Mientras la cifra de muertos en un incendio forestal que arrasó una localidad histórica de Maui alcanzaba las 93 personas, las autoridades advirtieron el sábado que los esfuerzos por identificar a los muertos aún estaban en sus primeras fases. Ya era el incendio más letal en Estados Unidos en un siglo.
Los equipos con perros rastreadores apenas habían cubierto el 3 por ciento de la zona de búsqueda, indicó el jefe de policía de Maui, John Pelletier.
“Tenemos una zona que tenemos que contener que es de al menos 5 millas cuadradas y está llena de nuestros seres queridos”, explicó. Es probable que la cifra de muertos aumente “y ninguno sabemos todavía su calibre”, añadió.
Pelletier hablaba mientras trabajadores de emergencias buscaban en el paisaje ceniciento que dejaron las llamas tras calcinar la localidad centenaria de Lahaina. Los equipos marcaban las ruinas de las casas con una X de naranja brillante para indicar una búsqueda preliminar, y las siglas HR cuando encontraban restos humanos.
Pelletier dijo que investigar las muertes era un enorme desafío porque “levantamos los restos y se deshacen… Cuando encontramos a nuestra familia y nuestros amigos, los restos que encontramos pasaron por un incendio que derritió el metal”. Dos personas han sido identificadas por el momento, señaló.
Los perros trabajaban entre los escombros, y su ladrido ocasional -empleado para alertar a sus entrenadores de un posible cadáver- resonaba en un paisaje sin color.
“Sin duda será el peor desastre natural que haya enfrentado Hawai», dijo el sábado el gobernador, Josh Green, mientras recorría la devastada calle Front. “No queda más que esperar y brindar apoyo a quienes sobrevivieron. Nuestra prioridad ahora es reunir a las personas cuando podamos y darles techo y atención médica, y luego dedicarnos a la reconstrucción”.
Al menos 2,220 edificios resultaron dañados o destruidos en el oeste de Maui, dijo Green, de los que el 86 por ciento eran residenciales. En toda la isla, añadió, se estimaba que los daños rondaban los $6,000 millones. La recuperación tomará “una cantidad de tiempo increíble”, apuntó.
La cifra de muertos confirmados se elevó más tarde a 93, respecto a los 89 anunciados en la conferencia de prensa de Green y otros funcionarios.
Al menos otros dos incendios ardían en Maui, sin víctimas mortales por ahora, en la zona sureña de Kihei y en las poblaciones interiores de montaña conocidas como el Upcountry. Un cuarto fuego se declaró el viernes por la noche en Kaanapali, una población costera al norte de Lahaina, aunque los equipos lograron extinguirlo, según las autoridades.
El incendio en las montañas había afectado a 544 estructuras, según Green, el 96 por ciento de ellas residenciales.
Los trabajadores de emergencias en Maui buscaban alojamientos para las personas desplazadas. Hasta 4,500 personas necesitaban refugio, según dijeron responsables del condado en Facebook el sábado por la mañana, citando cifras de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) y el Centro de Desastres del Pacífico.
Pelletier instó a las personas con familiares desaparecidos a acudir al centro de ayuda y hacerse pruebas de ADN para identificar a sus seres queridos.
Green dijo que las autoridades revisarían los protocolos y políticas para mejorar la seguridad.
“La gente nos pregunta por qué revisamos lo ocurrido y es porque el mundo ha cambiado. Ahora una tormenta puede ser un huracán-incendio o un incendio-huracán”, dijo. “Eso es lo que hemos experimentado y por eso estamos mirando estas políticas, para ver cómo podemos proteger mejor a nuestra gente”.
Riley Curran, residente en Lahaina, expresó sus dudas porque los responsables del condado pudieran haber hecho más, dada la velocidad a la que avanzaban las llamas. Huyó de su casa en la calle Front tras ver el fuego desde el tejado de un edificio contiguo.
“No es como si la gente no hubiera intentado hacer nada”, dijo Curran. “El fuego fue de cero a 100”.
Más de una docena de personas formaron una cadena humana el sábado en la playa de Kaanapali para descargar agua, productos de higiene, baterías y otros productos esenciales de un catamarán que había navegado desde otra parte de la isla.
David Taylor, director de marketing de Kai Kanani Siling, propietaria del barco, dijo que muchos de los suministros eran para empleados de hoteles que perdieron sus hogares y estaban con sus familias en sus lugares de trabajo.
“El aloha aún existe”, dijo mientras el grupo aplaudía cuando terminaron de descargar el barco. “Todos lo sentimos con mucha intensidad y todo el mundo quiere sentir que puede hacer algo”.
Caitlin McKnight, que había ayudado como voluntaria en un refugio de emergencia en el monumento a la guerra en la isla, dijo que intentaba ser fuerte por los que lo habían perdido todo.
“Era evidente que esas personas, esas familias, personas de la ohana de Maui, habían pasado por un evento traumático”, dijo McKnight, que empleó una palabra hawaiana para familia. “Se podía ver en su rostro”.