El huracán Fiona tocó tierra en la República Dominicana en horas la madrugada del lunes, cerca de Boca de Yuma, con vientos máximos sostenidos de 90 millas por hora. Sin embargo la destrucción total que dejo a su paso en Puerto Rico a penas comienza a revelarse.
El gobernador Pedro Pierluisi Urrutia describió los daños como “catastróficos”.
En Puerto Rico se reportaron hasta 30 pulgadas de lluvia en algunas zonas de la isla. Al momento, aún era demasiado pronto para valorar el alcance de los daños de una tormenta que aún dejaría lluvias torrenciales en todo el país el lunes.
“Los daños que estamos viendo son catastróficos”, dijo el Gobernador.
“Es importante que la gente comprenda que esto no ha terminado”, dijo por su parte Ernesto Morales, meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan.
Las inundaciones habían alcanzado “niveles históricos”, señaló, y las autoridades evacuaban o rescataban a cientos de personas en toda la isla.
Un torrente marrón fluía por las calles, en las casas e incluso por la pista del Aeropuerto Mercedita en Ponce.
Fiona también arrancó el asfalto de algunas calles y se llevó un puente en Utuado que había instalado la Guardia Nacional después de que el huracán María impactara en 2017.
La tormenta también arrancó los tejados de muchas viviendas, como la de Nelson Cirino, en Loiza.
“Yo estaba durmiendo y vi cuando el zinc salió volando”, dijo mientras observaba cómo la lluvia empapaba sus pertenencias.
Ada Vivian Román, estudiante de fotografía de 21 años, dijo que la tormenta había derribado árboles y cercas en Toa Alta.
“Estoy muy nerviosa porque es un huracán que se mueve muy despacio”, dijo.
Román dijo que también le preocupaba que el transporte público, del que dependía para llegar a su trabajo en una agencia de relaciones públicas, estuviera operativo para cuando tuviera que volver a la oficina.
“Pero sé que soy una privilegiada en comparación con otras familias que prácticamente están perdiendo sus hogares porque están bajo el agua”, dijo.
La tormenta llegó en el aniversario del huracán Hugo, que azotó la isla en 1989 como tormenta de categoría 3.
Mientras las autoridades seguían evaluando los daños de Fiona, muchos se preguntaban cuándo se reanudaría el suministro eléctrico.
“Eso probablemente es el peor daño que podemos tener”, dijo Tomás Rivera, copropietario de un hotel en El Combate, en el suroeste de la isla.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró el estado de emergencia en el territorio conforme el ojo de la tormenta se acercaba al extremo suroeste de Puerto Rico.
Se calcula que más de 3,000 personas murieron debido al apagón provocado por el huracán María en los sofocantes días posteriores a la tormenta, y algunos vecindarios tardaron un año en volver a tener luz. María fue una devastadora tormenta de categoría 4 que llegó al territorio el 20 de septiembre de 2017.
Luma, la compañía que se encarga de la transmisión y distribución eléctrica, dijo que el mal tiempo, incluidos vientos de 80 millas por hora, había afectado a las líneas de transmisión el domingo y provocado “un apagón en toda la isla”.
Los centros de salud funcionaban con generadores, que en algunos casos habían fallado. El secretario de Salud, Carlos Mellado, dijo que se habían enviado equipos a reparar los generadores en el Comprehensive Cancer Center, donde varios pacientes tuvieron que ser evacuados.
Más de 3,000 hogares aún tienen apenas una lona azul como tejado y la infraestructura sigue siendo vulnerable, lo que incluye la red eléctrica. Los apagones siguen siendo habituales y la reconstrucción ha empezado hace poco.
“Yo creo que todos los puertorriqueños que vivimos María tenemos ese estrés postraumático de qué va a pasar, cuánto va a durar y qué necesidades podríamos pasar”, dijo Danny Hernández, que trabaja en San Juan, pero tenía previsto pasar la tormenta con sus padres y su familia en Mayagüez.
La tormenta golpeó ciudades y pueblos a lo largo de la costa sur de Puerto Rico que aún no se han recuperado completamente de una serie de fuertes terremotos que comenzaron a fines de 2019.
Más de mil personas con unas 80 mascotas habían buscado cobijo en diferentes puntos de la isla el domingo por la noche, la mayoría en la costa sur.