Kilómetros de recorrido sin un alma. Verjas en el suelo. Jardineras geométricas enterradas por la maleza. Bancos de concreto para el descanso de matojos. Rampas ocupadas por arbustos silvestres. Cientos de luminarias solares inservibles. Tres plazas vacías y hasta un mini teatro romano para la nada.
La descripción encaja a la perfección con la bitácora de viaje a una ciudad abandonada. Un Chernóbil cualquiera. Pero el escenario no está lejos. Aunque a diario miles le dan la espalda, ocupa la columna vertebral imaginaria de la Ciudad Señorial.
Así está el Parque Lineal de Ponce, un proyecto que consumió $22 millones del presupuesto general de Puerto Rico y que a partir del 2010 dotó al municipio con tres senderos a lo largo de las riberas recobradas tras la canalización de los ríos Portugués y Bucaná.
El estado de sus céntricos 12.7 kilómetros de longitud, empero, dista notablemente de las imágenes que miles de usuarios compartían una década atrás.
En su franja este, la que comunica la urbanización Los Caobos con el campo de golf Costa Caribe, los matorrales y profundas marcas de autos dominan el paisaje, mientras que al otro lado de la desembocadura del río la vía peatonal languidece.
En su extremo sur, junto al hotel Ponce Hilton, la plaza de descanso que empleaban ciclistas y adeptos del yoga es ahora cuna para desechos del mar y la vegetación salvaje, mientras que la plaza junto a la urbanización Villa del Carmen luce mustia de día e invisible de noche, ante la carencia de iluminación.
El desperdicio mayor, sin embargo, lastima la retina de quienes osan llegar hasta el anfiteatro al aire libre que se construyó al extremo sur del Parque Julio Enrique Monagas. Allí, donde se unen dos segmentos del parque lineal y las canalizaciones de los ríos, el abandono de la cuantiosa inversión en cemento duele, golpeando la conciencia y la realidad de un país en bancarrota gubernamental.
Su trasfondo
Junto a las Veredas del Labrador -el primer paseo peatonal y ciclista que se habilitó entre las calles Guadalupe y Comercio- el Parque Lineal de Ponce se concibió como un proyecto de avanzada en la década del 1980. Sus objetivos abarcaban desde crear un eje norte-sur que comunicara el Mar Caribe con el centro urbano, hasta volver a vincular comunidades vecinas que fueron segregadas con las obras de la canalización.
Según se estipulaba el Plan de Ordenamiento Territorial de 1992, la propuesta además permitiría interconectar instalaciones recreativas y sitios de interés turístico de la ciudad mediante veredas que recibirían tratamiento paisajista: un reto que promovería el tránsito de peatones y ciclistas, activando un “potencial escénico y económico”.
Tras una larga y costosa impugnación en los tribunales por los fondos asignados a esta y otras propuestas del Plan Ponce En Marcha, el entonces alcalde Francisco Zayas Seijo anunció la recaptura del proyecto el 26 de octubre de 2008. Esto, con una sentencia del Tribunal Supremo a favor de la ciudad y tras acuerdos gubernamentales para la asignación de los $22 millones pedidos para las obras.
Las mismas contemplaban intervenir en 248 mil metros cuadrados de terreno anexo a los ríos para sobre ellos levantar cuatro plazas, una de ellas en forma de anfiteatro al aire libre, luminarias y bancos para el descanso, además de sembrar árboles y arbustos para crear corredores ajardinados a lo largo de sus 12 kilómetros de extensión.
Su diseño estuvo a cargo de la firma de arquitectos Bonnin, Mignucci y Sánchez. Pero Zayas Seijo no revalidó en las elecciones ocurridas nueve días después.
Su sucesora, la alcaldesa María Meléndez Altieri, dio paso a la primera fase a un año de su juramentación y a las dos posteriores entre diciembre de 2010 y febrero de 2011.
Tras aperturas escalonadas, el proyecto fue acogido y consistentemente utilizado por caminantes, corredores, ciclistas y turistas, durante años. Incluso, fue medular para eventos de atracción regional y nacional como el Ponce Ciclo Día.
Sin embargo, los recortes de jornada a empleados municipales efectuados en mayo de 2009 y en julio de 2014 redujeron significativamente los fondos y el personal de mantenimiento para la obra. Asimismo, desastres como el huracán María empujaron la recuperación del espacio a últimos lugares en la lista de prioridades.
Casi una década en abandono
Como advertían 10 años atrás el arquitecto y urbanista Ricardo Miranda Pérez, al igual que el estudioso de la Sociología, Gary Gutiérrez Renta, una falla conceptual del proyecto podía llevar al fracaso la inversión multimillonaria que allí se hizo.
