Nuestro País está fragmentado, producto de más de 500 años de coloniaje bajo el régimen español y el norteamericano.
Sin embargo, esta elección se presenta como una oportunidad para elegir a un grupo de personas con la real posibilidad de ponerse de acuerdo, que estén conscientes de que no las seleccionamos por tradición o porque nos agradó ver su rostro en una pancarta, sino para que dialoguen, construyan comunicación y, de una vez y por todas, articulen un Proyecto de País.
Este no es momento de romanticismo ni de fanatismo. Por el contrario, es tiempo de tomar decisiones estratégicas por nuestras hijas, hijos e hijes. Es una ocasión para pensar en el País y escoger a líderes y lideresas que verdaderamente puedan construir un futuro posible para nuestra patria.
Nos toca alzarnos por encima de nuestros propios complejos, de nuestras propias percepciones y compromisos, de lo que hemos creído que debe ser el futuro de Puerto Rico, y darles a nuestrxs hijxs la posibilidad de un futuro digno, sostenible y realizable.
Dejemos atrás el partidismo y la creencia de que la que era nuestra alternativa hace 20 años es buena para nuestrxs hijxs hoy. Ellos y ellas, que ya crecieron, votan e incluso son jefxs de familia, merecen que nos desprendamos de nuestros disfraces, de nuestros presagios y de nuestras propias máscaras para poder brindarles la posibilidad de un futuro nuevo.
Ejercer el voto en esta elección es una oportunidad de operacionalizar una Constituyente. Un voto con conciencia nos llevará a elegir lxs candidatxs más capaces, quienes no están bajo una sola insignia, partido o alianza. Esa es la pura verdad, queramos o no aceptarlo.
Acercarnos y marcar las papeletas en un estado de reflexión nos dará la oportunidad de tener, por los próximos cuatro años, a un grupo de compatriotas obligados a enfrentarse a la voluntad de un Pueblo que necesita soluciones innovadoras, viables y sostenibles, las que serán posibles mediante el diálogo desprendido, de altura y visionario.