Más que un relato, la historia de la Casa Museo del Vejigante Miguel Ángel Pérez Santiago es una oda a la centenaria comunidad de La Playa de Ponce y al compromiso de sus hijos por preservar su identidad cultural.
Ejemplo inequívoco de ellos es Gilberto Limardo Rodríguez, un abogado que optó por quedarse en el barrio que lo vio nacer y quien por los pasados 14 años ha gestionado el Carnaval de Vejigantes de La Playa, junto a un batallón de sobre 40 personas que trabajan de manera voluntaria, incluyendo a Carlos Canales Torres y a Giovanni Rodríguez Justiniano.
Trasfondo
En mayo del año 2020, la comunidad playera fue sacudida por otro sismo, no provocado por un movimiento de tierra, sino por la noticia sobre el fallecimiento de Miguel Ángel Pérez Santiago, mejor conocido como El Vejigante Mayor.
Admirado y apreciado por su talento, sencillez y candidez, a más de un playero le costó asimilar, tanto el vacío de su presencia como el de sus obras artesanales, por lo que prontamente vecinos como Gilberto y Carlos le formularon a los familiares de don Miguel sus intenciones de adquirir la vivienda que él había convertido en su hogar y taller, con el fin de mantener vivo el legado del Vejigante Mayor.
Superados los retos, los admiradores de don Miguel adquirieron la propiedad con opción a compra y al año siguiente, la Casa Museo del Vejigante Miguel Ángel Pérez Santiago abrió sus puertas. Todo esto, a fuerza de ganas, autogestión e infinita solidaridad.
Transformada ya en museo, este vívido espacio ha comenzado a recibir visitantes de toda América, como ocurrió durante el pasado Cruce A Nado de la Bahía de Ponce, y a diario se prepara para pronto formar parte de la novel Ruta Turística de La Playa: un colectivo de destinos icónicos de la zona como el taller del maestro Antonio Martorell, la Casa de Arte y Cultura del maestro Diógenes Ballester y, por supuesto, la Casa Museo del Vejigante.
En lo que esto ocurre, la otrora vivienda ya se ha convertido en el único espacio museográfico dedicado exclusivamente a la figura del vejigante en Puerto Rico y también en la única sede con recorridos guiados sobre la historia del carnaval y el vejigante.
Además, el museo alberga una amplia colección de caretas de don Miguel, así como de otros artesanos locales e internacionales, y cuenta con un archivo histórico que salvaguarda variedad de documentos referentes al icónico vejigante, que provienen de la colección personal de Gilberto.
Con frutos palpables
Su incipiente existencia como casa museo, sin embargo, no ha impedido que rinda frutos mayores. En la sede se han impartido talleres que impactan directamente a la comunidad playera y puertorriqueña, como los de confección de caretas, vestimenta de vejigantes y clases de plena, por lo que el museo ya ha certificado a decenas de personas en la confección de caretas y de sus clases de plena han salido más de 40 músicos que actualmente colaboran con agrupaciones musicales.
Mas, aprovechando el auge que ha tomado el museo, sus promotores están creando alianzas con diversas compañías del área sur para vender en la sede productos locales como café, jugos y artesanías, pues reconocen que cada colaboración contribuye al desarrollo del destino y a aumentar su atractivo para locales y visitantes.
“Algo importante en todo esto ha sido la mentalidad que ha tenido el licenciado (Gilberto Limardo) y Carlos Canales, ya que cuando no tienes el presupuesto para correr algo grande, lo mejor que puedes hacer es crear alianzas y una buena relación pública. Eso te mueve el mundo”, reconoció en un aparte Giovanni Rodríguez Justiniano, otro vital activo de la comunidad.
Estos esfuerzos, unidos a otros dirigidos a educar y formar a nuevos líderes comunitarios, vaticinan por sí solos, desde la permanencia del proyecto hasta su éxito a largo plazo, reconoció por su parte don Gilberto.
“Tenemos alrededor de ocho jóvenes que son los guías turísticos, son nuestros hijos y nietos… ellos son a quienes le hemos entregado prácticamente el museo para que ellos le vayan cogiendo cariño”, agregó.
En lo que ese relevo de batón ocurre, a don Gilberto nada le place más que apoyar a los suyos, a su gente, a su comunidad, a todo lo que signifique “nuestro”, simplemente porque quiere, porque le nace, porque él, al igual que al cantante de rap y trap Bad Bunny, “YHLQMDLG” (Yo hago lo que me da la gana) para nunca avergonzarse de su idiosincrasia.
Y aunque a don Gilberto, Carlos y Giovanni quizás no les vaya el título de raperos, no cabe duda de que sus acciones proclaman “Yo no me quiero ir de aquí…”.