Allan Cintrón: de potencial desertor a portento empresarial

Allan Cintrón Salichs no fue el mejor alumno del Colegio Ponceño de Varones.

Con aplomo y franqueza, admitió que en aquellos años no le gustaba estudiar, lo que peligrosamente lo aproximó a una adolescencia como desertor, al salir de la escuela en tercer año de secundaria.

Este giro forzó que terminara el duodécimo grado a través de exámenes libres, pero, aun así, reitera que no le halló el encanto a los libros hasta que solicitó su ingreso al Ejército de los Estados Unidos.

No obstante, a punto de dar ese paso, algo lo detuvo y se matriculó en la universidad para completar un bachillerato en Contabilidad.

Ahí su vida dio un giro inesperado, ya que el otrora estudiante rezagado se convirtió en el mejor promedio de su clase, logrando una súbita entrada al cuadro de honor y rehaciendo, de ese modo, el camino que le dirigiría a una trayectoria profesional de éxitos.

Esta es la historia del director ejecutivo MedCentro, la organización de base comunitaria que maneja un presupuesto de $70 millones anuales y que se posiciona a la vanguardia en servicios primarios de salud con una plantilla de 462 empleados.

“Fui un estudiante fatal en la escuela y mis notas era malas. Mi papá quería que me metiera al ejército y salir de mí”, confesó el hijo de María Monserrate Salichs Lope de Haro y Rubén Cintrón Munera.

“Cuando me tocaba ir a firmar para entrar en la Fuerza Aérea, pasé por unos salones que estaban estudiando. Eso fue lo que me estremeció, porque me di cuenta de que si quería lograr algo tenía que estudiar”.

“Me di cuenta de que el problema era yo, que no era más nadie. Tú te pasas echándole culpa a medio mundo de lo que te pasa y no hay otra forma que estudiar. Creo que fue la mejor decisión que tomé. Hice un bachillerato en Contabilidad y una maestría en Administración”, resaltó al mencionar que esa trayectoria la completó en el Colegio Regional de Ponce (UPR) y la Universidad Católica.

Sin embargo, Cintrón Salichs eligió la contabilidad, no para ejercerla, sino para “entender la Matemática”, pues su meta era trabajar en el área de negocios.

“Nunca practiqué la contabilidad, porque nunca lo pensé para ser contador, sino para aprender a hacer negocios. Creo que me ha ayudado muchísimo a entender la parte financiera de la administración que, a fin de cuentas, si financieramente no tienes éxito, no vas a poder lograr todas las cosas que quieras lograr”, admitió el vecino de la urbanización Santa María.

Con diploma en mano, su desarrollo profesional comenzó en San Juan, laborando para la administración del Hotel Borinquen, pero su corazón estaba en Ponce, por lo que tan pronto pudo aceptó una de tres ofertas de empleo que le ofrecieron desde su ciudad natal.

Así inició su ascendente carrera en el Centro Sor Isolina Ferré de La Playa de Ponce.

“Empecé como administrador y terminé dirigiendo diferentes proyectos de desarrollo empresarial, haciendo propuestas federales. Así me fui introduciendo al mundo del non profit. Hubo dos proyectos principales: Artesanías Tabaiba y el proyecto agrícola Jardines del Cafetal, que me encantaba porque lo importante era darles trabajo a los muchachos”, rememoró.

“Después, con la doctora Delia Ramos, trabajé un proyecto con Vivienda y creamos el proyecto Rayo de Luz; cogimos varios residenciales en Ponce, Guayama, Humacao y San Juan y creamos una cultura de empresa en las personas que vivían en los residenciales públicos y ahí estuvimos hasta el final”, agregó.

Su entrada al centro de salud, aclara, no fue fortuita, ya que para la época la directora de la entidad era su progenitora, aunque no fue ella quien lo buscó.

“Para el 2001, ya papi tenía cáncer. Mami era una mujer muy fuerte, inteligentísima, pero ella no pudo controlar el que papi tuviera cáncer y eso le afectó mucho, porque empezó presentar una conducta errática y el centro se le fue de las manos. Las enfermedades mentales no son como las físicas, porque no las ves”, lamentó.

“El centró entró en problemas y para el 2006 la junta de directores entendió que tenía que haber un cambio y me preguntaron si yo me quería hacer cargo, pero fue bien duro por muchas razones”, relató.

“Primero, el gobierno federal ya tenía conocimiento de lo que estaba pasando aquí, era el hijo de la administradora, el mismo gobierno federal no me quería aquí y así lo expresaron. Excepto que la junta siempre respaldó el nombramiento”, reveló.

Pero el reto era enorme, porque la deuda que ya había asumido la institución alcanzaba los $7 millones, mientras que “en caja” quedaban cerca de $250 mil, según explicó.

“Había mucho deterioro… Eso les pasa a muchas organizaciones que entran en un letargo, porque siguen haciendo lo mismo, no se reinventan, y había caído en eso. La deuda era enorme y era difícil, porque el gobierno federal había requerido una auditoria mensual para pedir fondos y continuar pagando”, admitió Cintrón Salichs, quien completó otra maestría en Administración de Servicios de Salud en el 2005.

“Muchos lobos dando la vuelta, aprovechándose de las oportunidades. Con eso fue que comenzamos a trabajar. Pero usamos una técnica que resultó buena, en vez de tratar de resolverlo todo, decidimos resolver algo bien y después proceder a resolver otra cosa, bien resuelta”, puntualizó.

Así las cosas, el hijo de María Monserrate laboró casi sin descanso hasta sacar a la institución del abismo en que había caído, pero, sobre todo, realizando una labor con la que deseaba reivindicar a su madre. Y lo logró.

“Realmente esa era mi motivación principal… Yo tenía una la responsabilidad con mi familia, conmigo mismo, con mi mamá. Estaba molesto con ella, por un lado, pero por otro decía: ‘Es que no puedo estar molesto con ella, porque ya ella no está bien”, manifestó.

Actualmente, MedCentro se ha posicionado como una de las instituciones de salud de mayor prestigio en todo el país, con un presupuesto anual de $70 millones, 462 empleados a tiempo completo y presencia en los municipios de Ponce, Peñuelas, Juana Díaz, Villalba y Coamo, además de clínicas rodantes que llevan servicios a Yauco, Guayanilla, Santa Isabel y Salinas.

“Se logró con mucho trabajo”, reconoció. “Pero todo lo que tú ves aquí no es trabajo mío nada más, sino de muchas personas. Hubo algunos que no creyeron, incluso, apostaron dinero a ver cuánto yo iba a durar aquí. Pero no puedes ni enojarte con eso, sino que debes enfocarte en lo que debes hacer, que es trabajar”, sentenció.