A siete días del paso del huracán Fiona, el país está partido en dos.
La brecha de desigualdad que arrastramos históricamente, en este momento se desgarra y demanda una intervención inmediata.
Al otro lado del privilegio geográfico metropolitano se viven realidades muy distintas; dimensiones paralelas donde la desigualdad, desventaja e inaccesibilidad son la orden del día.
Al momento en el que escribo esta columna, la distribución porcentual de abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica a quienes se ha restablecido el servicio lo patentiza: al 82 por ciento de la región de San Juan, al 69 por ciento de la región de Bayamón y al 36 por ciento de la región de Caguas.
A la misma vez, solo al 16 por ciento de la región de Arecibo, al 12 por ciento de la región de Mayagüez y al cinco por ciento de la región de Ponce.
No debe haber al momento una mejor representación para visibilizar el privilegio geográfico que el centralismo perpetúa en clara amenaza a la salud, bienestar y estabilidad social y económica de la población de las zonas más impactadas por Fiona.
Resulta inexplicable cómo a cinco años de los huracanes Irma y María, a dos años de los terremotos y aun en medio de la pandemia y sus respectivos impactos y consecuencias, aceptemos niveles de respuesta tan deficientes y desensibilizados de la realidad que se vive en los distintos y diversos lugares de Puerto Rico.
La sensibilidad es un atributo innegociable al gobernar, liderar o ejercer decisiones de impacto público, más aún en una crisis. El centralismo es una manera de gobernar insensible, ineficaz, ineficiente, imprudente y antiética.
El centralismo es mucho más que la concentración de las sedes de los poderes y ramas constitucionales en San Juan y de sus agencias y servicios gubernamentales lo largo y ancho de las ciudades metropolitanas. Esta mentalidad no es exclusiva en situaciones extraordinarias como la que atravesamos. Por el contrario, el centralismo se refleja en los estilos de vida y de trabajo, en y desde los cuales se ejercen decisiones que impactan con política pública la cotidianidad de personas que se localizan fuera del rango de conciencia de quienes las crean y ejercen.
El centralismo es, en efecto, una mentalidad entronizada, egoísta e individualista, ausente de una conciencia colectiva que asume su privilegio geográfico como si este fuera infinito, sin límites y accesible a todxs. Nada más lejos de la realidad.
El privilegio geográfico insensibiliza, enajena e ignora las dificultades que se están viviendo en el resto del país.
Una navegación simple en redes sociales nos confirma que al menos dos Puerto Rico coexisten. Por un lado, un Puerto Rico recorriendo sus cotidianidades privilegiadas sin ningún tipo de empatía, y por otro un país que solo da para una cotidianidad precaria e insuficiente.
Ante este modo de actuar, nuestras comunidades están gestionando en todos los espacios nuevas soluciones creativas, colaborativas y solidarias. Es por esto que urge descentralizar y no atenuar el reclamo justo de igual de condiciones.
A diario vivo el contraste y soy testigo de las desventajas e injusticias que esto impone a todos los sectores, al otro lado de la Cordillera; aca todos se impactan y los más vulnerables sufren sin necesidad.
Por otro lado, soy también testigo de la fuerza luchadora, creadora, emprendedora, cultural y cívica de nuestra gente en el sur. Y cuando digo sur, es en su grandeza caribeña que se extiende desde Ponce a Juana Díaz, Adjuntas, Villalba, Coamo, Aibonito, Peñuelas, Guayanilla, Yauco, Sabana Grande, San German, Santa Isabel, Salinas Guayama, Arroyo y Patillas.
En cada ciudad y pueblo, se gestionan esfuerzos vitales para la recuperación post huracán para apoyar en seguridad alimentaria, bienestar, salud mental, cultura, recreación, apoyo a comerciantes e incentivos entre otros tipos de ayuda.
Este liderato valiente y arrojado, necesita de los recursos directos para llevar el alivio a donde tiene que llegar. No necesitamos de burocracias públicas ni privadas ni costos indirectos que nada le proveen y nada le benefician. Necesitamos que los recursos lleguen directo a nuestra región, ciudades y comunidades.
No hay sostenibilidad ni justicia social si no se descentraliza la gobernanza, los recursos y la gestión. Esta es la única salida a romper con el problema, desde la raíz.
(El autor es arquitecto, urbanista y presidente del periódico La Perla del Sur)
Continúa el Plan de Desplazamiento
Me gustaria saber, si los Arquitectos tienen un frente unido para no caer en un abuso de la Ley 22,(ayudando al extranjero) ,me llega una confidencia de Realtors(inescrupulo$o$), se han Unido para darle un recibimiento a un encuentro en el Área metropolitana,por el gobierno a Arquitectos extranjeros.Lo más fuerte es que Resltors quieren servir el Buffete.
Ojo ,esta acción desmerece la intención operacional de Nuestros Arquitectos con transparencia.
Realidad cruda, diáfanamente expuesta, que ilustra las grandes desventajas de muchos y la indiferencia insolente de una élite con ceguera social que “flota” sin que sus pies se ensucien con tierra, y que pretenden tener el poder sobre un país que literalmente no conocen y claramente no aman. Mientras a un lado de la cordillera se preparan decenas de miles de platos de comida al día para puertorriqueños pasando hambre, allá los círculos clasistas insensibles de la élite celebran conciertos y van al cine. Imprudente. Insultante. Insólito. Inaceptable.
Me hago eco de sus comentarios, es triste que los pueblos que han estado en medio de la vorágine sean los últimos en recibir los servicios escenciales o nos tengan en esta incertidumbre por tanto tiempo solo por lavarle la cara a la compañía que se hace cargo de la distribución de energía.
Excelente reflexión que suscribo totalmente. Nuestro problema Colectivo es Político y solo podrá atenderse cuando termine el bipartidismo Colonial que nos asfixia.