“A él lo velaron aquí en la sala”, contó nuestra anfitriona con cierto tono escabroso, mientras deambulaba por la casa enseñando las habitaciones. “Yo creo que por estar contando eso ningún amigo mío se quiere quedar aquí”, agregó, medio sonriendo.
En julio pasado, la actriz ponceña Maddy Rivera consiguió alquilar una centenaria propiedad ubicada en calle Isabel número 36, en pleno casco urbano de Ponce, con una sola idea en la cabeza: levantar un nuevo epicentro para las artes escénicas en el área sur, que cobije a actrices y actores, músicos y bailarines, y les brinde un espacio para presentarse y crear.
Esto ante la paralización del Teatro La Perla y la escasez de lugares dedicados a estas disciplinas fuera del área metropolitana de San Juan. “Cada vez que buscábamos dónde poder estar, crear y soñar, nos veíamos errantes. Necesitábamos un lugar donde hacer nuestras actividades y producciones”.
Lo que Maddy desconocía es que esta no era una casa cualquiera, aunque se percató de ello desde que entró.
La armadura de caballero medieval dispuesta en el recibidor, los suelos en mosaico del 1900 y los muebles Luis XV delataban su singularidad. Y ella estaba anonadada.
“¿Sabía usted que esta fue la casa del doctor Pila?”, le preguntó repentinamente el dueño de la propiedad. Ella, por supuesto, no lo sabía, ni menos que el velatorio tras la muerte del reconocido médico puertorriqueño nacido en Cádiz se había realizado ahí mismo.
Mientras lo escuchaba, su mente volaba por la casa imaginando obras de teatro clásico de García Lorca o Los Soles Truncos de René Marqués. Andaba por ahí alucinando con los recovecos, con los techos altos, con las antiguas lámparas de cristal colgantes, con los largos pasillos.
“Mi mente estaba volando, porque la casa es una belleza. Está completamente amueblada y los muebles parecen ser también de una pieza teatral. Veía el teatro por todas partes, en las puertas, en las habitaciones, veía a los actores entrando y saliendo por diferentes sitios”.
Un espacio teatral
La Casona le hace honor a su nombre. Es grandísima. Y señorial.
Consta de siete habitaciones conectadas por un largo pasillo central que enlaza a su vez con el patio a través de dos salidas diferentes, una al medio y otra al final. Cada cuarto tiene un suelo desigual, de coloridas baldosas y mosaicos, para dar la impresión de estar en distintos recintos.
En sus más de tres meses de funcionamiento han pasado por ahí estatuas vivientes, bailarinas de danza contemporánea, cantantes de música de los 70, adaptaciones de espectáculos de Broadway, bailadoras de flamenco y obras como La Casa de Bernarda Alba.
Uno de los más recientes espectáculos presentados fue la pieza de danza Subcultura, realizada por la compañía Contempora, en la cual cinco bailarinas se desplazaban por todas las estancias con movimientos coordinados, en coreografía, y el público se movía con ellas, casi como parte de la obra.
“El espacio es bien teatral. Desde que entras la casa te da todas las posibilidades de hacer teatro y también teatro en pequeño formato, lo que llaman micro teatro. Pequeñas obras de 15 minutos donde puedes ver una en la habitación, otra en la sala, una aquí en el cuarto, y te vas desplazando haciendo el recorrido por la casa”, describió Maddy.
La casa concitó rápido las miradas de ponceños y habitantes de pueblos vecinos. Comenzaron las llamadas, los mensajes de personas que querían conocer el espacio. “Yo quiero ir”, “yo quiero tener la experiencia”, “yo tengo una foto de ahí”, decían.
Hasta llegaron dos historiadores y un arquitecto, por iniciativa propia, para admirarla.
El interés creciente por conocer la vivienda de estilo Criollo Ponceño y que data de 1910, ha hecho que actividades como los recorridos guiados con estatuas vivientes sean un éxito. En ellos el visitante tiene la oportunidad de caminar por todos los rincones de La Casona, mientras actrices y actores -miembros del colectivo Tercera Llamada de San Germán- caracterizan esculturas y son dispuestos en distintos puntos para ser contemplados.
