El Vaticano dijo el viernes que ha decidido iniciar una investigación preliminar sobre los abusos sexuales de un prominente cardenal francés, después de que este admitiera haberse comportado de forma “reprobable” con una adolescente de 14 años hace 35 años.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, dijo que se está buscando un investigador principal con la “necesaria autonomía, imparcialidad y experiencia”.
El cardenal Jean-Pierre Ricard, arzobispo emérito de Burdeos y antiguo presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, confesó los abusos en una carta la semana pasada mientras los obispos franceses se reunían en su asamblea anual en Lourdes. La revelación elevó aún más la indignación de la Iglesia católica francesa, remecida por las revelaciones de décadas de abusos y encubrimiento detalladas en un informe el año pasado.
La fiscalía de Marsella anunció esta semana que había abierto una investigación contra Ricard por presunta “agresión sexual con agravantes”, pero que aún no se había presentado “denuncia alguna” contra el cardenal.
La decisión del Vaticano de seguir adelante y abrir su propia investigación mientras la investigación penal francesa estaba en marcha era inusual y sugería la gravedad del asunto para Roma. Cardenal desde 2006, Ricard es un miembro de alta jerarquía de varias oficinas importantes del Vaticano. Lo más significativo es que es miembro con derecho a voto en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano, lo que significa que ha estado involucrado en la resolución de otros casos de abusos sexuales del clero durante años.
No se sabe si será suspendido o destituido de sus cargos de miembro del Vaticano mientras se realizan las investigaciones. Ricard dijo en su carta que se ponía a disposición de las autoridades eclesiásticas y civiles.
Al anunciar su investigación, los fiscales de Marsella dijeron que recibieron por primera vez un informe sobre Ricard en octubre por parte del obispo de Niza, que informó haber recibido una carta de los padres de la presunta víctima, indignados porque Ricard había sido nombrado por el Vaticano para un equipo que investigaba una asociación católica que gestiona hogares de acogida.