La aprobación expedita de medicamentos en Estados Unidos disminuyó este año, ya que la controvertida vía acelerada de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) para hacerlo quedó bajo un escrutinio renovado del Congreso, comisiones gubernamentales de vigilancia y algunos de los propios directivos de la agencia.
Cuando falta menos de un mes para que termine el año, el centro de medicamentos de la FDA ha concedido diez aprobaciones aceleradas, menos que el total en cada uno de los últimos cinco años, cuando el uso del programa alcanzó sus niveles más elevados.
El programa permite que algunos medicamentos salgan a la venta en Estados Unidos basándose en prometedores resultados en las fases iniciales de prueba, antes de que se demuestre que realmente benefician a los pacientes.
Desde hace tiempo, algunos académicos se han quejado de que esta práctica ha resultado en un exceso de medicamentos costosos y cuyos resultados no han sido demostrados, sobre todo para el cáncer. Pero el año pasado, la aprobación acelerada de un fármaco contra el mal de Alzheimer que había generado mucho debate provocó una nueva ronda de críticas, así como investigaciones de inspectores federales y el Congreso a la toma de decisiones de la FDA.
Una audiencia reciente de la FDA en la que se pretendía revocar la aprobación de un medicamento para los nacimientos prematuros cuya eficacia no había sido demostrada puso de relieve las deficiencias del programa. La FDA lleva dos años intentando retirar del mercado ese fármaco, de nombre Makena, porque un estudio de seguimiento mostró que no beneficiaba ni a los infantes ni a las madres. El fabricante se ha negado a cooperar.
En medio de la controversia más reciente, directivos de la FDA han dado pasos sin precedentes al sugerir que se adopte una postura más firme en torno a la aprobación acelerada: obligar a los laboratorios a retirar una lista creciente de usos cuya efectividad no ha sido demostrada para ciertos fármacos y pidiéndole al Congreso nuevos poderes para acelerar la eliminación cuando las empresas se opongan.
La doctora Reshma Ramachandran, investigadora de la Universidad de Yale que apoya las reformas legislativas, cree que el escrutinio reciente del proceso de aprobación acelerada “definitivamente derivó en que se detuvieran y tomaran un camino distinto”. En todo caso, Ramachandran y otros críticos dicen que es demasiado pronto para saber si las acciones recientes de la FDA reflejan un cambio de política a largo plazo.
Una portavoz de la FDA aseguró que la postura de la agencia sobre la aprobación acelerada “ha seguido siendo coherente y la agencia está comprometida a asegurar la integridad del programa”. Agregó que la FDA está empleando “toda la autoridad a nuestra disposición” para asegurar que las farmacéuticas realicen estudios confirmatorios rápidamente después de las aprobaciones.
El programa de aprobación acelerada se remonta a 1992, y se considera que ha acelerado la disponibilidad de los primeros fármacos con los que se lograron avances para combatir el VIH y el cáncer. Ha avalado cerca de 300 medicamentos de esta forma, casi la mitad de ellos en los últimos cinco años.
Sin embargo, investigadores y comisiones gubernamentales de vigilancia han señalado problemas con la supervisión de la FDA, incluyendo retrasos en retirar rápidamente medicamentos con estudios confirmatorios fallidos o inexistentes. Hace poco, inspectores federales descubrieron que los estudios confirmatorios de 40 por ciento de estas aprobaciones expeditas estaban incompletos.
El panorama está empezando a cambiar. En menos de dos años, la FDA ha solicitado, con éxito, a las farmacéuticas que retiren más de 20 aprobaciones aceleradas de medicamentos —principalmente terapias contra el cáncer— que no mostraron beneficios. Es más de la mitad de los retiros en la historia del programa.
El director del centro oncológico de la FDA, el doctor Rick Pazdur, ha dicho que estos intentos para retirar aprobaciones son la “yihad” de él.
En fechas recientes, varios laboratorios declinaron las solicitudes de la FDA para retirar sus medicamentos de manera voluntaria. Esto ha suscitado preocupaciones de que se realicen más audiencias públicas onerosas y largas para obligar a que se retiren los medicamentos, un proceso que Pazdur considera “una pesadilla”.
La capacidad de solicitar a los laboratorios que tengan en marcha sus estudios antes de la aprobación es una parte de un proyecto de ley que los legisladores del Congreso esperan incluir en un enorme proyecto de ley de egresos para fin de año. De ser aprobada, sería la reforma más grande en los 30 años de existencia del programa de aprobaciones aceleradas.
“Necesitamos más garra en términos de poder lograr que las pruebas confirmatorias inicien antes de las aprobaciones aceleradas”, declaró el comisionado de la FDA, Robert Califf, en un congreso reciente sobre el cáncer. “Una vez que se emite la aprobación es muy difícil contener a los mercadólogos”.
Reguladores de la FDA ya están sometiendo a prueba el enfoque. Cada vez más, la agencia le está diciendo a los laboratorios que deben tener en marcha sus estudios de confirmación de eficacia antes de que se apruebe el medicamento.
“Sabemos que la FDA ha incrementado los requisitos para la aprobación acelerada, por eso estamos buscando que nos den claridad adicional sobre su postura”, les dijo Mike Sherman, director general de la nueva empresa Chimerix, a los inversionistas en una llamada telefónica reciente para conversar sobre los planes de la empresa para un nuevo medicamento contra el cáncer.
Estas nuevas exigencias podrían significar dificultades para los laboratorios más pequeños, que con frecuencia dependen de la aprobación para ganar terreno en el mercado antes de reunir fondos adicionales.
Las tendencias de aprobaciones de la FDA se ven impactadas por diversas fuerzas. El total general de medicamentos nuevos autorizados por la agencia ha disminuido considerablemente este año a unos 30, a diferencia de los 50 del año pasado. E incluso el reciente máximo en el uso de la vía acelerada —45 aprobaciones en 2020— reflejó varias tendencias.
Las farmacéuticas han estado desarrollando enérgicamente una nueva clase de “inmunoterapias” que ayudan al organismo a reconocer y atacar el cáncer. La FDA ha concedido más de 80 usos para esos medicamentos desde 2015, aumentando así el total anual de aprobaciones aceleradas.
Además, las alteraciones por la pandemia de COVID-19 obligaron a algunos laboratorios a interrumpir sus planes de investigación, y solicitaron a la FDA aprobaciones aceleradas a partir de estudios parciales, en vez de completos.
“Hubo muchas reinterpretaciones de las reglas de la FDA para asegurarse de que esas empresas pudieran proceder, porque de lo contrario habrían perdido miles de millones de dólares”, señaló Sam Kay, consultor de Clarivate, que asesora a empresas farmacéuticas.
Es un recordatorio de cuánta flexibilidad tiene la FDA.
Muchas de las reformas que están pendientes en el Congreso “son cosas que la FDA podría implementar ahora”, asevera Ramachandran.
“Creo que dejarlo en manos del Congreso les da la protección y la bendición para seguir adelante con lo que quieren hacer”, dijo.