Los daños causados por los fuertes terremotos que sacudieron el suroeste de Puerto Rico en enero de 2020 aún son visibles tres años después.
Tras un sismo de 5.8 grados en la escala Ritcher registrado en la madrugada del 6 de enero y otro de magnitud 6.4 un día después, los destrozos en viviendas, escuelas y edificios históricos de la zona se hicieron evidente.
El retraso en la reconstrucción ha provocado que tres años después de los temblores, los estudiantes del sur de la isla todavía asisten a clases en modalidad alterna de “interlocking”.
“El 100 por ciento de los alumnos de Guánica están en modalidad de interlocking -alrededor de 1,300 estudiantes”, dijo el alcalde de ese municipio, Ismael Rodríguez.
A su juicio, la pandemia y la burocracia para obtener los fondos procedentes del Gobierno federal han sido los responsables de esta situación y de que aún no se hayan reparado las escuelas Elsa Couto, José Rodríguez Soto, Magueyes y Luis Muñoz Rivera, que fueron derrumbadas por los sismos.
Rodríguez reclamó agilizar los trabajos de demolición y reconstrucción de la escuela Aurea Quiles, que quedó muy dañada tras la serie de terremotos, y consideró “insuficiente” la medida de construir módulos temporales.
La asignatura pendiente
La mayoría de los colegios afectados se encuentran en los municipios de Guayanilla, Ponce, Yauco, Guánica, Peñuelas, San Germán, Lajas, Las Marías, Mayagüez, Juana Díaz, Jayuya y Sabana Grande.
Hasta el momento, se han atendido unas 128 escuelas de las 156 que quedaron dañadas por los terremotos, mientras que quedan otras 25 cerradas por un problema de columnas cortas, según los últimos datos del Departamento de Educación.
Tras los terremotos de 2020, el Colegio de Ingenieros y Agrimensores recomendó al Gobierno que no se utilizara ninguna escuela que tenga el llamado diseño de columna corta o que fuera construida antes de los códigos de 1987, independientemente de si las mismas quedaron dañadas o no.
El alcalde de Ponce, Luis Irizarry Pabón, explicó que “en 2023 el propósito es acelerar los procesos para que estas edificaciones puedan ser restauradas y, en el caso de que haya que demoler alguna, se pueda demoler”.
“El problema ha sido que una vez que pasaron los terremotos ha continuado la secuela de movimientos telúricos en nuestra ciudad y en nuestra área”, precisó Irizarry Pabón, en cuyo municipio hay actualmente dos escuelas superiores y cuatro primarias en modalidad de “interlocking”.
Esta continuación de los temblores ha contribuido a que todavía no se haya reabierto y reparado el Complejo Recreativo de La Guancha.
En la Ciudad Señorial aun hay múltiples edificios históricos con grietas y apuntalados para evitar su derrumbe y el importante Museo de Arte se mantiene cerrado.
Más fondos para la reconstrucción
Irizarry Pabón detalló que, junto a otros municipios sureños, se creó en el 2022 el Consorcio del Sur con el fin de aunar fuerzas para solicitar que “las ayudas lleguen directamente a los municipios” y “acelerar los procesos”.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) informó en un comunicado el pasado miércoles de la asignación de cerca de $810 millones para el sur de la isla.
Los fondos corresponden a unos 750 proyectos, en su mayoría para obras permanentes como la reconstrucción de edificios públicos, instituciones educativas y otros espacios en las comunidades que quedaron afectadas por los temblores.
Tras los terremotos, los municipios afectados en el sur parecen haberse congelado en el tiempo. La histórica parroquia Inmaculada Concepción, construida en 1841 en Guayanilla, se desplomó y continúa derruida.
También hay edificaciones privadas que no han sido reparadas porque los seguros no cubren su reconstrucción y sus dueños esperan la llegada de los fondos de FEMA.
Según la Red Sísmica de Puerto Rico, la isla se encuentra en una de las zonas con mayor actividad sísmica del mundo, en el borde convergente de dos placas tectónicas: la del Caribe y la de América del Norte, que al colisionar provocan los temblores.