Talleres permanentes
“Siempre estoy haciendo, no puedo estar quieta”, continuó Maddy mientras seguía mostrándonos la casa. Por consiguiente, en La Casona siempre están pasando cosas.
Todos los fines de semana hay presentaciones y en la semana se imparten los talleres permanentes de teatro, taichí y Kung-fu.
Glenn Zayas es ponceño, masajista terapéutico y actor de larga trayectoria. Él llegó a trabajar aquí luego que el también actor y dramaturgo Miguel Difoot lo contactara con Maddy, quien rápido le ofreció dirigir el taller de teatro.
Y lo que en principio iba a durar solo tres días, se extendió por más de tres meses. Hasta el sol de hoy.
“Maddy ha sido un ángel en mi vida, no solo por haberme dado este espacio en una casa tan hermosa, sino también porque me ha puesto delante a un grupo de gente para enseñarles todo lo que sé, que es un montón”.
El taller se imparte dos veces por semana y está abierto a todas las edades y tipos de personas. La idea es que los asistentes se empapen del trabajo actoral, aprendan estilos de actuación, lectura interpretativa, historia teatral, posturas y movimiento.
“Las ideas que traigo acá son para crear el comienzo de un sueño bien lindo, que marque y que haga historia, no solo en Ponce, sino que en todo Puerto Rico”, destacó Glenn.
Yatziel Luna Ramos es un adolescente yaucano de 13 años y alumno del taller. Él asiste con su hermano menor y está muy contento de participar. La experiencia ha sido buena, dice, porque “me refuerza lo que ya sé y me ayuda con la lectura. Además, aprendo muchas cosas más como mantener mi postura y dicción”.
“A mí me encanta el teatro, así que vine rápido cuando me enteré”, confesó Carmen Rodríguez Malavé, ponceña, directora de escuela de 42 años e iniciada en el trabajo actoral.
“Lo último que hice fue La Casa de Bernarda Alba en 2016, donde hice de la Poncia. Glenn es perfeccionista y a mí me gusta eso, que se pulan las escenas, que me enseñen más, uno no lo sabe todo y él me ha enseñado un montón”, agregó.
Añadió que iniciativas así son urgentes en Ponce, ya que para instruirse en teatro es necesario ir al área metro. “Esto es perfecto, es distracción, es aprendizaje. El que es tímido deja la timidez a un lado. Esto es hablar con el arte, sacarte las palabras del corazón”.
Además, entre los objetivos del taller figura montar una obra con todos los integrantes y presentarla en la casa y otros puntos de la isla. “Espero que las personas se motiven a venir a La Casona y tomar cursos. Si no pueden llegar a San Juan, sepan que en Ponce tienen un lugar donde están seguros, donde se les va a atender y a enseñar todos los aspectos de un montaje teatral”.
Descentralizar el arte
Si hubiera mandamientos que rigieran el funcionar de La Casona, habría dos particularmente importantes: que, si bien ahí convergen todas las artes, su base es el teatro; y que si bien se busca que lleguen personas de todos las latitudes, su enfoque está en los habitantes del sur de Puerto Rico.
“Le quiero dar mucha más participación y oportunidades a quienes estamos casi invisibles en el país”, comentó Maddy.
La oferta de actividades relacionadas a las artes escénicas está altamente concentrada en el área metropolitana de San Juan. No es fácil encontrar una presentación de danza o una obra de teatro fuera de la capital y su periferia, lo que hace que también ahí se concentren las ofertas de trabajo cultural, y por ende las posibilidades de desarrollo profesional.
Maddy en eso es clara. “Tú eres alguien si estás allí. Tienes que emigrar dentro de tu propio país, tienes que irte a la capital para que te reconozcan o para que alguien pueda decir que existe ese artista”.
Cuando era joven quiso asistir a un taller en el área metropolitana y al decir que era de Ponce asumieron que no iba a poder cumplir, dado que vivía lejos. Lo mismo cuando ya trabajaba: no le daban oportunidades pensando que no iba a llegar.
Por eso la urgencia de lugares como La Casona. “Cuando me llama alguien de Bayamón, o de Arecibo, siempre pienso que viene de lejos y que tiene mucho interés. Por eso tengo consideración, le pregunto qué horario es mejor y nos acomodamos. Cuando tienes interés de hacer algo lo haces. Pues ellos van a llegar”.
