Ocurrió también durante el paso de Fiona: el 38 por ciento de la pista del Aeropuerto Mercedita en Ponce quedó bajo agua cuando otra crecida del río Inabón hizo que se saliera de su cauce e inundara a su paso la carretera PR-1 y varias comunidades del este de la ciudad.
“El aeropuerto tiene más o menos ocho mil pies de pista; tres mil, aproximadamente, estuvieron inundados”, relató a La Perla del Sur el director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos de Puerto Rico, Joel Pizá Batiz.
Según explicó, el cauce del río requería labores de desyerbo y limpieza “que por décadas no se hacía”, y los canales de riego ubicados dentro de la instalación portuaria estaban tapados.
Estos factores, unidos al nivel de sedimentación en el río, la vegetación y la cantidad de basura que cargaba la corriente provocaron igualmente que la crecida sobrepasara el puente contiguo al aeropuerto.
“En ese sector hay un puente histórico, antiguo, que es bien bajito. Se construyó no considerando estas crecidas”, indicó el funcionario. “Cuando hay mucha sedimentación y vegetación como ocurre en estos eventos, que ese río viene con gran cantidad de palos de árboles, hasta neveras, enseres eléctricos, se obstruye la parte de abajo del puente, no permite que el agua corra y el río empieza a desbordarse hacia los lados”.
Como remedio, al día siguiente del paso de Fiona empleados de Puertos, de la Administración de Servicios Generales y del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) -que tiene la jurisdicción del cuerpo de agua- limpiaron la zona para que el aeropuerto pudiera reabrir en 72 horas.
Sin embargo, un evento de lluvias intensas ocurrido días después provocó que el río se desbordara nuevamente.
“En esta ocasión se nos sumó la Guardia Nacional, que nos prestó más equipo, porque se decidió hacer un trabajo mucho más robusto, que era entrar al río como tal y hacer algún tipo de talud o dique para que entonces se pudiera mitigar el efecto del río”, continuó.
Debido a que los canales de riego dentro de Mercedita “estaban totalmente tapados”, aseguró que durante el pasado mes se han estado “limpiando y haciéndolos un poquito más profundos”, proceso en el que asesoran el DRNA y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos.
Mientras se completa esta labor, el jefe de Puertos ya apunta a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) como fuente de financiamiento para obras de mitigación posteriores.
Específicamente, adelantó que buscaría que se incluya esta tarea “como parte de los proyectos de mitigación que se van a abrir por Fiona”.
El Cuerpo de Ingenieros ya le advirtió que “cualquier cosita que hagamos allí de mitigación que pueda afectar el diseño de la canalización lo trabajemos en conjunto”. A lo que Pizá ha respondido con un “no tenemos ningún problema con eso”.
La canalización del Inabón es una solución a largo plazo, cuya primera etapa todavía no se ha avalado y, por lo tanto, no cuenta con dinero asignado.
“Con el Bipartisan Infrastructure Law del presidente Biden se espera que el Congreso pueda asignar fondos para un estudio de viabilidad y conveniencia. Luego procede asignar fondos para el diseño y luego, Dios mediante, fondos para la construcción de la canalización del río”, señaló.
Ese proceso tomará años, como ocurrió con el río Guayanilla, el Caño Martín Peña en San Juan y otros cuerpos de agua.
Al preguntarle si el DRNA se comprometió a ser más proactivo en la limpieza de este cuerpo de agua, por tratarse de una tarea de su responsabilidad, Pizá se limitó a contestar que “han destinado recursos” y que esa agencia está consciente de que este es un asunto prioritario.
“Con el equipo de trabajo que lleva un mes, yo entiendo que se va a mitigar, yo espero, por más de un año la situación del río Inabón”, estimó.