El evento cultural y religioso más iconográfico de las tradiciones ponceñas reaparecerá en el corazón histórico de la Perla del Sur este viernes, junto a miles de devotos de la Virgen de la Guadalupe y visitantes de todos los rincones del país.
Las Mañanitas en honor a la patrona de la ciudad arrancará puntual a las 5:00 de la mañana del 12 de diciembre, frente al monumento de Lolita Tizol en la calle Isabel, con la multitudinaria cantata y procesión de velas, en compañía del colectivo mariachi Los Camperos.
A tono con la costumbre moderna, que ya cumple 61 años de existencia, el colectivo avanzará en procesión hasta la Catedral de Ponce, donde se efectuará la impresionante apertura de puertas a la imagen de la Virgen, junto a vítores del público y la iluminación de fuegos artificiales.
Acto seguido, el obispo Rubén Antonio González Medina ofrecerá una misa solemne al aire libre, junto al párroco Gerardo Ramírez Torres y un séquito de colaboradores, para al cierre invitar al tradicional desayuno que obsequia la administración municipal y que es amenizado por los mariachis invitados.
Según historiadores, esta tradición ponceña fue adoptada y magnificada por mexicanos radicados en Puerto Rico, transformando este evento religioso e histórico, en uno intensamente cultural.
No obstante, en su libro Las fiestas populares de Ponce, el escritor Ramón Marín ya aludía -en el año 1875- a la alegría con la que el pueblo ponceño celebraba su devoción a la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de Guadalupe:
“Dio término a las funciones de la Iglesia la lucida y brillante procesión de la Imagen de la Santa Patrona, que recorrió la plaza Principal y de las Delicias bajo atmósfera de flores y armonías, en la hora apacible en que el sol se escondía ante la belleza y majestad de la que en efigie representa a la Reina de los Cielos”.
Incluso, estudiosos del tema teorizan que probablemente fueron los soldados del virreinato español quienes llevaron consigo esta devoción a México y la isla de San Juan Bautista, durante el siglo XVII, y que a partir de entonces se propagó entre los fieles isleños.


















































