Sin falta, tres veces a la semana, Juan Ángel Salcedo Rodríguez debe viajar desde su casa en el remoto barrio Guilarte de Adjuntas hasta un hospital de Ponce para tratar su insuficiencia renal mediante el proceso de diálisis.
Para don Juan, un paciente diabético e hipertenso de 79 años, la travesía gestionada por su aseguradora de salud hace casi tres años es cada vez más agobiante, al punto de que ya prefiere quedarse en su hogar, aunque el acceso a este procedimiento médico sea vital.
“Él se trata en la clínica de diálisis del Centro Médico Episcopal San Lucas tres veces a la semana. Se lo llevan a las 3:00 de la tarde y viene llegando aquí como a las 9:00 de la noche. A veces lo llevan con varios pacientes y el viaje se extiende, porque él es el último que dejan en su casa”, explicó su esposa Rosalinda Contreras Castillo en entrevista con La Perla del Sur.
“Mi esposo me dice a cada rato que ya no quiere viajar porque es incómodo, llega con hambre y mareado por los brincos del vehículo en la carretera. En ocasiones, se hace muy tarde y está que no puede con su alma”, prosiguió.
Como agravante, previo al paso del huracán Fiona por el Caribe, en Adjuntas había llovido tanto que algunas carreteras estaban intransitables. La Cuesta Los Hernández, la vía que da acceso al hogar de este matrimonio, fue una de ellas y por poco impide que recogieran a Salcedo Rodríguez para llevarlo a Ponce.
“Cuando pasó la tormenta vinieron a buscarlo a las 2:30 de la madrugada y la guagua no podía pasar, porque había bambúes obstruyendo la carretera. Así que yo le dije al chofer que me esperara, agarré el machete y el impermeable, y me fui a cortar bambúes para abrirle paso”, relató Contreras Castillo.
Salió el sol
Cuando ya se habían acumulado demasiados escollos, las soluciones aparecieron todas juntas.
Primeramente, la aseguradora de salud les ofreció llevarle el equipo médico necesario para que se diera el tratamiento de diálisis peritoneal en la casa, pero esa, por sí sola, no era una opción viable.
Contreras Castillo dudó en aceptar, porque la realidad del barrio Guilarte, como el resto de Adjuntas, es que el servicio de energía eléctrica se interrumpe constantemente. Y cuando no hay luz, tampoco hay agua, un recurso imprescindible para el tratamiento.
Sin embargo, la mujer vio a Arturo Massol Deyá, director asociado de Casa Pueblo, en un programa de televisión el pasado viernes, y se enteró de la disponibilidad de equipos de energía solar para personas con condiciones de salud crónicas.
“Así que llamé a Rebecca (Rodríguez, enlace de Casa Pueblo con la comunidad) y ella rápido me contestó. Vinieron a entrevistarnos y al día siguiente me dijo que sí. Yo no creí que fuera tan rápido y me alegré tanto. Me siento bendecida y agradecida con Casa Pueblo de que hagan esto por mi esposo”, expresó Contreras Castillo.
El paciente agregó sin titubear: “Estoy feliz y contento”.

Instalación expedita
El adjunteño Manuel Soto Cáez, dueño de la empresa Sol de la Montaña, y sus empleados instalaron el equipo solar este miércoles en un periodo de cuatro horas.
“Instalamos seis paneles de 300 watts, un inversor de 5,500 watts con un controlador integrado de 100 amperes y cuatro baterías en gel para un total de 12 kilos de reserva”, explicó el experto.
“Por el día, cuando hay sol, el sistema va a utilizar las placas para energizar la casa y cargar las baterías, y al caer la noche se va a transferir automáticamente a la utilidad (LUMA Energy), dejando las baterías stand by para cuando se vaya la energía eléctrica. Cuando eso pase, se transfiere en un segundo y si Juan está usando su máquina de diálisis no se va a ver afectado, porque el equipo mantendrá el mismo voltaje. Él no se dará cuenta y seguirá su tratamiento sin ningún problema”, continuó Soto Cáez.
Además de la máquina de diálisis, este equipo solar les permitirá encender la nevera, luces y abanicos. Se trata de una instalación básica de las que Casa Pueblo ya ha instalado en más de 100 viviendas después del huracán María y que el pueblo conoce popularmente como los “cucubanos”.
Este tipo de instalación ágil, en tiempos de emergencia, ha ayudado a salvar vidas, ha aliviado la carga de las personas cuidadoras, y le ha dado tranquilidad y paz a mucha gente en Adjuntas.
“Esta población de personas encamadas, personas que necesitan oxígeno 24/7 y que se dan diálisis peritoneal ha sido la más atendida por Casa Pueblo, porque dependen de la luz para poder vivir y si no están conectados al sistema eléctrico van a morir. Y Casa Pueblo no quiere más muertes como pasó en el huracán María. Hemos trabajado para que todos puedan tener seguridad energética”, afirmó Rebecca Rodríguez, al resaltar que estas familias, a su vez, ayudan a sus vecinos y amplían el alcance de los beneficios de la energía renovable en tiempos de crisis.

Excelente labor!!!! Los felicito porque no es un lucro es una ayuda genuina!!! Gracias por sus servicios inmunitario.
Hacia eso deberían ir todos los pueblos. Gente con visión, propósito y voluntad para buscar y encontrar soluciones. Los felicito!!!