El director de la empresa de inteligencia artificial detrás de ChatGPT declaró el martes ante el Congreso de Estados Unidos que la intervención de los gobiernos «será fundamental para mitigar los riesgos de los cada vez más potentes» sistemas de IA.
«A medida que esta tecnología avanza, entendemos que las personas están ansiosas sobre cómo podría cambiar la forma en que vivimos. Nosotros también», admitió el martes el CEO de OpenAI, Sam Altman, durante una audiencia en una subcomisión del Senado.
Altman propuso la formación de una agencia, ya sea estadounidense o global, que otorgaría licencias a los sistemas de inteligencia artificial más poderosos, que tenga la autoridad para «retirar esa licencia y garantizar el cumplimiento de los estándares de seguridad».
OpenAI, con sede en San Francisco, atrajo la atención pública después de que esa firma lanzó ChatGPT a fines del año pasado. ChatGPT es un chatbot gratuito que interactúa con los usuarios mediante respuestas convincentemente similares a las de los seres humanos.
En un inicio los educadores reaccionaron con temor a que los estudiantes hicieran trampa al usar ChatGPT para realizar sus tareas escolares. Ese temor se ha expandido a esferas más amplias, por la capacidad de la generación más reciente de herramientas de «IA generativa» de engañar a las personas, difundir falsedades, violar las protecciones de derechos de autor y trastocar la forma en que se realizan ciertos empleos.
Aunque no hay señales inmediatas de que el Congreso estadounidense elabore nuevas normas para regular la IA, como ya lo están haciendo los legisladores europeos, las preocupaciones públicas llevaron a Altman y a otros directores ejecutivos de tecnología a la Casa Blanca a principios de mes. Asimismo, varias agencias estadounidenses han prometido tomar medidas enérgicas contra productos dañinos de IA, porque violan los derechos civiles existentes y las leyes de protección al consumidor.