Para Maddy es imprescindible que haya más compañías y talleres de teatro, más centros de estudio, más salas para presentaciones y más eventos relacionados a las artes escénicas alrededor de toda la isla, para que el éxito en estas disciplinas no dependa del lugar geográfico donde te encuentres.
“La idea es impactar más comunidades, irnos a los barrios y abrir puertas”.
“El arte tiene que ser de puertas abiertas”, remató convencida, para no crear grupos exclusivos en los que “nos vamos a quedar tomando vino y comiendo queso, y no va a pasar nada. Las puertas de La Casona están abiertas para todos”.
El sur, lugar de combate
Después del paso del huracán Fiona por la isla en septiembre pasado, La Casona de las Artes estuvo días sin electricidad y agua, como todos. En medio de esta incertidumbre prefirieron reprogramar algunas actividades. Sin embargo, pasados algunos días, reconsideraron la decisión y decidieron continuar.
Llevaban horas con la electricidad de vuelta y tenían encima el espectáculo de danza contemporánea. Si bien sentían cierta ansiedad por no saber si la situación se iba a normalizar, resolvieron no posponerlo. “Si se va la luz buscamos antorchas o algo”, dijo Maddy, tomándose en serio la frase que utiliza como nombre para el colectivo que encabeza: Arte Frente a Todo.
“Arte frente a todo, frente a toda adversidad. Vamos adelante, con el arte siempre vamos adelante”, enfatizó la artista. Y efectivamente el evento se realizó con éxito, y con luz.
Sin embargo, admite ahora, fueron días difíciles. Se sintió abatida y triste por la situación del país. No tenía fuerzas. Pero ocurrió un hecho especial.
Una de las participantes del taller de teatro le envió un mensaje de audio para hablarle sobre el monólogo que estaban trabajando en ese momento. Ella lo había estudiado y se lo había aprendido de memoria. Le contaba que no tenía agua, que no tenía luz, ni nada, que no había nada que hacer y que aprovechó el tiempo para repasar el libreto.
“Mientras tú te estás poniendo triste, me dije, esa estudiante se memorizó el monólogo. Eso me motivó de tal manera que al otro día agarré la escoba, cogí el mapo y comencé a preparar el lugar para convocarlos otra vez”.
Hay algo terapéutico en el arte, asegura Glenn. “El arte y la creación sanan”, y es a lo primero que los artistas echan mano ante las crisis. “Cuando vivía en Chicago tenía mi trabajo en una oficina full time, pero también trabajaba en el teatro y estuve en una obra que duró muchísimo. Salía de la oficina, cogía el tren, comía algo y llegaba hasta ahí. No importaba cómo había sido mi día o mi semana, la gratificación instantánea del aplauso al final de la obra inmediatamente me hacía dormir tranquilo”.
Entretanto, para Maddy, la conexión con la obra del antiguo dueño, el doctor Pila, es evidente. “Aquí el doctor Pila hizo el bien. Recibía a las personas para ayudarlas a sanar, y el arte también sana. Queremos ayudar a sanar tantas heridas que tenemos en este sur. La isla entera sufre a diario por el actuar de nuestro gobierno y por la manera en que somos tratados. El sur de Puerto Rico es un lugar de combate, estamos todo el tiempo luchando, y los artistas aún más”.
Fruto del esfuerzo
Maddy vivió su niñez en el residencial Rafael López Nussa, frente al centro comercial Plaza del Caribe en Ponce. Ahí todavía vive su madre, y ahí la visita todos los días. Incluso, ahí duerme algunas veces.
“Ese fue mi entorno, violento, fuerte, a veces muy duro de asimilar, pero vivo en gratitud, porque pude encontrar a través del arte el camino para continuar”.
Parece una lucha continua, tenaz, de cada jornada. “Ella misma se hizo a esfuerzo”, dijo Elizabeth Caraballo, su madre, quien sorpresivamente apareció en la presentación de danza contemporánea.
Relató que la actriz no paró de trabajar ni siquiera durante la pandemia, que siguió produciendo obras, que hizo monólogos al aire libre. “Ella se ha fajado para entregar alegría a la gente”, puntualizó. “A ella no la amilana nada, ni terremotos, ni huracanes”.
