Cuatro templos de la antigua Roma, que se remontan al siglo III a.C. se erigen en medio de uno de los lugares de mayor actividad de la moderna ciudad.
Pero hasta el lunes, prácticamente los únicos que habían podido ver de cerca los templos eran los gatos que deambulaban por la llamada “Área Sagrada”, al borde del lugar en el que fue asesinado Julio César.
Con ayuda del financiamiento del fabricante de joyas de lujo Bulgari, ahora el público podrá recorrer el grupo de templos.
Durante décadas, los curiosos tenían que ver desde las ajetreadas aceras que rodean la Plaza Argentina para admirar los templos desde arriba. Eso se debe a que, con el paso de los siglos, la ciudad se ha ido construyendo hacia arriba, capa por capa, varios metros por encima de la zona en la que César ideó sus estrategias políticas y posteriormente fue apuñalado de muerte en el año 44 a.C.
Detrás de dos de los templos se encuentran cimientos y parte de un muro de lo que los arqueólogos creen que fue la Curia de Pompeya, una sala de forma rectangular que albergó temporalmente al Senado Romano al momento del asesinato de César.
¿Qué lleva a los arqueólogos a creer que las ruinas son la Curia de Pompeya? “Lo sabemos con certeza porque a los costados del lugar se encontraron letrinas” de la Curia de Pompeya, y los textos antiguos mencionaban las letrinas, dijo Claudio Parisi Presicce, un arqueólogo y alto funcionario de patrimonio cultural de Roma.
Los templos salieron a la luz durante la demolición de edificios de la era medieval a finales de 1920, parte de la campaña del dictador Benito Mussolini por transformar el paisaje urbano. Una torre en uno de los extremos de la Plaza Argentina alguna vez fue parte de un palacio medieval.