El desperdicio de alimentos a nivel global genera unas pérdidas de unos $400,000 millones cada año e implica el despilfarro del 14 por ciento de la comida producida mundialmente, advirtió recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés).
El informe «Perspectivas Agrícolas 2023-2032», elaborado junto a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), prevé el incremento en la próxima década del desperdicio alimentario, que actualmente ronda los 931 millones de toneladas.
El incremento del volumen de alimentos tirados a la basura se esconde detrás del aumento de, por ejemplo, las pérdidas de comida a lo largo de la cadena de distribución, que pasarán de los 180 millones de toneladas actuales a 234 en 2032.
Mientras que otros 157 millones de toneladas se desperdiciarán en los cultivos, 20 millones más que hoy en día.
«Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una parte fundamental para mejorar los resultados de los sistemas alimentarios y mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad», alega el documento.
Incertidumbre en las materias primas
La FAO pone el foco en los «constantes riesgos económicos», como el alza de los precios de la energía o el impacto de la guerra en Ucrania, en la producción mundial de alimentos, que añade incertidumbre a la estabilidad productiva de los próximos años.
En este sentido, cada incremento del 1 por ciento en los precios de los fertilizantes, fundamentales para la mayoría de cultivos y para la producción de pienso ganadero, especialmente los destinados a aves y cerdos, implicaría un encarecimiento final del 0.2 por ciento en el coste de todas las materias primas agrícolas.
Sin embargo, el informe reconoce la mejora en la disponibilidad de grano y fertilizantes producidos en territorio ucraniano después de la interrupción del comercio de estas materias primas en los inicios de la guerra, reactivado tras la Iniciativa de Granos del Mar Negro, en la que representantes de Rusia, Ucrania, Turquía y la ONU supervisan el envío de barcos mercantes cargados de grano.
Moderación de las emisiones
Pese a un incremento previsto del 12.8 por ciento en la producción agrícola hasta 2032, la emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la agricultura aumentarán sólo un 7.6 por ciento, un incremento menor al de los últimos 10 años y que demuestra un «rápido descenso en la intensidad del carbono en el sector primario».
Sin embargo, el informe recuerda que «deben adoptarse de forma generalizada esfuerzos innovadores para garantizar que la agricultura contribuya eficazmente a mitigar el cambio climático» especialmente en el caso de la ganadería, que representará un 80 por ciento del aumento de las emisiones agrícolas previstas.
Al mismo tiempo, los distintos sistemas de producción de alimentos se enfrentarán al reto de adaptarse lo antes posible a los efectos del cambio climático, como las cada vez más frecuentes sequías e inundaciones.
Ricos y pobres
La evolución del mercado agroganadero y de materias primas variará en función de los niveles de desarrollo económico de los países.
Mientras en los ricos se moderará la demanda de pienso para animales gracias a las mejoras en la eficiencia productiva, en los estados de ingresos medios o bajos el rápido incremento de la producción obligará a producir más alimentos para ganado.
También los biocombustibles ganarán presencia en la próxima década en los países de ingresos bajos, especialmente en India e Indonesia, mientras que en la Unión Europea las crecientes restricciones al transporte contaminante bajarán la demanda de estas materias primas.
En cambio, las previsiones apuntan a un incremento de la producción agrícola generalizado, debido en un 79 por ciento al incremento de la productividad de los cultivos, mientras que un 15 por ciento se debería al aumento de las dimensiones de las plantaciones y un 6 por ciento a la mayor intensidad de explotación de las tierras.