La Casa Rosa Luisa podrá estar lejos como proyecto de hospedería, pero ya ha comenzado a tomar vida por la visitación y ocupación de personas interesadas en conocer más sobre esta joya arquitectónica ubicada en la calle Salud en Ponce.
Su dueña, la psicóloga clínica Yaira Oquendo, se inventó una casa abierta para contar la historia de la estructura, diseñada en 1912 por el arquitecto Alfredo B. Wiechers Pieretti, y recabar apoyo para el proceso de reconstrucción asociado a los daños que le provocaron los terremotos del 2020 y un fuego aparentemente intencional en febrero pasado.
Fue así que el sábado, 2 de septiembre, el patio de la vivienda se llenó de gente de diversos puntos del país, interesada en tomar el tour con Oquendo, disfrutar la bomba del Batey Comunitario de La Perla o aprender a confeccionar rositas, unas pequeñas flores que se hacían a principios del siglo pasado con los sobrantes de telas.
“Hoy es un experimento y el experimento ha salido genial”, afirmó Oquendo en entrevista con La Perla del Sur. “Ha venido gente de muchas partes”.

Por esa acogida, la psicóloga confirmó de inmediato que organizará más actividades en el futuro, pues considera imprescindible que la casa tenga vida y movimiento.
“Me encantaría seguir recibiendo personas porque la realidad del caso es que no sé cuándo esta casa va a poder ser lo que era”, sostuvo.
Esa ocupación constante, por parte suya y de amistades, ha logrado detener los escalamientos a la propiedad, surgidos a raíz del fuego de principios de este año.
“Yo creo que el hecho de que haya mucho, mucho movimiento en la casa, que es la razón por la que estoy haciendo esta actividad -que se vea que esto está vivo, que hay personas interesadas en esta casa-, ha ayudado mucho”, comentó.
“El hecho de que el área esté limpia creo que desmotiva a las personas de entrar. Eso es lo que hay que hacer, poblar”, prosiguió.

El avance en términos de la reconstrucción de la casa ha sido y seguirá lento, pues Oquendo solo depende de su capital al no haber alternativas de financiamiento para este tipo de propiedades.
Hasta ahora, aparte de limpieza, solo se han instalado unas estructuras de metal para reforzar la parte frontal de la casa.

“Decidí invertir otra vez en hacer unas estructuras para aguantar las paredes y el balcón, que están más afectados. Encontré un contratista que sabe de la materia y entiende este tipo de casas, y eso es lo que estoy haciendo”, dijo Oquendo al agregar que el refuerzo incluirá la pared lateral derecha.

No obstante, aunque los cambios tomarán mucho tiempo, actividades como las del sábado le permitirán seguir diseñando el proyecto que sueña desarrollar.
“Es un compartir de experiencias, de cosas muy hermosas que pueden pasar en este espacio”, expresó sobre las interacciones sostenidas con conocidos y desconocidos sobre las posibilidades de la vivienda.
En el futuro sigue estando que Casa Rosa Luisa se convierta en una hospedería tipo bed & breakfast, que les permita a los visitantes tener una experiencia de inmersión social y cultural, que custodie y promulgue la historia de la ciudad, y sea también un lugar de resistencia contra la gentrificación.
“El objetivo principal siempre ha sido habitar la casa, pero tiene que haber un negocio para quizás acceder a un financiamiento. Quizás es la única opción que he visto viable. Y está bien, porque yo quiero que visiten y conozcan esta casa, y creo que un alojamiento con desayuno es importantísimo”, expuso.

Oquendo aprovechó la ocasión para explicar por qué nombró la propiedad Casa Rosa Luisa.
“Casa Rosa Luisa porque la casa es rosa, cuando pequeña yo viví en una casa rosa y porque mi abuela se llamaba Rosa. Para mí es importante preservar el rosa que ya identifica la casa”, aseveró. “Y Luisa porque la casa se construye a partir de 1912 para Luisa Fajardo Palomino de Salazar, por parte de su esposo Hermelindo Salazar”.