Quienes entendemos que no puede haber sociedad verdaderamente democrática, aun en la colonia, sin una prensa libre de conflictos de intereses y al servicio de la fiscalización y la verdad, estamos de fiesta.
Y es que luego de una “pausa”, el semanario La Perla del Sur regresó con nuevos bríos, pero con su renovado y consistente compromiso de brindar el espacio de sus paginas a exponer y denunciar los escándalos, atropellos y crímenes cotidianos contra la buena fe de este pueblo.
Si algo se extraña en la conversación social y política cotidiana del país es una prensa que no sea una sucursal de los tentáculos del poder económico y político y que, desde el pluralismo y la honestidad intelectual, no calle ante la injusticia. Por eso, cada vez son mas quienes deciden consumir su información a través de la prensa independiente no corporativa, incluyendo y destacándose los periódicos y medios digitales, como es el caso de La Perla. Es por eso por lo que la vuelta de La Perla es motivo de fiesta y gozo para quienes luchamos diariamente por una mejor sociedad.
Somos muchos y muchas quienes hemos “emigrado”, sin voluntad de regreso, de la radio y la prensa corporativa a los espacios digitales, en mi caso a través del podcast Palabra Libre, junto a mi hermano y colega profesor, Eduardo Lalo. Este, que se transmite también a través de una emisora libre como es WPAB Radio 550 de Ponce, es una ventana que hemos abierto a tratar de pensar el país de manera liberada de las viejas ataduras del bipartidismo y lejos de cualquier asomo de venta o tráfico de nuestras conciencias.
Como extensión de ese ejercicio de libertad, hoy comienzo una nueva etapa como columnista de este espacio libre. Desde aquí trataré de exponer mi particular mirada a los asuntos que entiendo ayudan a comprender mejor nuestra realidad.
El pasado 4 de septiembre se celebró el plebiscito de ratificación o no del borrador de Constitución de Chile, que luego de meses de deliberación fue aprobado por la Convención Constituyente del país andino. El rechazo a la constitución triunfó con una mayoría de 62 por ciento.
Las razones de esa derrota son varias. Pero sin duda un elemento que contribuyó decisivamente a ese resultado fue que la coalición -que luego de la primera vuelta llevó a Gabriel Boric a ganar en la segunda vuelta con el 55 por ciento y un poco más de votos- fue dividida a la consulta plebiscitaria, desmarcándose la centroizquierda demócrata cristiana y parte del socialismo democrático en favor del rechazo.
La interpretación de sectores de la izquierda identitaria chilena de que el resultado electoral y el capital político acumulado tras el estallido del 2019 era un mandato para imponer al conjunto de la sociedad su agenda traducida en texto constitucional, convirtió la victoria de ayer en la derrota de hoy.
El ejercicio constitucional se convirtió, como señalara la politóloga chilena Marta Lagos, en una “suma de particularismos” que no logró encarnar una voluntad incluyente y de consenso social suficiente. No se aprendió de la gran lección de la Unidad Popular de Allende, en el sentido de que las transformaciones sociales en democracia necesitan un amplio consenso social que traspasa las mayorías relativas.
Quienes en Puerto Rico abogamos por esa unión de mínimos entre las fuerzas que se oponen al bipartidismo corrupto, tenemos en el caso chileno una lección que asimilar y aplicar a nuestra compleja realidad. Sin mayoría social que atienda los reclamos cotidianos de la gente y genere esperanza desde un proyecto inclusivo no se derrota al bipartidismo.
Sobre eso continuaremos conversando. Mientras tanto, celebremos la vuelta de La Perla del Sur. ¡Hay que seguir!
(El autor es historiador y catedrático asociado de Ciencias Sociales en el Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana de Puerto Rico)
Bienvenido sea Néstor Duprey a la conversación necesaria para construir nuestro país, tan maltrecho por cientos de años de coloniaje y, particularmente, por más de medio siglo de alternancia entre dos partidos colonizados y corruptos que nos han llevado a romper el fondo del barril.