A su paso, el año volvió a golpear duro. En especial, a adultos mayores secuestrados por la indigencia. Como los que batallan contra condiciones de salud crónicas mientras sobreviven, casi a solas, en su única posesión: un humilde hogar en la comunidad Alto de Cuba en Adjuntas.
Aunque localizada en el extremo noroeste del centro urbano, la zona lució por décadas olvidada, marginada, hasta que un diálogo entre vecinos y coordinadores de la organización cívica Casa Pueblo culminó este año en lo impensable: en la primera comunidad enteramente energizada con infraestructura solar donada por filántropos e instalada por voluntarios y trabajadores puertorriqueños.
El mayúsculo acto de empatía y nobleza no fue el único. Además de crear una treintena de “Cucubanos” o viviendas energizadas con el sol para su centenar de habitantes -y propiciar ahorros medulares en sus facturas eléctricas-, Casa Pueblo y sus aliados también salieron al rescate del único colmado en el área, el de la trabajadora Sharon Cedeño.
Con 24 paneles y 12 baterías donadas por diversos colectivos, ahora el principal proveedor de víveres para los vecinos puede hacer mucho más que transferir su economía al costo de su mercancía. También puede inmunizar su inventario contra alzas inflacionarias por costos de electricidad, dejar atrás las pérdidas de productos dañados por los apagones y galvanizar a corto plazo su solidez económica.
Algo muy similar ocurrió este año en el hogar para adultos mayores Cabecitas de Oro. Ubicado en lo alto del barrio Vegas Arriba de Adjuntas, este último refugio para casi una veintena de ancianos no solo era víctima de la inestabilidad eléctrica, sino de incertidumbre financiera debido a un solo detonante, la “factura de luz”.
“En Cabecitas de Oro, el costo de la factura eléctrica no solo atentaba con la permanencia del hogar. Es que ya significaba una de dos opciones: cerrar -y eso genera una gran presión- o subir el costo a las personas necesitadas que están allí”, relató Arturo Massol Deyá, director asociado de Casa Pueblo, al pasar revista de todo lo acontecido en el 2023.
El rescate, agregó, se logró con la intervención de más benefactores, como las entidades Let’s Share the Sun y 15 estudiantes de Queensbury High School y South Glens Falls High School en Nueva York, quienes se dieron a la tarea de reunir $35 mil entre comerciantes auspiciadores de su zona para comprar los equipos solares necesarios.
Junto a voluntarios de la montaña y el apoyo técnico de la empresa Sol de la Montaña, la gesta culminó con la instalación de 36 paneles fotovoltaicos, dos inversores, dos baterías de litio y el respiro profundo del administrador del hogar, Tomás López Vargas, quien mensualmente sentía el estrangulamiento causado por los desembolsos para electricidad, que ya rondaban los $1,200.
“Y todo esto ocurre con una clave”, continuó Massol Deyá. “Con Casa Pueblo gerenciando estos proyectos, con unos costos indirectos que no existen, sin la intención de generar riqueza, con una red de gente solidaria que está mirando cómo ayudar y que ve que a través de Casa Pueblo se gerencian, se hacen y se completan”.
Por eso, reconoció, ya no solo comienzan a emularse iniciativas similares en el archipiélago puertorriqueño, sino que en lugares tan distantes como el Congo apuntan a Adjuntas como referente de futuro.
“Este año estuvimos en el Congo invitados por el 11th Hour Project, porque están trabajando la transición energética, donde apenas el nueve por ciento de la población tiene acceso a energía eléctrica”, explicó. “Desde entonces, hemos estado colaborando, intercambiando con ellos, y también hemos aprendido mucho de ellos”.
Otro sector que simultáneamente observa lo que ocurre en la Tierra del Gigante Dormido es la comunidad científica mundial, la que en informes internacionales ya resalta a Casa Pueblo “como un referente de ejemplos, de rutas que hay que mirar, porque están funcionando, porque sirven para impulsar el cambio”, agregó el también catedrático de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez.
“Hay mucha gente mirando a Adjuntas desde afuera, desde la distancia, y están pendientes y ven lo que está ocurriendo, y en su interpretación, con una mirada más global le dan un alto valor a esa experiencia comunitaria”, relató Massol Deyá.
“Y esta gente está diciendo: ‘Oye, si lo están haciendo en Adjuntas y puede ser un referente para Puerto Rico, ¿por qué no puede ser un referente para otros?’ Y eso nos toma como una gran sorpresa, porque uno hace estas cosas pensando en el impacto inmediato, directo de lo que son las necesidades nuestras, pero ahí hay contestaciones que tienen implicaciones globales”, agregó con emoción.
Onda expansiva
Tras el repaso de logros, Massol Deyá fue aún más enfático en los retos y objetivos para el 2024, año en que vaticinó que Casa Pueblo multiplicará la huella de su insurrección energética.
“Contemplamos expandir el Bosque Solar para hacer una plaza y una micro red solar para los vecinos. En su momento lo vamos a describir en detalle, pero hay un proyecto donde ese oasis energético va a adquirir un contexto para producir energía con otros estándares. Mas convertir esa plaza en un entorno de encuentro cultural, un espacio común”, adelantó.
Asimismo, confirmó que la proliferación de casas solares continuará, al tiempo en que las microrredes del casco urbano estarán en funcionamiento, “y en este primer semestre del 2024 vamos a tener con la UPR un acuerdo que recién firmamos y será un magno evento cultural para apoyar con recursos propios la insurrección energética de Adjuntas. Y eso con los artistas nacionales nuestros”.
Simultáneamente, Casa Pueblo espera presentar lo que será el proyecto educativo más importante realizado en sus 44 años de existencia.
Se trata de “Mi plántula solar, un cuaderno educativo con guías para el maestro, guías para el estudiante, para aprender sobre energía solar, pero como si fuera un lego, para que puedas tener una experiencia práctica laboratorio y llevarla a las escuelas”, explicó Massol Deyá.
“Va a transformar la educación con conciencia social, ecológica, sobre la energía solar”, sentenció. “Con esto, el estudiante ya no solo vendrá a Casa Pueblo. Con esto ahora Casa Pueblo podrá llegar a cada escuela del país”.