Cuando se activó la grabadora para la entrevista, Marlese Sifre Rodríguez respondió de forma atípica a la primera pregunta. Casi en susurro.
“Nací en San Juan. En el Auxilio Mutuo”, comentó con dejo de timidez, como quien momentáneamente teme que sus palabras la excomulguen del culto a Ponce o la destierren del territorio.
“Pero soy ponceñista”, ripostó, “porque, como dicen, los ponceños nacen donde quieren”.
A partir de entonces, la alcaldesa interina de la ciudad y candidata al cargo en la elecciones del próximo mes se sinceró y comenzó un diálogo extenso, con historias muy personales, con las que muchas personas podrían sentirse identificadas.
Para muestra, relató que sus padres biológicos se divorciaron cuando tenía tres años de nacida y que la separación la trajo a Ponce, la cuna de su madre Ana Lourdes Rodríguez Negrón, quien fue y es figura central en su vida.
También, confesó que tras casarse en el 1997 se convirtió en madrastra de dos hijos y madre de su propia hija, Alana; que en el 2007 tuvo que hacer frente a desafíos personales, como sobrevivir a un tumor cerebral y a una operación de emergencia, y que desde el 2016 intenta asimilar la irreparable pérdida de Karla, su hija adoptiva.
San Juan, Ponce, México y California
De sus raíces, la candidata por el Partido Popular Democrático rememoró múltiples anécdotas al arrancar el interrogatorio.
Por ejemplo, que tras la separación de sus padres, Rafael Sifre Font y “Doña Anita”, madre e hija se mudaron primero a la urbanización Alta Vista en Ponce, para luego acompañar a una tía que vivía en Sabanetas, “cerca del Mangoíto”, y finalmente establecerse en Villa del Carmen, a punto de cumplir los seis años de edad.
Allí ingresó a la primera sede de la Escuela Ángela Cordero Bernard, “cuando estaba en unas casitas, lo que se conoce ahora como el Paseo Saurí”, y estrenó el salón de cuarto grado del voluminoso plantel que se construyó poco después.
Previo a la próxima pregunta, interrumpió para aclarar que ingresó al primer grado a los cuatro años de edad, ya que estudió prescolar en la Academia Legrand “y me adelantaron de grado”. Por consiguiente, se graduó de la superior Dr. Pila a los 15 y completó su bachillerato en Justicia Criminal de la Interamericana a los 20.
Fue entonces cuando, por recomendación de profesores, decidió alzar vuelo para establecerse en México con una amiga universitaria, Eileen Teixonier, y $500 en ahorros. Juntas habían planificado completar una maestría en Políticas Criminológicas, pero el instituto cerró poco antes de su llegada.
“Eso no fue una buena coordinación, pero yo dije ‘Ya estamos acá’. Y nosotras nos fuimos a la UNAM, a la Universidad Nacional Autónoma de México, y buscamos qué maestrías hacer”, describió.
“Sin hospedaje y sin nada, nos fuimos para allá y decidimos estudiar Derecho Penal”, continuó. “Lo que estaba era preparando el camino para estudiar Derecho y ser abogada. Y cuando empezaron a hablar del Código Penal de México, nos percatamos que eso no era lo que necesitábamos”.
“Como a los tres meses, decidimos darnos de baja. Eileen regresó a Puerto Rico y yo me fui a California con mi tía Margie, que vivía allá. Ingresé al Cypress College para perfeccionarme en el inglés y regresé (a Ponce) en diciembre”, donde el día 15 celebraría su vigésimo primer cumpleaños y aplicaría a la Escuela de Derecho Eugenio María de Hostos en Mayagüez.
En la recta final de sus estudios, allá para el 1997, contrajo matrimonio con Juan Carlos Rivera Guillén, de familia muy cercana a la suya, a quien había conocido a los 14 años de edad y de quien se había enamorado mientras estudiaba en la Universidad Interamericana de Ponce.
Con la unión, la alcaldesa interina se volvió segunda madre para los dos hijos de su esposo, Carlos Juan y Karla, y en el 2003 celebraron la llegada de Alana.
No obstante, aclaró que la armonía de la familia se trastocó cuatro años más tarde, “cuando en una evaluación por dolores de cabeza persistentes apareció en un CT Scan del cerebro, en el cuarto ventrículo, un tumor del tamaño de un limón”.
El hallazgo precipitó un traslado de emergencia al Centro Médico en Río Piedras, donde el neurocirujano Iván Sosa la recibió y le describió el panorama. Se trataba de un tumor ligado al tallo cerebral.
“Solo piensa ¿cómo tú vas a ir a una sala de operación a que te abran el cerebro? Que el doctor te diga ‘puedes morir, puedes quedar mal, puedes quedar sin habla, puedes quedar sin vista, puedes quedar paralítica’, porque no sabemos”, relató.
Aun así, Sifre Rodríguez se encomendó a sus manos y la operó.
“Estuve como un mes en Centro Médico, en la Unidad de Neurocirugía y con 500 cables en la cabeza”, continuó. “Pasé mucha ansiedad por querer salir, no quería que nadie me viera. Fueron batallas internas, frustrada, ya quería salir”.
“Pero a la misma vez, vi los milagros de Dios, que la oración es poderosa. Ponce se unió a orar por mí, sin saber quién yo era. Llamaban católicos y de otras denominaciones. Y eso me daba paz”.
“Encima de eso, lo que operaron fue un meningioma que salió negativo, no salió positivo a cáncer y no tuve que recibir ningún tipo de tratamiento. Así que Dios hizo, no uno, sino dos milagros conmigo y, de verdad, el médico fue un instrumento de Él”, subrayó.
