Durante 26 años, el Centro de Deambulantes Cristo Pobre de Ponce ha ofrecido alimentos, ropa, servicios médicos y psicosociales, albergue de emergencia, vivienda y empleo a miles de personas sin hogar, con el único objetivo de sacarlas de las calles e insertarlas en la sociedad de manera productiva.
Para ello, se ha valido de donativos privados y asignaciones presupuestarias gubernamentales, que no son recurrentes.
Incluso, el camino para acceder a estos fondos se ha empinado en los últimos años, ya que las aportaciones estatales y federales, aunque tienen apariencia de “seguras”, obligan a las entidades a tener liquidez para incurrir en el gasto y luego esperar por el reembolso.
“Anteriormente, te daban un cheque de $100 mil, pero ya no es así. Ahora te dicen ‘te asignamos $100 mil, busca cómo gastarlos, evidénciame y yo te pago’”, explicó el director ejecutivo del centro, Juan de Dios Videau Soler, en entrevista con La Perla del Sur.
“Y eso implica que la institución se tiene que mover de inmediato a buscar alternativas para tener ingresos recurrentes que pueda revertir en servicio”, anotó. “Esa es una de las metas fundamentales de la institución”.
Ante tal escenario, Videau Soler y su equipo de trabajo sometieron tres propuestas a ser financiadas con fondos federales de recuperación, y todas fueron aprobadas.
“O sea, que vamos a desarrollar tres proyectos de vivienda de interés social frente a la Escuela Dr. Pila”, reveló. “Ya aprobamos el diseño y el estudio ambiental se está terminando para adquirir los terrenos y comenzar la construcción”.
El lote le pertenece a la Autoridad de Tierras. Una vez se complete la etapa ambiental, el Departamento de la Familia procederá con la compra. Cristo Pobre recibió $2.5 millones para desarrollar este complejo residencial.
“Ahí caben los tres proyectos, con 47 apartamentos y servicios de apoyo. Será vivienda permanente de una o dos habitaciones, y tendremos un solo apartamento de tres habitaciones para una familia”, detalló.
Videau Soler resaltó que, al ser apartamentos de interés social, acogerán no solamente a personas sin hogar, sino a la población de bajo y muy bajo ingreso.
“Si tiene un vale de Sección 8 o de otro programa, es elegible para esos apartamentos”, indicó.
Se prevé que esa fuente de ingresos recurrentes que tanto les urge esté lista este mismo año.
“Creemos que la construcción durará, aproximadamente, seis meses, así que esperamos que antes de diciembre de 2024, si Dios quiere, estemos operando los proyectos”, calculó.
Para el director del centro, este triunfo es producto del empeño de la plantilla de empleados.
“Después de 26 años de sobrevivir, eso fue un gran logro”, aseveró.
“Nosotros no buscamos una firma que nos hiciera la propuesta. Nosotros mismos la hicimos, los empleados de aquí conjuntamente con este servidor, hasta 12 horas al día, porque era una propuesta bien complicada”, comentó. “Eso ha sido un gran éxito, un gran logro de parte de todos los empleados de Cristo Pobre, así que estamos satisfechos”.
Otra meta: empleos
Estos proyectos de vivienda permanente, según propuestos, generarían ingresos por concepto de renta. Sin embargo, cuando una persona sin hogar sea instalada allí, no tendrá para pagar y el centro deberá asumir el costo, como ocurre al presente.
Conseguirles empleo, por lo tanto, deberá ser parte de la ecuación.
“¿Cómo la persona sin hogar que llevamos a vivienda, que tiene que pagar agua y luz, va a subsidiar esos gastos? La alternativa es buscar cómo podemos insertarlos en el mundo laboral”, sostuvo.
Cristo Pobre posee experiencia en esto, pues su complejo de vivienda en el Real Anón tiene una finca en la que laboran los participantes. Además, les ha gestionado empleos a participantes de su albergue principal. Tres de ellos trabajan actualmente en los peajes, resaltó.
Debido a que las personas sin hogar que han delinquido no pueden acceder a una carta de buena conducta, por lo que terminan haciendo “chiripas”, Cristo Pobre procuró la ayuda de la Clínica de Asistencia Legal de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico “para limpiarles el récord a algunos participantes”.
Más camas en camino
Actualmente, la entidad tiene tres albergues con un total de 64 camas: Cristo Pobre I y Esperanza de Vida, ubicados en la calle Unión, y Cristo Pobre II en la calle Concordia. Solo Cristo Pobre I -su albergue principal y sede del resto de los servicios- está en operación, debido a la limitación presupuestaria.
“El Departamento de la Familia recibe $3.6 millones y los reparte entre 80 instituciones. Realmente, los fondos que recibimos del municipio y de Familia nos permiten operar solamente esta instalación (Cristo Pobre I)”, expuso.
Videau Soler dijo estar a la espera de una asignación federal que le permitiría abrir los otros dos albergues. A mediano plazo, la solvencia se la daría el ingreso que generarán los proyectos de vivienda permanente.
A seguir trabajando
Al repasar cómo transcurrió el año recién concluido, Videau Soler expresó que “hemos sobrevivido el 2023 como hemos sobrevivido estos 26 años”.
En términos de los recaudos privados, mencionó que la gala anual fue exitosa, así como un sorteo especial realizado en Acción de Gracias. Los bingos mensuales, por su parte, no han generado los ingresos “esperados ni necesarios, pero han resuelto el problema”.
Ante estas realidades, Cristo Pobre continúa, un día a la vez.
“Seguiremos trabajando en el 2024. Tenemos una filosofía que es fe, esperanza y perseverancia. Fe en lo que hacemos, esperanza de que se va a lograr lo que estamos haciendo, pero hay que perseverar día tras día para lograrlo”, resumió el director. “Si te pones a esperar… de arriba caen bendiciones y agua. Hay que trabajarlo”.