Los incendios que han consumido estructuras históricas deshabitadas del centro urbano de Ponce pudieran haber sido provocados por personas interesadas en construir edificaciones que no necesariamente se ajustarían al entorno histórico, opinó el experimentado arquitecto restaurador Pablo Ojeda O’Neill.
La afrenta, a su juicio, se puede detener mediante la reglamentación vigente y el desarrollo de una nueva política pública de protección del patrimonio histórico edificado.
El presidente de la Junta de Gobierno del Centro de Conservación y Restauración de Puerto Rico (CENCOR) dijo que se puso a analizar el tema “siguiendo un poco la teoría de que estos fuegos son intencionales, y se están concentrando en un área de la ciudad”.
“Quisimos entender si había un patrón. Y, pues, empieza a sonar lógico que es un sector único de la ciudad, entre las calles Marina, Salud y Aurora, el que ha sido atacado mayormente”, señaló Ojeda O’Neill en entrevista con La Perla del Sur.
El arquitecto conoce a Ponce como la palma de su mano. Como restaurador, tuvo a cargo la rehabilitación de las casas de los bomberos de la calle 25 de enero bajo el Programa Ponce en Marcha.
Como director del Programa de Patrimonio Histórico Edificado del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), tenía total injerencia en la zona histórica de Ponce, además de que a partir del 2020 dedicó numerosas horas a examinar y proponer planes de restauración de las estructuras dañadas por los terremotos.
Actualmente, la ciudad es su centro de operaciones, pues dirige la Escuela Taller de las Artes de la Construcción de Ponce y Sur de Puerto Rico de la Fundación Rafael Hernández Colón.
“La teoría es que dos casitas hacen un gran solar o tres casitas hacen un gran solar. Y no podemos pensar que es casualidad que estos fuegos (ocurran), y el otro y el otro”, expuso.
“Porque, primero, ahí no había electricidad. Cortocircuito no es”, agregó. “Es alguien que se metió. Esa es nuestra teoría, porque las cosas no cogen fuego solas”.
Ojeda O’Neill salió del ICP en el año 2021. Sin embargo, compartió cuál hubiera sido su proceder si todavía estuviera en la agencia ministerialmente comprometida con velar por la protección del patrimonio histórico.
“Lo que yo hubiera hecho, si hubiera estado todavía en el Instituto, es declarar una moratoria”, sentenció.
Con ello, le pondría un freno a este intento de cambiar el paisaje del centro urbano mediante la construcción de grandes edificaciones, que pudiera ser una forma de desplazamiento.
“O sea, le pegaste fuego a la casa creyendo que ibas a poder hacer un condominio. Pues mira no, qué pena, no”, indicó. “Es una moratoria en que, si vas a construir, tienes que construir lo que había. O sea, no puedes ir atropellando la comunidad con proyectos”.
“Una moratoria, punto. Aquí no se cambia uso ni se cambia densidades. Si había una casita, es una casita. Puede que te dé permiso para dos plantas o algo así. Y si se quedó el balcón en pie, lo tienes que volver a usar y hacer lo nuevo atrás”, abundó.
Ojeda O’Neill manifestó que el gobierno puede actuar de inmediato valiéndose de la reglamentación vigente, mientras elabora nuevas guías que contemplen los fuegos intencionales como una amenaza real al patrimonio histórico edificado del país.
“Hay maneras de defensa, la ley es capaz, pero hay que ejercerla. La moratoria a lo mejor puede ser de dos años en lo que el sistema se aclimata en reglamentos e incluye ese nuevo evento como parte del reglamento”, planteó el arquitecto.
Debieran de legislar para que no se venda o pueda adquirirse una propiedad abandonada que “se incendió”, hasta que culminen las investigaciones de la causa del siniestro. Si se determina o concluye que hubo intención criminal, entonces que no se enajene mediante compra- venta o arrendamiento hasta transcurridos díez años del suceso… A ver si algún payaso de los que tenemos en la “Legislatura Municipal” le pone el cascabel al gato…