La activista iraní encarcelada Narges Mohammadi ganó el viernes el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su incansable campaña en favor de los derechos de la mujer y la democracia, y contra la pena de muerte.
Mohammadi, de 51 años, ha mantenido su activismo a pesar de las numerosas detenciones por parte de las autoridades iraníes y de haber pasado años tras las rejas.
Ha sido una de las principales impulsoras de las protestas encabezadas por mujeres en todo el país, desencadenadas por la muerte el año pasado de una joven de 22 años bajo custodia policial. Estas manifestaciones se convirtieron en uno de los desafíos más intensos jamás planteados al gobierno teocrático de Irán.
En una declaración hecha pública tras el anuncio del Nobel, Mohammadi afirmó que “nunca dejará de luchar por la realización de la democracia, la libertad y la igualdad”.
“Sin duda, el Premio Nobel de la Paz me hará más resiliente, determinada, esperanzada y entusiasta en este camino, y acelerará mi paso”, afirmó en la declaración, preparada de antemano en caso de que fuera nombrada ganadora del Nobel.
Mohammadi, ingeniera de formación, ha sido encarcelada 13 veces y condenada cinco. En total, ha sido sentenciada a 31 años de prisión. Su encarcelamiento más reciente comenzó cuando fue detenida en 2021 tras asistir a un acto en memoria de una persona fallecida en las protestas nacionales desencadenadas por el aumento del precio de la gasolina.
Ha estado recluida en la tristemente célebre prisión de Evin, en Teherán, entre cuyos reclusos se encuentran personas vinculadas a Occidente y presos políticos.
Amnistía Internacional pidió la liberación inmediata de Mohammadi.
“Su reconocimiento hoy por el Comité del Nobel de la Paz envía un mensaje claro a las autoridades iraníes de que su represión de los opositores pacíficos y los defensores de los derechos humanos no quedará impune”, afirmó la secretaria general de Amnistía, Agnès Callamard, en un comunicado.
Es la quinta vez en sus 122 años de historia que el Premio Nobel de la Paz se concede a alguien que está en prisión o bajo arresto domiciliario. El año pasado, el principal defensor de los derechos humanos en Bielorrusia, Ales Bialiatski, estuvo entre los galardonados. Sigue encarcelado.