Los vestuarios que usó Marilyn Monroe en pantalla son casi tan emblemáticos como ella. Por ejemplo, el vestido rosa mexicano que usó al cantar “Diamonds Are a Girl’s Best Friend” o el vestido de coctel blanco que ondulaba a su alrededor sobre un respiradero del metro en “The Seven Year Itch” (“La comezón del séptimo año”).
Estos vestidos han sido recreados, imaginados y usados como referencia muchas, muchas ocasiones, desde películas de gran presupuesto a videos musicales y tiendas de disfraces baratos. El vestido blanco que usó sobre el respiradero del metro se vendió por 4.6 millones de dólares en una subasta en 2011 y varios años después una réplica se vendió por 120,000 dólares.
Sobra decir que la diseñadora de vestuario de “Blonde” (“Rubia”), Jennifer Johnson, sentía una enorme presión al hacer los trajes que todos conocemos tan bien para la película de Netflix que se estrena el miércoles.
Aunque “Blonde” podría ser una versión de ficción de la historia de Monroe, los vestuarios se desprenden de la realidad. La gran mayoría de las piezas que la estrella Ana de Armas usa en la película al interpretar a Monroe son recreaciones que Johnson y su equipo tuvieron que hacer sin una referencia real a la mano.
De hecho, el único objeto de Monroe que pudo estudiar de forma presencial, un abrigo de la película “Niagara” que está resguardado en Western Costume en Los Ángeles, quedó fuera de la película.
En vez de eso, Johnson recurrió a los filmes, fotografías de la “biblia” de 750 páginas del director Andrew Dominik para la película, y un cuadernillo de William Travilla, el experimentado diseñador de vestuario que trabajaba para estudios de cine y fue responsable de algunos de los estilos más famosos de Monroe en la gran pantalla.
“Obviamente, no podíamos tener acceso a las mismas telas, pero era muy importante mantener la calidad de construcción para esos vestidos originales, para que no se sintieran como una simulación barata o como un disfraz”, dijo Johnson.
La diseñadora aprendió por el cuadernillo de Travilla que el vestido rosado de “Gentlemen Prefer Blondes” (“Los caballeros las prefieren rubias”) no se movía correctamente cuando Monroe descendía por unas escaleras cantando “Diamonds Are a Girl’s Best Friend”.
El diseñador, en un ataque de pánico de último minuto, buscó un poco de fieltro verde destinado a una mesa de billar de otro departamento y forró el vestido con él. Aunque Johnson no tuvo que usar fieltro de mesa de billar, sí se sintió identificada con los temores de Travilla cuando ella pasó por problemas similares.
Fuera de los dolores de cabeza, dijo, cuando hay dinero “siempre es más fácil hacerlo” que tratar de encontrar algo antiguo.
“Es muy difícil encontrar cosas existentes”, dijo. “La ropa antigua se va. Literalmente se evapora del planeta”.
Por mucho el vestido más difícil de recrear fue el vestido de pliegues blanco inmortalizado en “The Seven Year Itch”, otra creación de Travilla. Los pliegues resultaron ser enormemente complejos, en parte porque no hay muchos lugares en Estados Unidos que se especialicen en esa técnica en la actualidad, la cual requiere moldes a la medida.
“Tuvimos muchos fracasos”, dijo Johnson. “Era increíble cuánta tela se necesitó para crear el arco y el drama de ese vestido cuando sale volando sobre el respiradero del metro … creo que usamos unas 50 yardas porque los pliegues no estaban bien. Se veía genial, pero los moldes no estaban diseñados correctamente para los pliegues. Hubo mucha investigación, desarrollo y gasto empleado en ello”.
Pero al final valió la pena verlo en la película, donde es casi un personaje secundario en una importante y estremecedora recreación de un momento memorable.
“Fue filmado de manera tan hermosa por Chayse Irvin, nuestro increíble director de fotografía, y Andrew es un visionario”, dijo Johnson. “Es un verdadero porno de vestido en la película. Hay imágenes increíbles en cámara lenta con las que realmente puedes deleitarte con la calidad del vestido”.
El estilo de Monroe fuera de pantalla era mucho más recatado y alejado de las lentejuelas y el brillo de sus vestidos en las películas. Johnson y Dominik decidieron que debería tener una especie de uniforme para cuando no estuviera en alguna misión, principalmente pantalones Capri y suéteres de cuello de tortuga, algunos son incluso piezas antiguas de tiendas de vestuario de Los Ángeles.
“Era muy importante para mí que el uniforme proyectara su deseo de ser tomada en serio como actriz y como artista”, dijo Johnson. “De alguna manera ella emulaba el estilo beatnik o el estilo francés”.
Pero no todo es completamente exacto. El naturalismo era primordial una para Johnson, incluyendo asegurarse de que los trajes funcionaran para el cuerpo de De Armas y para el público contemporáneo. Una cosa que abandonaron eran las canicas que Monroe famosamente cosía en su sostén. Eso, decidió la diseñadora, sería una distracción para los ojos modernos.
“No quería que se sintiera gracioso o como un disfraz”, dijo Johnson. “Cuando abordé mis diseños, e incluso si es una recreación de algo que todos conocemos, era muy importante que Ana nunca sintiera que estaba usando un disfraz”.
“Esos vestidos son tan emblemáticos, que fácilmente podrían sobrepasar a la actriz y hacer que todo se tratara del vestuario. Y yo siempre quise que fuera complementario a la increíble actuación de Ana”.