El norte de Ponce fue abandonado a su suerte, otra vez.
A 24 días del paso del huracán Fiona por el Caribe, no solo quedan múltiples comunidades sin energía eléctrica. También son evidentes las carreteras sin limpiar, con deslizamientos de terreno que ponen en riesgo la seguridad de residentes y transeúntes.
Tal es el caso de los sectores La Carmelita, El Tesoro, Hogares Seguros, Tres Palos y La Gloria, donde alrededor de 125 familias respiran agotadas y arropadas por la desesperanza, al ver cómo se esfuman los recursos que quedan para sobrevivir el estado de emergencia.
“Hoy se cumplen 24 días donde lo único que escuchamos es el canto del coquí y las plantas eléctricas. No somos prioridad. Si fuéramos prioridad, esa carretera por lo menos estaría limpia”, denunció Zory Méndez, líder comunitaria de La Carmelita, mientras hacía referencia a la PR-139.
En esa vía rural de dos carriles persisten los postes inclinados o caídos, y deslizamientos que bloquean gran parte del pavimento. Como ha continuado lloviendo cada tarde desde el ciclón, la peligrosidad solo va en aumento.
“Todavía estamos sin entender por qué hoy, a 24 días, la carretera está como el día que pasó Fiona. Esa carretera es estatal y no sé qué potestad tenga el municipio para intervenir, pero los que residimos ahí somos del municipio de Ponce. La guagua escolar pasa por ahí”, señaló.
Al momento de la entrevista, además, Méndez reiteraba no haber visto ni a una brigada de LUMA Energy para reparar el sistema eléctrico.
“No sé si es que LUMA no arregla porque hay derrumbes o si no recogen los derrumbes porque hay postes. Estamos ahí en el medio de lo que ellos van a decidir. Nosotros no solamente no tenemos luz, sino que estamos bregando con una carretera que nos pone en riesgo”, continuó.
Uno de los deslizamientos, en el kilómetro 17.8, requiere pronta atención porque está cerca de una vivienda.
“En la parte de arriba de ese derrumbe hay una casa de cemento de tres plantas. Eso es lo que nos preocupa grandemente, porque está lloviendo fuerte todos los días después del mediodía”, sostuvo.
Entretanto, Méndez comentó que sus vecinos no han dejado de radicar querellas ante LUMA Energy por falta de servicio, pero explicó que para los representantes de la empresa estos sectores ya están energizados, según sus propias respuestas.
La situación casi se ha vuelto insostenible, pues hay personas que ni siquiera tienen un generador eléctrico y otras que, teniéndolo, ya no pueden comprarle gasolina.
“Tenemos personas diabéticas, que usan máquinas para la apnea del sueño y personas mayores que no se atreven a prender una planta por miedo. Yo siento una impotencia, coraje, quiero llorar, porque el costo de la gasolina ya pasa del dólar. Yo trabajo a $7.25 la hora y no nos va a dar para comprarla”, manifestó angustiada.
“Las plantas dentro de poco no se van a escuchar, pero no porque haya llegado la luz, sino porque no vamos a poder pagar la gasolina”, agregó.
Como líder comunitaria, Méndez ya ha tocado todas las puertas y le frustra que, una vez más, el campo no sea prioridad para ninguna agencia ni entidad obligada a responder en momentos de emergencia.
“Si esta semana no vemos movimiento nos vamos a tirar a la calle, porque ya no nos queda de otra. En este país hay que gritar, hay que meter prensa, hay que pararse con una pancarta para que sepan que en los campos vivimos gente. Ya no sé qué decir, ni a quién llamar”, insistió.