Su profecía se cumplió.
Al dar la espalda a comunidades que, al final, no fueron integradas al plan y al no propiciar actividades que enriquecieran la experiencia de sus usuarios, tópicos como la seguridad y la inefectividad fiscal se interpusieron a la experiencia del recorrido.
Específicamente, en enero de 2014 Gutiérrez Renta advirtió que, al paseo atravesar diversas comunidades, se debió aprovechar la coyuntura para que vecinos organizaran proyectos que armonizaran con el concepto, les permitieran generar ingresos y apoderarse del espacio.
“El paseo es y se siente muy distinto cuando la comunidad le da el frente y cuando le da la espalda”, comentó entonces. “Cuando tú tienes un espacio como ese y logras que las comunidades aledañas se apoderen del mismo, abriendo pequeños negocios de servicios o alimentos, por ejemplo, lo que haces es añadirle valor”, agregó.
Las alternativas propuestas por ambos impulsaban desde el establecimiento de empresas artesanales de los vecinos del paseo, hasta alquiler de bicicletas y piezas de repuesto. Incluso, sugerían una línea de taxis-bicicleta que brindara servicios entre el hotel Ponce Hilton, el Centro de Convenciones de Ponce y el centro urbano: tres polos de actividad conectados al paseo oeste.
Estas ideas, reconocieron vecinos de la urbanización Villa del Carmen, podrían haber prevenido el deterioro y abandono ahora evidente en casi todo el proyecto.
“Es una lástima. Es una lástima que aquí se haya invertido tanto dinero y mira cómo está”, puntualizó Lohary Munet Piñeiro, presidenta del Comité Innovador Comunitario. “Aunque debo destacar que ha habido un aumento de rondas preventivas de la Policía Municipal y eso, al menos, invita a usarlo con tranquilidad”.
Entretanto, Gerardo Zayas Bello reconoció que el paseo sigue conservando potencial para deportistas del atletismo y ciclismo, y que las comunidades ubicadas en la ruta podrían darle mejor uso y cuidado.
“Definitivamente es viable llegar a acuerdos con los vecinos y las comunidades para que se desarrolle actividad social, cultural y comercial en el área. Es cuestión de voluntad, porque ya el espacio existe”, sentenció.
Receptiva a propuestas
“Esa inversión se perdió”, respondió directamente a La Perla del Sur la alcaldesa interina de Ponce, Marlese Sifre Rodríguez, al ser entrevistada sobre el tema y este medio solicitarle un panorama a futuro.
“Te diría que estamos de nuevo en cero, y para nosotros ha sido un reto mantenerlo, porque requiere una maquinaria y esfuerzo humano adicional. Con los pocos recursos que tenemos para la ciudad completa, esto es un reto aún mayor”, continuó.
“Dicho eso, aclaro que pretendemos y queremos que vuelva a ser un espacio medular para actividades de escuelas y de ciclistas, como ya hemos logrado”, agregó. “Estas actividades nos sirven como misión y oportunidad para ponerlo en condición, porque en la medida que no tenga uso, se pierde todavía más”.
Sobre su rescate y reactivación, Sifre Rodríguez dio peso al interés para que en puntos estratégicos se abra espacio para concesionarios de productos y servicios afines con el parque lineal, “y que sean grupos comunitarios u organizaciones benéficas las que den ese servicio a los usuarios”.
Estas entidades, admitió, podrían también convertirse en aliados municipales para el cuido y protección de segmentos.
“Hemos sostenido reuniones con personas interesadas en adoptar espacios y estamos abiertos a seguir evaluando propuestas, porque queremos que eso se fomente”, reveló.
“Vemos los lineales como un activo turístico con potencial de llegar, incluso, a zonas rurales, a nuestros campos, para que así se cumpla con el cometido para el cual fue creado por nuestro alcalde Rafael Cordero Santiago”, añadió.
Lo que no mencionan en el artículo es que los usuarios nos exponíamos a ser asaltados en los tramos: que la vigilancia policiaca era escasa y llegó el momento en que desapareció; que allí había delincuentes y drogadictos. A todo lo anterior añádale que no había mantenimiento de áreas (limpieza de escombros naturales, basura, etc). La idea era muy buena, sin embargo, olvidaron un detalle muy importante: que falta mucho por recorrer para que esta sociedad sea civilizada…
In Philadelphia, which has many of these trails, the approach was the opposite. while those trails also did not have police presence in the beginning, the implementation was low cost and often maintenance by volunteer groups. moreover this lacks shade, like many PR plazas without shade, it is going to be lightly used or people cluster where there is shade.