El único albergue para personas sin hogar ubicado en el sur de Puerto Rico eliminó el servicio de hospedaje nocturno, hasta nuevo aviso, debido a su insolvencia económica.
La crisis del Centro de Deambulantes Cristo Pobre en Ponce, que se agudizó a partir del 2020 con los terremotos y la pandemia de Covid-19, los hizo tocar fondo este mes. Y el futuro pinta incierto ante la falta de un ingreso recurrente que no dependa del mecanismo de reembolso que le ofrece actualmente el gobierno.
Luis Cruz, presidente de la Junta de Directores de Cristo Pobre, explicó hoy que al darse cuenta de que no podrían pagar la nómina y mantener la totalidad de su oferta -que incluye comida, ducha, lavado de ropa y servicios psicosociales-, determinaron dejar de albergar personas a partir del 14 de abril.
Sin embargo, su interés de reubicar a la mayor cantidad de los 34 participantes que tenían en ese momento lo llevó a aplazar el cierre hasta este lunes.
Los empleados, que ya estaban a jornada parcial y fueron cesanteados por esta causa, trabajaron dos semanas adicionales sin expectativa de pago para lograr la encomienda.
De los 34 participantes, el domingo quedaban 22, debido a que al resto se les consiguió morada en otros lugares. Esa fue la última noche que pernoctaron en el albergue principal de Cristo Pobre, localizado en la calle Unión esquina Guadalupe. Ayer tuvieron que recoger sus pertenencias y regresar a las calles.
“Hoy hemos ubicado, o estamos en proceso de hacerlo, a ocho personas en diferentes sitios. Estamos tratando de ubicarlos en Caguas y Mayagüez”, indicó Cruz en entrevista con La Perla del Sur.
La misión se dificulta porque “en el sur no hay albergue, este era el único”, según puntualizó el contador de la entidad, Luis Morales.
Esta decisión no solo es un golpe para las personas sin hogar de Ponce y el sur de la isla, sino para el equipo de trabajo de Cristo Pobre, que desde su fundación hace 25 años ha batallado contra viento y marea por visibilizar y atender a una población en extremo marginada.
“Llevo un fin de semana sin poder dormir. Es triste el tener que tirar personas a la calle. Hemos tratado de hacer lo imposible por reubicarlos, pero el proceso es lento”, manifestó Cruz.
La debacle
Ambos coincidieron en que siempre ha sido un reto recaudar fondos para mantener la operación, pero que la situación empeoró por causa de los terremotos y la pandemia, puesto que se paralizó la realización de actividades benéficas.
Ello los obligó a depender casi totalmente de la reserva que habían logrado levantar, debido a que los fondos que reciben del Gobierno Municipal de Ponce, el Departamento de la Familia y el gobierno federal se pagan por reembolso. Por lo tanto, si les aprueban $20 mil, tienen que tener esa cantidad en caja, evidenciar su uso y sentarse a esperar por el reembolso.
“Teníamos $100 mil que usábamos para rotar y mantener los servicios, pero hubo que usarlos en ese periodo. La reserva desapareció”, señaló Morales.
Luego de estabilizarse la crisis sanitaria, la recaudación de dinero a través de eventos nunca fue significativa, dijo Cruz. Eso se combinó con el alza en el costo operacional producto de la inflación, que los ha llevado a pagar más por los alimentos y el inventario, así como el aumento en el costo de las utilidades.
Esperan reembolso desde enero
Además, el sistema de reembolsos se tarda de tres a cuatro meses para cada asignación gubernamental, mencionó el presidente de la junta directiva.
Por su parte, Morales indicó que la partida de $60,167 que le aprobó el Gobierno Municipal de Ponce el año pasado se usó en su totalidad y la alcaldía les debe un reembolso de $39 mil.
El pasado 9 de enero, agregó, sometieron la evidencia para recibirlo, pero todavía lo están esperando.
“Yo llevo más de mes y medio tratando de contactar a la alcaldesa (interina, Marlese Sifre Rodríguez), previendo todo lo que nos viene encima, y nunca tuve una contestación”, afirmó Cruz.
“Ayer por la mañana llamé a ver el estatus del cheque y a solicitar rondas preventivas, porque por las noches se va a quedar el edificio solo, y ahí fue que me dijeron que a lo mejor hoy o mañana me daban el cheque”, continuó.
“Por la tarde me llamaron de la oficina de la alcaldesa para decirme a ver si podíamos reunirnos hoy a las 3:00 de la tarde, después que ya cerramos”, resaltó Cruz con evidente frustración.
Con relación a ese proceso, comentó además que la alcaldía le ha pedido múltiples documentos para tramitar el reembolso, entre ellos evidencia de que no tienen deudas o mantienen planes de pago al día con el Centro de Recaudación de Ingresos Municipales (CRIM) y la Corporación del Fondo del Seguro del Estado (CFSE), pero con ambas está en incumplimiento, precisamente, por falta de liquidez.
Atrapados en un círculo vicioso, necesitaban eliminar las deudas para poder recibir el reembolso, pero no podían saldar las deudas, porque no habían recibido el reembolso.
Cruz dijo que lograron reducir la deuda del CRIM de $13 mil a $1,800 con el dinero recaudado en el espectáculo Junte por Amor -efectuado este mes- y saldaron la deuda con la CFSE, gracias a un donativo privado.
Sin embargo, también están atrasados con los planes de pago de los servicios de agua y energía eléctrica. Para ambos han tenido amenazas de corte.
“Si nos cortan la luz o el agua, se acabaron los servicios. No podemos operar sin agua por sanidad”, aseveró Cruz, al estimar en $50 mil la deuda entre utilidades y suplidores.
Cuesta arriba reabrir el albergue
Lograr la restitución del servicio de albergue será cuesta arriba, pues la entidad requiere una inyección de dinero significativa.
“Nosotros necesitamos de $15 mil a $18 mil para mantener la operación actual con los servicios limitados. Para poder ofrecer el servicio nocturno, necesitamos de $37 mil a $40 mil mensuales”, señaló. “Y nos tienen que conseguir fondos que no estén atados al pareo y al reembolso”.
Por lo tanto, aunque la alcaldía emitiera hoy el cheque por $39 mil, Cristo Pobre continuaría su operación limitada.
“Ese dinero ya está comprometido”, observó el contador.