Para dejarlo claro del “saque”, no me gustan los sitios trending. Mi experiencia es que tienden a ser artificiales, caros y de pésimo servicio.
Por eso, de primera intención, desconfié de este pequeño negocio que durante el pasado año ha ocupado un espacio en el costado este de la Plaza Isabel II, antigua Plaza del Mercado de Ponce, y que se llama Descorcha’o.
Sin embargo, como el espacio venía con la recomendación de amigos que respeto mucho, decidí darle una oportunidad.
Mi primera impresión, ante el despliegue de botellas de vino y la decoración del espacio, fue de preocupación, pues parecía que mis sospechas serían confirmadas.
Nada más lejos de la verdad.
Me acerqué tímidamente al mostrador y de inmediato el dueño del local, quien también hace de mesero para almuerzo, saltó y me preguntó: “¿Con qué le ayudo?, en la pizarra están los especiales de almuerzo”.
De un plumazo, el amigable e informal tono de José Cintrón desarmó mi escepticismo y mis prejuicios, dejando claro que esto no es lo que yo pensaba. Es decir, otro de esos sitios hípsters, donde el servicio es un sabor adquirido, por no decir terrible.
Luego descubría que Cintrón es un veterano del mundo gastronómico de la ciudad, por lo que su cultura de servicio, y por tanto la de Descorcha’o, es del tipo fonda Old School.
Como si la impresión causada por el joven empresario no fuera suficiente, la pizarra me dio el golpe de gracia: una verdadera mezcla de “fusión” criolla que incluía pepper pollo con arroz chino y papas fritas, lasaña de carne con arroz blanco y ensalada, y chuleta ahumada (de jamón, dicen en mi barrio) con salsa de guayaba, arroz, habichuelas y tostones de mapén (pana para los extranjeros).
Viendo que este interesante espacio se me revelaba como una especie de fonda New School o eso que los franceses llaman bistró, decidí pedir la mixta de chuleta ahumada. Después de todo, las verdaderas fondas criollas se miden por el arroz y las habichuelas.
Si buena estaba la chuleta ahumada -cuyo salado bailaba al paso de comparsa de vejigante en la boca, con el cremoso dulzón de la salsa de guayaba-, la estrella del plato fue el arroz con habichuelas, terminadas con trocitos de papas y jamón de cocinar de doña Ibis, la cocinera del turno de almuerzo.
¡Qué gusto más casero! El arroz es de esos tiernos y sueltecitos, que se puede comer hasta solo.
Claro, todo lo anterior, acompañado con unos tostones de mapén m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-o-s. Esponjosos por dentro y tostaditos por fuera.
Obvio: había que pedir una friiita, pa’ bajar esta mixta y cumplir con lo que manda la cultura.
Con el veredicto final claramente a favor, la cautela se esfumó. Así que, si está por el centro histórico de Ponce y busca dónde almorzar, o si es más tarde y quiere pasar un ratito chévere, dándose un vinito o una fría con picadera, caiga por la Plaza Isabel II y no deje de visitar Descorcha’o.
wao ,maravillosa sugerencia del caballero Gary,hasta me hizo llorar de alegria; y toda la gloria es de Dios en el nombre de jesus.amen.
Gracias .
Mi querido Gary…
Debes probar los bacalaitos- el ceviche y el cornbeef. La sangria de guayaba es otra cosa.
Gracias x compartir el review. Un abrazo.
Saludos Gary,tu reportaje como siempre espectacular!!!
Recomendacion al negocio, las habichuelas que tenga ddos opciones:con trozos de patita y calabaza y con papa.Traera mas publico a ese tipo de concepto super atrayente. Pronto vamos por alli 👍