La economía estadounidense creció a una tasa anual de 5.2 por ciento entre julio y septiembre, gracias al gasto de los consumidores y a pesar de los aumentos de las tasas de interés, reportó el miércoles el gobierno al actualizar un estimado anterior.
El gobierno había estimado previamente que la economía creció a una tasa anual de 4.9 por ciento en el trimestre anterior.
El estimado difundido el miércoles confirma que la economía tuvo un pronunciado aceleramiento comparado con el ritmo de 2.1 por ciento registrado entre abril y junio. Muestra que el producto interno bruto —el total de productos y servicios producidos por un país— tuvo su mayor crecimiento trimestral en casi dos años.
El gasto de los consumidores, que es el motor de la economía, aumentó a una tasa anual de 3.6 por ciento de julio a septiembre, una cifra robusta aunque un poco menos del estimado anterior de 4 por ciento. La economía también recibió impulso de compañías que están incrementando sus inventarios al anticipar ventas en el futuro. El crecimiento también se debe a un aumento en el gasto y las inversiones del gobierno a todo nivel: federal, estatal y local.
La economía estadounidense, la más grande del mundo, ha mostrado ser resiliente a pesar de que la Reserva Federal ha aumentado las tasas de interés 11 veces desde marzo de 2022 para combatir la mayor inflación en cuatro décadas.
Las tasas de interés han aumentado los costos del consumo y de los préstamos, pero también han ayudado a aliviar las presiones inflacionarias: los precios al consumidor aumentaron 3.2 por ciento el mes pasado con respecto a donde estaban 12 meses antes, una mejora con respecto al alza de 9.1 por ciento, año en año, registrado en junio de 2022.
El mercado laboral también está enfriándose tras estar recalentado los últimos dos años, aunque sigue robusto desde el punto de vista histórico: los empleadores añadieron un promedio de 239 mil puestos por mes este año. Y la tasa de desempleo ha caído por debajo del 4 por ciento por 21 meses consecutivos, el lapso más extenso desde la década de 1960.
La combinación de menos inflación y más contrataciones ha suscitado esperanzas de que el banco central estadounidense logrará su llamado aterrizaje suave, es decir, aumentar las tasas de interés lo suficiente para domar los aumentos de precios sin empujar a la economía hacia una recesión.