el nombre a la exposición Amorfa. Creada solo en tonos grises, la pieza muestra desde la Masacre de Ponce hasta la torre de La Guancha, destacando en el suelo la presencia de un león dormido rodeado de las mismas cucarachas y changos de la pintura anterior.
“Hay que permanecer alerta ante la destrucción que está sufriendo nuestro país y cómo está afectando eso el diario vivir de las personas”, reafirmó Briana. “La Guancha, por ejemplo, tanta gente que dependía de los negocios que habían allí, y ya casi nadie va. ¿Por qué? Porque está destruida”.

Arte transformador
En todo proceso de transformación social y política el arte cumple un papel fundamental, instruyó la profesora Burgos. “El arte tiene que estar en todas las etapas de esa transformación, desde la imaginaria, porque si no la imaginamos no somos capaces de crearla, hasta la crítica continua”.
“Lo que hacemos como artistas es transformar materia, y la materia es tanto sentimental, intelectual, física, como estructural y edificada, y de eso se trata, hacer que el pueblo reconozca su capacidad creativa para reinventarse”, añadió.
El diseño y la tipografía del título de la exposición evoca al trabajo de un telégrafo antiguo, como si fuera un código escrito en clave morse. Un S.O.S. Un llamado de auxilio. Así nos lo aclara Iraida Rodríguez-Negrón, la curadora del MAP.
Fue ella la encargada de seleccionar las obras de las estudiantes que iban a ser exhibidas. Trabajaron todo el semestre. Tenían varias. “Mi rol fue escoger y darle un argumento curatorial”, dijo escuetamente. “Mi trabajo no es colgar obras por colgarlas”.
Delante sus ojos pasan obras de grandes artistas nacionales y extranjeros, aunque prefiera trabajar con estudiantes porque, como explicó, “es más fácil, por la ilusión que tienen. Obviamente me van a complacer y no me pondrán tantos obstáculos”.
Un enfoque necesario desde el museo sigue siendo mantener relaciones cercanas y abiertas con la Universidad Católica, no solo como parte de su trabajo de apertura a la comunidad, sino porque “la relación que hay entre el museo y la universidad no la podemos ignorar”, remató la curadora.
“Cuando era estudiante, tuve la oportunidad de estudiar en Nueva York, no teníamos una galería, pero nuestro museo era el Metropolitan, y ahí teníamos la oportunidad de tomar las clases y eso definitivamente cambia el rumbo de tu carrera”, admitió Iraida.

Museo comprometido
Por su parte, en diálogo con La Perla del Sur, la directora del MAP, Cheryl Hartup, señaló que esta exposición es la continuación del compromiso del museo con los estudiantes.
“El público puede decir que aquí ve obras de Goya y, de repente, ven exponiendo estudiantes de maestría, y se preguntan qué está pasando con esta institución, pero es lo que está pasando con nosotros. Estamos tratando de mostrar que en nuestra historia pasó lo mismo, que hemos tenido obras de grandes maestros, pero también de alumnos de la Universidad Católica, que también son artistas importantes”:
Destacó además que está comprometida con abrir caminos y fomentar el diálogo con otras organizaciones. Ampliar los horizontes, el alcance. Sacar el museo a la calle. Algo vital para seguir teniendo artistas en el futuro y una audiencia que ame el arte.
“Si queremos conservar nuestro patrimonio cultural, tenemos que hacer enlaces con la comunidad, con organizaciones y con artistas. Tenemos que trabajar profundamente, no solamente con palabras y acuerdos firmados, sino con acción, cara a cara y con buenas intenciones”, subrayó.
Esta visión, añadió, ya no es mera retórica. Es un compromiso colectivo. Por lo que exhorta a sus compañeros en el MAP a separar tiempo de sus tareas, de su trabajo, a ayudar “a una escuela en La Playa, a un centro comunitario, al centro Sor Isolina, a un albergue o a una casa donde hay gente de tercera edad. Que participen de un programa que tenemos para acercarse al público del museo, escucharlo y ver el impacto del arte en su vida”.
“Eso les va a dar ánimo, energía y va a llenar su espíritu”, sentenció.