Accidentes, infecciones severas, infartos al corazón, derrames cerebrales, problemas respiratorios, torsión de ovarios, dolores abdominales por apendicitis o pancreatitis y otras urgentes afecciones de salud son condiciones que a diario se atienden en las salas de emergencia.
Sin embargo, estas situaciones de vida o muerte representan solo el 25 por ciento de los casos que se atienden en estas áreas, mientras que el restante 75 por ciento de los pacientes son dados de alta tras una evaluación completa, al no presentan condiciones graves, aclara el doctor Fernando Soto, director de la Sala de Emergencias del Centro Médico Episcopal San Lucas.
Como explica, el paciente es quien determina lo que considera una emergencia, mientras que “al emergenciólogo le toca ver a cada persona que llega al hospital, estabilizar su condición y referir, según sea necesario”.
Muchos emergenciólogos, recalca, poseen subespecialidades, como emergencias pediátricas o medicina deportiva, las que requieren años de entrenamiento y propician un mejor cuidado para los pacientes.
Según abundó Soto, el principal rol del emergenciólogo es evaluar, estabilizar y derivar al paciente. Cuando estima necesario, también sugiere que el paciente se quede en el hospital o coordina su transferencia a otro centro.
Asimismo, Soto subraya que la percepción del paciente sobre su propia situación es fundamental y que el deber del emergenciólogo es orientar y actuar. Esto, incluso, cuando muchos pacientes llegan preocupados por síntomas que, aunque no constituyen una emergencia, requieren evaluación médica.
Por ello, para estos especialistas la toma de decisiones rápidas es fundamental, ya que cuentan con poco tiempo para detectar una situación que requiera atención inmediata y evaluar la severidad de cada caso.
Bastará con los primeros minutos de observación para que el emergenciólogo determine si el paciente puede esperar o si necesita atención inmediata. “Observamos patrones como la respiración, la queja del paciente, su edad e historial, lo que nos da una idea clara de su urgencia”, explicó Soto.
En cuanto a los tiempos de espera, indicó además que en los Estados Unidos las personas pueden esperar hasta 15 horas para ver a un médico en situaciones no críticas. Sin embargo, en el Centro Médico Episcopal San Lucas el tiempo de espera es menor y se priorizan los casos más graves, en lugar de seguir un orden de llegada.
“Los pacientes que tienen una emergencia real son atendidos de inmediato. No es por orden de llegada, sino por severidad”, puntualizó.
Esta filosofía de atención asegura que las personas que realmente lo necesitan reciban ayuda sin demora, mientras que el resto de los casos menos graves se manejan de acuerdo a su urgencia, buscando siempre un equilibrio entre el flujo de pacientes y la calidad de la atención brindada.
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