Por más de 40 años, Elizabeth ha trabajado en La Guancha, pasando por distintas tareas, en cocina, en mantenimiento y hasta que últimamente se hizo cargo de la venta de sardinas para dar a los peces en el muelle. Ella fue quien ayudó a Maddy económicamente para conseguir el alquiler de La Casona.
“Esa energía que Maddy tiene salió de mí, porque yo soy una mujer de campo, que casi no estudió, y la vida me ha hecho trabajar forzosamente”, recalca. “Como madre estoy bien contenta, bien orgullosa, por eso yo siempre estoy con ella, detrás de ella, porque veo los esfuerzos de ella, pero también ha botado lágrimas, porque en este ambiente es muy triste la envidia. Ha botado lágrimas tocando puertas, ha pasado desaires”.
Lo que viene
Entre las actividades que Maddy tiene en mente para finales de noviembre resalta repetir “Antesala”, un evento que hasta ahora ha presentado con el colectivo Arte Frente a Todo en las escalinatas del Teatro La Perla para exigir su reapertura.
En ella confluyen creadores de distintas disciplinas para presentar su arte en vivo.
“Este ‘Antesala’ tendría un carácter muy especial, porque será para celebrar los más de 20 años que llevo haciendo teatro, y lo haré con uno de los monólogos más grandes que he podido interpretar y que me ha dado grandes satisfacciones”, adelantó la actriz.
De repente, hizo una pausa, respiró, bajó la cabeza, sollozó y se puso a llorar. “En algún momento iba a pasar”, continuó en voz baja.
Mientras secaba sus ojos explicó que le emociona pensar en “todos los años que llevo haciendo esto, en lo difícil que ha sido muchas veces y en todos los momentos en que he puesto a los demás por encima de mí”.
El monólogo que quiere montar es “La Actriz”, una creación del dramaturgo Luis Torres Nadal y con el cual ganó un festival en Nueva York. Es una obra dura, que trata sobre la vida de una mujer de teatro que se vuelve alcohólica.
Maddy, mientras, respira involucrada y comprometida con el proyecto de La Casona. Si esto fuera un juego de póker, esta apuesta sería como un all in. Y pareciera que esta vez posee una buena mano de cartas.
Otro de los proyectos que tiene entre ceja y ceja es recibir artistas en residencia de distintas latitudes.
“He tenido la oportunidad de viajar a hacer teatro y la experiencia es enriquecedora. Me encantaría que tuviéramos la solvencia económica para recibir personas, pero también para enviar a nuestros estudiantes de actuación a festivales internacionales, y sentir el orgullo de que esa actriz o ese actor se desarrollaron aquí”, comentó Maddy.
En noviembre se cumplen también los 330 años de la fundación de la Ciudad Señorial, momento para el cual quiere preparar el monólogo El síndrome de Ponce es Ponce, que desde la comedia critica el racismo, el elitismo y el ponceñismo exagerado.
Además, para este mismo mes se planifica un homenaje a la poeta, guionista, cantante y compositora puertorriqueña Sylvia Rexach.
Otra de las actividades pensadas para noviembre son las noches de micrófono abierto, donde si bien la poesía será ama y señora, también habrá artistas diversos que expondrán sus trabajos en vivo.
Está planificada una noche de flamenco llamada “Remembranzas”, a cargo de la cantaora Maruja y la bailadora Jessica Monzón “La Mora”. Junto con esto quiere programar más actividades musicales, integrando a profesores y estudiantes del Instituto de Música Juan Morel Campos para que acudan a hacer presentaciones.
“Apelo al público, al pueblo, a que vengan a apoyarnos y que los artistas sepan que aquí en el sur, y en esta ciudad en particular que tanto amamos, hay un espacio para todos, hay un lugar que nos alberga a todas y todos”, sentenció.
“Que todo el mundo venga, eso es algo que me haría muy feliz. Cuando veo que la gente que está en un espectáculo está disfrutando, mirando al artista, esa es mi recompensa”.
Excelente proyecto! Pronto pasaré ya que resido en la Calle Isabel. Una gran oportunidad para tanto talento que tenemos en nuestra ciudad. Mucho éxito!