Elon Musk, propietario único de la red social Twitter desde el pasado jueves, desembarcó en la compañía con decenas de asesores procedentes de sus otras compañías, principalmente Tesla, mientras perfila una estrategia de despidos y estudia cambios para poder monetizar el uso de la aplicación.
Según recogen el martes varios medios con fuentes dentro de la compañía, Musk ha traído a cincuenta empleados de Tesla -mayormente ingenieros de software- más algunos perfiles específicos de Boring (compañía de tunelación subterránea) y SpaceX con el fin de reconfigurar las funcionalidades de Twitter.
Los planes de monetizar la compañía tal vez no van a ser tan rápidos como Musk pretende: el Financial Times señala el martes que los bancos que prestaron a Musk 12,700 millones de dólares para poder financiar la compra de Twitter (que le costó 44,000 millones) ya cuentan con reescalonar la deuda hasta principios del año próximo o incluso más adelante.
Entre estos bancos están Morgan Stanley, Bank of America o Barclays, que están a la espera de que Musk presente un plan claro de negocio para calibrar la rentabilidad de una compañía que en sus diez últimos años ha vivido ocho en números rojos.
Según adelantó el lunes The Verge y hoy, martes, confirma el New York Times, uno de los planes específicos que Musk plantea es cobrar 19.99 dólares por una «cuenta verificada» -algo que ahora se puede obtener de forma gratuita y se traduce en un pequeño icono azul-, supuestamente poniendo como requisito que el demandante sea suscriptor de Twitter Blue, el servicio premium que hasta ahora no ha respondido a la demanda esperada.
Ese plan ha levantado una verdadera polvareda en la misma red social, con perfiles tan notorios como Stephen King, uno de los autores más leídos de Estados Unidos y del mundo, quien la pasada noche tuiteó: «¿Veinte dólares al mes por tener una cuenta verificada. A la mierda, deberían pagarme a mí», y amenazó con salir de la red.
A King le respondió poco después el mismo Musk -confirmando así indirectamente sus planes-: «¡Tenemos que pagar las facturas de alguna manera! Twitter no puede apoyarse solo en los anunciantes. ¿Qué te parecen 8 dólares?», tuiteó, sin aclarar si la cantidad está todavía por decidir.
Atmósfera de miedo y recelo
Dentro de la compañía, los medios aluden a la atmósfera de recelo que se respira ante la certeza de que Musk planea recortes de plantilla, en proporciones que varían del 50 al 75 por ciento, según distintas fuentes, y sin que el millonario las haya confirmado hasta el momento, más allá de despedir a la junta directiva anterior.
El empresario llegó a la sede de Twitter en San Francisco el pasado jueves acompañado de varias personas de su confianza, entre los que se repiten varios nombres: su abogado personal Alex Sapiro, el inversor en tecnología Jason Calacanis y el jefe de la compañía familiar de Musk Jared Birchall.
El mismo Musk y sus asesores han comenzado a interrogar a los empleados en Twitter para que expliquen cómo funcionan los algoritmos y el control de contenidos, la forma en que operan los equipos de trabajo y las funciones de cada uno. «La amenaza de despido pende si no se consigue impresionarlos», dice una fuente citada por CNBC.
Ese mismo canal se pregunta cómo ingenieros expertos en automoción eléctrica pueden contribuir a mejorar Twitter cuando son dos actividades sin relación alguna, y cuando a Twitter le afectan legislaciones sobre contenidos que van cambiando de país en país y pueden afectar altamente a su propia esencia.