“Eso marcó mi vida”, sentenció. “A partir de entonces, no renegué más. Al contrario, di gracias al Señor porque me escogió y porque algún propósito tiene conmigo”.
Esta prueba de fuego, reconoce ahora, no sería la única. Años más tarde tendría ante sí el negocio que levantó con su esposo y su familia, El Fogón de Yuya en el sector Vallas Torres, ardiendo en llamas hasta perderlo todo. Y tiempo después, le darían la noticia que nunca imaginó recibir: la muerte de su hija adoptiva Karla.
Salvaguardando detalles íntimos e inmensurablemente dolorosos, develó que una severa depresión figuró entre los detonantes.
Esta historia personal, rica y compleja, admite, ha influido significativamente en su carrera como servidora pública y ha moldeado, inevitablemente, su visión política.
Las propuestas
Por ello, adelanta que de ser favorecida por el electorado ponceño en las elecciones de noviembre su atención “se volcará en causas sociales”, particularmente, las que involucren niños y adolescentes con necesidades especiales, al igual que adultos mayores.
De forma paralela, planea redoblar estrategias para masificar el empresarismo local e insertar el puerto y aeropuerto ponceño en esa dinámica, para junto a otras de mayor envergadura crear nueva actividad económica regional e internacional.
Sobre los primeros, aseveró que impulsará la expansión del Centro Educativo de Perlesía Cerebral para dar servicio a más niños y jóvenes, desde grados primarios hasta cuarto año, y prepararlos para una vida independiente.
Desde hace décadas, el centro ofrece servicios interdisciplinarios gratuitos a niños con deficiencias en el desarrollo, perlesía cerebral, desórdenes neurológicos y discapacidades múltiples en su sede del Callejón Trujillo.
“Lo que era un espacio pequeño, ya se nos hizo muy pequeño y tenemos gente de otros pueblos que quieren entrar”, planteó la ejecutiva municipal. “Tenemos que buscar la manera”.
Sobre los adultos mayores, calificó como urgente la asignación de más fondos locales y gubernamentales para entrenar y reclutar a amas de llaves que asistan en Ponce y el resto del país a una población creciente de “viejos cuidando a viejos”.
“Son personas mayores, solas, abandonadas, sin hijos, con condiciones de salud”, describió. “Ayer mismo una señora se me echó a llorar, me dice ‘Llevo 12 años atendiendo a mi esposo y ya no puedo más, necesito una ama de llaves’”.
Al reclamo por estos fondos y a una política pública clara, planea sumar la expansión o reubicación del Centro Ernestina Rodríguez de Monllor, mejor conocido como el Centro de Los Diamantes.
“El centro opera las 24 horas, con personal y enfermeras pagadas por el municipio para atender a adultos sin familia, a personas sin hogar y a adultos que no tienen quién los atienda. Pero, ¿sabes cuántas camas tenemos? Treinta”.
Su expectativa, insistió, es lograr un nuevo espacio donde pueda acoger a otro centenar de adultos “no importa que lo pague el municipio, porque es una necesidad. La lista de espera es grandísima y mi meta es tener una facilidad importante y grande para eso”.
Sus deseos ya han apuntado a una instalación icónica del centro urbano, el otrora Hospital Tricoche, y aseguró haber sometido durante este año propuestas para fondos federales de rescate y revitalización. Ninguna, sin embargo, ha sido aprobada.
Un proyecto de tal índole, admitió, rebasaría los $10 millones. Aun así, estableció para récord que insistirá y “seguirá siendo mi prioridad”.
En temas de actividad económica, se declaró discípula del fenecido alcalde Rafael Cordero Santiago y su máxima para que la ciudad redirija su destino hacia la autosuficiencia mediante el Puerto de Ponce.
“Yo creo lo mismo. Y apostamos a lograrlo en combinación con el aeropuerto. Por eso, estamos luchando para que el gobernador firme el proyecto donde traspasaría el aeropuerto a Ponce”.
Su visión, añadió, es que ambas instalaciones se integren a las actividades rutinarias de industrias como Cooper Vision, el patrono privado más grande de la región, sirviendo como portales para la exportación de productos e importación de materias primas.
Asimismo, incentivando que emprendedores y consorcios comerciales de la ciudad, la región y el exterior incluyan a ambos enclaves en procesos rutinarios y en planes de crecimiento.
“Ya hemos tenido gente de Jacksonville, del Puerto de Jacksonville, visualizando y reuniéndose con personal del Puerto de Ponce. No sabían la capacidad que tenemos, así que el puerto se está visibilizando”, declaró.
Por último, reconoció que estas iniciativas deben ser acompañadas de una oferta de vivienda nueva, rehabilitada y de hospederías, tanto para la población local como flotante.
En una ciudad donde la escasez de vivienda es un problema recurrente, el reto es mayúsculo.
“Por eso, nosotros ya estamos adquiriendo lotes, adquiriendo espacios, terrenos que ya nos pertenecen o vamos a adquirir por expropiación mediante el proceso de estorbos públicos, para ponerlos a disposición de inversionistas que quieran hacer complejos de vivienda”, planteó Sifre Rodríguez.
El esfuerzo, sugirió, podría tener el impacto de la otrora Ley 212 que empleó el exalcalde Francisco Zayas Seijo para repoblar el casco urbano: tópico que se complementaría con la nueva Ley 182 que concede noveles incentivos para el desarrollo de viviendas en los centros urbanos municipales.
Interesante historia de superación y lucha. Espero que todo lo planificado salga bien, para el bien de todos en mi querida ciudad de Ponce. Lo importante en todo en la vida es nunca rendirse y seguir luchando por lo que uno quiere. La perseverancia siempre tiene recompensa si se tiene paciencia y fe en uno mismo y en los demás.