Con al menos 13 navíos de combate, entre los que figuran seis destructores, tres buques anfibios, un submarino y el portaaviones nuclear USS Gerald Ford, la Marina de Guerra de los Estados Unidos ha desplegado esta semana en el Caribe la mayor flota armada desde la crisis de los misiles en 1962.
Solo el Gerald Ford, con capacidad para 4,500 tripulantes y poder para acarrear hasta 90 aeronaves con misiles aire-aire, aire-tierra, antibuques y bombas guiadas por láser, es considerado el portaaviones más grande y tecnológicamente avanzado del mundo.
El colosal buque arribó el martes a la zona escoltado por un grupo de ataque que incluye a los destructores de misiles guiados USS Bainbridge (DDG-96), USS Mahan (DDG-72) y USS Winston Churchill (DDG-81), cada uno con 320 marineros a bordo.
La flota naval se unió así a los destructores USS Stockdale (DDG-106) y USS Gravely (DDG-107), al crucero de misiles guiados USS Lake Erie (CG-70) y a los buques de guerra anfibios USS Iwo Jima (LHD-7), USS Fort Lauderdale (LPD-28) y USS San Antonio (LPD-17) “para combatir las amenazas transnacionales que buscan desestabilizar nuestra región”, según declaraciones escritas del jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Alvin Holsey.
Al despliegue armamentista también se integró el buque de combate litoral USS Minneapolis-Saint Paul y el MV Ocean Trader, un cuartel flotante encubierto que sirve como centro de mando para fuerzas de operaciones especiales.
En conjunto, el arsenal de municiones de la escuadra alcanza los 700 misiles, 186 de los cuales son Tomahawk, y el número de militares activos en esta operación ya se aproxima a los 14 mil, según estimados del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por siglas en inglés).
Esta cifra incluye a casi 2 mil efectivos estacionados permanentemente en bases de Puerto Rico y Guantánamo, Cuba, al igual que otros 2,200 infantes de marina a bordo del grupo anfibio Iwo Jima, asignado al Caribe desde agosto.
Ponce, Ceiba y Aguadilla en el tablero
Como reseñó La Perla del Sur una semana atrás, tanto el destructor de misiles guiados USS Stockdale, como el USS Jason Dunham, han convertido al Puerto de Ponce en centro de reabastecimiento y soporte técnico.
No obstante, esta semana se confirmó que otros dos buques militares han realizado actividades similares en el muelle ponceño.
Se trata del MV Ocean Trader, el buque nodriza con 150 efectivos de operaciones especiales a bordo, y el buque de guerra anfibio USS Fort Lauderdale, el cual partió en la madrugada de este miércoles del Puerto de Ponce con destino “desconocido”, de acuerdo a la bitácora de Marine Traffic, una plataforma en línea que provee información en tiempo real sobre ubicación y desplazamiento de barcos.
Asimismo, analistas de temas militares han advertido que 10 aviones de combate F-35 permanecen en la Base Roosevelt Roads de Ceiba desde el pasado mes de septiembre, junto a cientos de personas de apoyo en tierra.

¿Solo el narcotráfico?
Semejante movilización en la isla, al igual que el despliegue del portaaviones Ford en el Caribe, acompañado de destructores avanzados y aviones de alta velocidad, representa un nivel de poder militar desproporcionado para una simple campaña contra el narcotráfico, plantean agencias de noticias y medios especializados como Military Times.
Como observan, la narrativa oficial que la administración del presidente Donald Trump emplea para impulsar operaciones antinarcóticos en la zona y justificar la mayúscula movilización naval en del Caribe es incongruente.
Por ejemplo, Elizabeth Dickinson, analista principal del International Crisis Group, ha reiterado que la presencia militar estadounidense tiene menos que ver con las drogas que con enviar un mensaje de disuasión y presión política a los países de la región, sobre todo a Venezuela, “para que se alineen con los intereses de los Estados Unidos”.
















































