El Santuario de Animales San Francisco de Asís, Inc. (Sasfapr) fue uno de los muchos lugares del suroeste de Puerto Rico que sufrió daños tras pasar el ojo del huracán Fiona por Cabo Rojo el 18 de septiembre de 2022.
Aunque sus vientos fueron categoría 1, la cantidad de lluvia que Fiona trajo consigo fue histórica. Hace cinco años, durante el paso del feroz huracán María, categoría 4, el nivel del río Guanajibo subió 28.39 pies y el agua cubrió los predios del santuario de animales, las carreteras que les dan acceso y el primer piso del edificio principal.
Tras Fiona el nivel del río superó los 29 pies y lo volvieron a perder todo. Es por eso, que ahora Sasfapr necesita de su ayuda y colaboración para recuperarse de esta tragedia. Puede hacer su donación vía ATH Móvil al 787-612-8587 o a través de PayPal a [email protected].
Como parte de los preparativos de emergencia, en los días previos a Fiona lograron ubicar 50 de sus perros y gatos en hogares temporeros; pero la mayoría -200 animales- tuvieron que permanecer en las instalaciones. “Estuvieron seguros en el segundo piso del edificio principal. Asustados con el sonido del viento y de la fuerte lluvia, pero seguros”, expresó la administración en declaraciones escritas.
“Tardamos dos días en llegar a ellos. Fiona pasó domingo; el lunes fue imposible bordear la inundación, ni siquiera con la ayuda de la Guardia Nacional, y el martes, finalmente, los pudimos ver otra vez”, manifestaron.
Llegaron a bordo de un camión especial de la Guardia Nacional, que hizo agua por momentos y que amenazó con irse de lado por la fuerza de la corriente, pero llegaron. Con tiempo limitado, se movieron rápido con el agua llegándoles a la cintura y haciendo malabares para no enredarse en los árboles caídos ni caer presas del babote del río en el que se hundían a cada paso.
“Llevábamos el corazón en la garganta, pero no era el momento de llorar. Subimos veloces al segundo piso, apurados por los ladridos que nos llamaban, y corroboramos que todos estaban bien. Las medidas de emergencia funcionaron. Sabíamos que funcionarían, pero los teníamos que ver. Les dimos comida, los abrazamos, los revisamos y les prometimos que al otro día regresaríamos con más ayuda, más tiempo y más amor. Y así lo hicimos. Y así lo hemos seguido haciendo hasta hoy”, expresaron.
Luego, las aguas bajaron y la ayuda comenzó a llegar, los voluntarios comenzaron a llegar. Unos 60 de sus peludos volaron hacia albergues de Estados Unidos en busca de hogares gracias a los amigos de The Sato Project y Wings of Rescue.
Ahora, 21 días después, en el suroeste de Puerto Rico siguen sin energía eléctrica, con las neveras vacías, lavando la ropa a mano y sin el espacio de paz ni descanso para evaluar las pérdidas y dejar caer las lágrimas, pero sus perros y gatos están bien.