En la Ciudad de las Brumas se cuentan por cientos: peregrinos de todos los rincones del pueblo y el país, que recorren en actitud reverente e, incluso, con voto de silencio, siete templos de la Iglesia Católica para, en cada paso, mantener viva una tradición.
La costumbre, heredada de los evangelizadores españoles, posee siglos de existencia y tiene como objetivo asumir un acto de penitencia en honor a Jesucristo, el Salvador para los cristianos, mientras se rememora su Oración en el Huerto y sus últimas horas de agonía.
En Cayey, esta tradición ha propiciado además el establecimiento y promoción de una Ruta de Peregrinación Religiosa que, según la historiadora cayeyana Aida Mendoza, comienza en la comunidad de Pasto Viejo con una visita a la capilla de Nuestra Señora del Carmen, donde feligreses y visitantes pueden meditar sobre la última cena de Jesucristo con sus discípulos.
Para la segunda visita, los caminantes se dirigen a la capilla Nuestra Señora de la Merced en la comunidad Toíta, donde se invita a reflexionar sobre la visita de Jesús a la casa de Anás.
“En el caminar puede llegar hasta la comunidad de Buena Vista, a la capilla San Ramón Nonato, y para la cuarta parada, a la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción”, explicó Mendoza en declaraciones escritas.
“En esta se recuerda la condena y el dialogo de Jesús con Poncio Pilatos, donde se afirma que su condena se debe a que se declara rey”.
La quinta parada, añade, es en la capilla del Polvorín, donde se recuerda la confrontación con el Rey Herodes y Jesús, y la sexta visita es a la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, en el barrio Montellano, donde se reflexiona sobre la flagelación de Cristo y su coronación con espinas.
En la última parada, la capilla de San Pedro Armengol, “se reflexiona sobre todo el calvario por ser el espacio en donde se medita, ya que se espera la resurrección”, agregó la historiadora cayeyana.
La célebre gruta
Otra arraigada costumbre entre los feligreses de la zona es la peregrinación a la Gruta de Lourdes, una paraje situado en el kilómetro 15.5 de la carretera PR-15 del barrio Jájome Alto, a donde cientos también acuden para meditar y reflexionar.
La gruta dedicada a la Virgen de Lourdes, tuvo su origen para el año1936, cuando doña Enriqueta Calimano, miembro de una acaudalada familia de comerciantes, ordenó que se construyera un santuario sobre el lecho del manantial próximo a su casa, como gesto de gratitud a la Virgen por su intercesión para la recuperación de una hija gravemente enferma.
Desde entonces, miles de creyentes y turistas peregrinan hasta el lugar, sobre todo, durante los Viernes Santos.