Los $7.4 millones que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA en inglés) concedió dos años atrás para restaurar la histórica Laguna de Guánica no han sido secuestrados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental de los Estados Unidos, ni retirados por directriz del presidente Donald Trump.
Al menos, “siguen comprometidos” y a salvo de los recortes que desde el pasado mes de enero han dinamitado asignaciones federales para la conservación ambiental, reconoció Luis Omar García Mercado, miembro de Protectores de Cuencas, la organización puertorriqueña que en abril del 2023 logró la millonaria inyección de capital.
Sin embargo, el panorama podría cambiar.
Como el líder comunitario reconoció a La Perla del Sur, la ventana de oportunidad para que la NOAA libere el millonario presupuesto de este proyecto se está cerrando y para evitarlo solo resta un trámite inconcluso: la firma de un acuerdo de comanejo con el Gobierno de Puerto Rico.
En específico, con los departamentos de Agricultura y Recursos Naturales.
“Si ese permiso se logra, podemos empezar este año con la limpieza de terrenos y a llenar la laguna”, puntualizó. “El dinero está. Sigue comprometido, pero no por siempre”.
El trasfondo
La Laguna de Guánica fue durante siglos el cuerpo de agua dulce más extenso del país, hasta que en el año 1955 el exgobernador Luis Muñoz Marín y su Operación Manos a la Obra optaron por drenar el lago natural, desviar sus tributarios e intentar infructuosamente la siembra industrial de caña, maíz y arroz sobre suelo salino.
Hasta entonces, su huella cubría 1,200 de las 3,200 cuerdas de humedales existentes entre ese municipio costero y el Valle de Lajas, acaparando una superficie 12 veces mayor a la laguna del Condado y casi el doble de la laguna San José, ambas en la zona metropolitana de San Juan.
“La laguna fue el cuerpo de agua (dulce) más grande que había en Puerto Rico y el segundo en el Caribe, después de Matanzas en Cuba”, afirmó en entrevista previa el biólogo y primer director de la Reserva del Bosque Seco de Guánica, Miguel Canals Mora.
Según describió, durante las décadas de 1930 y 1940 ganó notoriedad “en el mundo entero por la diversidad de aves identificadas ahí por ornitólogos famosos que visitaban a Puerto Rico”. Entre ellos, Stuart Taylor Danforth, quien censó 150 especies endémicas y migratorias, solo en ese hábitat.
El recurso natural también fue parte integral del corredor ecológico que se extendía desde Guánica a la laguna Cartagena en Lajas, al Refugio de Vida Silvestre de Boquerón e, incluso, las Salinas de Cabo Rojo.
Asimismo, fue capaz de dar alimento a numerosa población. Bajo su superficie se propagaban róbalos, sábalos y guabinas que vecinos pescaban para la venta y sustento de sus familias, mientras lograban trueques con campesinos que venían de montañas cercanas con frutas y verduras, las que intercambiaban por huevos de gallaretas y otras especies que anidaban en las riberas.
Salvavidas urgente
El drenaje de la laguna no solo acabó con todo esto. También redujo significativamente las posibilidades de que la población de los barrios Ciénaga y Arena no encontraran formas de sobrevivir a los embates del huracán María, los terremotos del 2020 y la pandemia del Covid-19, sin migrar permanentemente.
Como evidencia el más reciente Censo de los Estados Unidos, al igual estudios recientes sobre la densidad poblacional de Guánica, durante la pasada década el municipio perdió el 30 por ciento de sus habitantes “y se ha ido el 50 por ciento de los menores de 18 años, lo que a futuro hace que el municipio sea inviable”, describió García Mercado.
Simultáneamente, “los niveles de pobreza en Guánica son más altos que en el resto de país”, continuó. “En Puerto Rico, la tasa de pobreza infantil ronda el 60 por ciento, pero en Guánica ronda el 80 por ciento”.
“Por eso, son las mismas comunidades vecinas de la antigua laguna las que por décadas han estado pidiendo que este proyecto se dé, para poderlo aprovechar para un desarrollo económico a nivel local”.
Las oportunidades, puntualizó García Mercado, son evidentes. Entre las que se podrían impulsar de inmediato mencionó la creación de microempresas dedicadas al ecoturismo, con recorridos guiados, tanto en veredas alrededor de la laguna, como en bote, “porque la laguna va a ser navegable”.
También servicios de apoyo para la observación de aves, alojamientos para los visitantes y venta de alimentos preparados para esa población flotante: actividades turísticas, educativas y recreativas que se han vuelto fundamentales en las esperanzas de recuperación de las tres poblaciones vecinas del lago drenado: Fuig, Fraternidad y Laguna.
“De hecho, antes, cuando la laguna estaba en su punto más más alto, se cruzaba en bote desde el Fuig hacia el sector de Laguna”, continuó el miembro del equipo de Alcance Comunitario de Protectores de Cuencas.
Simple ingeniería
La restauración del cuerpo de agua, empero, no es un proyecto complicado, aclaró tiempo atrás Roberto Viqueira Ríos, director ejecutivo de Protectores de Cuencas.
“Primero, se procederá a la remoción de la tierra que se ha acumulado, por años, en el canal de drenaje que se creó para vaciar la laguna. Y en ese mismo canal se colocan una serie de piedras que van a funcionar como una atarjea (represa), que va a propiciar el nivel deseado”.
“La ventaja”, añadió, “es que, una vez se llegue a esos niveles, el exceso de agua sigue drenando, fluyendo, hacia el río Loco (el principal tributario) y eventualmente hasta la bahía de Guánica”.
La expectativa final es que la laguna recobre entre 2 a 3.1 metros de profundidad.
Calidad de vida
Como si no fuera suficiente, la millonaria asignación de fondos federales -a la espera de solo dos endosos gubernamentales- incluye capital para el rescate de terrenos abandonados sobre los cuales se contempla crear un parque natural para la reforestación de la zona, para actividades deportivas y para la captación de aguas de escorrentías, al igual que plazoletas y miradores en otros puntos estratégicos para el disfrute de vecinos y turistas.
Con fondos de otras dos propuestas aprobadas por el Departamento de Agricultura federal, incluso, Protectores de Cuencas ha comenzado a organizar a vecinos en grupos comunitarios de autogestión, quienes tendrán acceso a asesores de toda índole para crear sus propias empresas.
“Y esta es la gran oportunidad”, sentenció García Mercado. “Nunca antes en la historia habíamos tenido una asignación de fondos a nivel federal de casi $7.5 millones para, después de tanto esfuerzo colectivo, dejar que se pierdan”.
“¿Cómo, cómo podemos permitir que en el pueblo más pobre de Puerto Rico, del territorio más pobre de los Estados Unidos, haya $7.4 millones para un proyecto que puede ser de desarrollo económico para la comunidad y se pierdan?”, insistió.
“Eso no tiene ningún sentido”.
Ante esta posibilidad, García Mercado hizo un llamado solidario a la gobernadora Jenniffer González Colón, a quien solicitó intervención directa.
“En varias ocasiones la hemos escuchado decir que no quiere que ningún fondo federal asignado se pierda, y esta es una gran oportunidad”, subrayó. “Máxime, cuando la propia gobernadora colaboró con el proyecto cuando era comisionada residente, otorgando un endoso para la concesión de los $7.4 millones aprobados por la NOAA”.